Por Dulce Villaseñor
Twitter: @Doolcevita
Duele la marea de su cuerpo ausente. Su perfección finita y torpe. Su sonrisa llena de bosque, su mano sobre
mi rodilla. Duele su playa desierta y su espalda hecha de estrellas rotas. Él era pantano y cometa. Terremoto e
incendio. Medianoche embrujada con el canto de sirenas tristes. En su boca cabían todas las palabras del
mundo. En su lengua mi pasado se desvanecía hasta dejarme hueca de miedos. Extraño su sombra debajo de
mis piernas. Extraño sus brazos que me vestían con luciérnagas recién nacidas. Y me acostumbro a su silencio
con la misma voluntad que una hoja a la mitad del otoño.