Dicen los vecinos de Azcapotzalco que a Asa Cristina Laurell, secretaria de Salud del Distrito Federal le corre atole por las venas, y que por eso su empeño -frustrado- de cerrar el Hospital Pediátrico de Azcapotzalco sin escuchar a la comunidad que, con voz de alerta, lo que pedían y piden para sus hijos, son más y mejores servicios de salud.
Cuentan que la "extranjera disfrazada de mexicana" -como le dicen hoy en Azcapotzalco- contó siempre con el respaldo y anuencia de un “malinformado” Andrés Manuel López Obrador, el jefe de Gobierno del Distrito Federal que reculó a último momento, cuando se dio cuenta que la decisión de Asa Cristina le juntó, en un abrir y cerrar de ojos, 30 mil votos en contra.
Y es que desde el inicio de su “administración” Asa Cristina abandonó, literalmente a su suerte, al hospital, y no sólo eso, sino que dejó caer sobre el hospital la calamidad: recorte de médicos, enfermeras y personal; cierre paulatino de las áreas médicas, desde las dentales hasta las llamadas críticas, como terapia intensiva y, finalmente, el desmantelamiento sospechoso y voraz de todo tipo de equipo médico, que alcanzó hasta el área de lavandería.
Sin duda, López Obrador creyó en los informes y en la “técnica” de La Sueca -como también le llaman a Asa Cristina- quien se imaginó que despojar a los habitantes de Azcapotzalco de su hospital, para "transferirlo" a la Policía Bancaria e Industrial (PBI) basada en un cálculo netamente financiero, sería cosa fácil.
Aunque no es extraño que Asa Cristina intentara, en una “doble jugada”, conseguirle un “ahorro” a la Secretaría de Seguridad Pública -por el pago de servicios médicos en hospitales privados-, con la consecuencia lógica de una “recaudación importante” para su Secretaría, por sobre el bienestar y la opinión de la gente. Grave error en el autodenominado gobierno de la esperanza .
Lo insólito, es que el mismo López Obrador se acercó peligrosamente a un callejón que lo hubiera dejado sin salida. En efecto, López Obrador sabía que sobre su cabeza pendía una amenaza velada de los habitantes organizados de Azcapotzalco: "Lic. Andrés Manuel, si esta injusticia se llegara a concretar, dañará seriamente su imagen y la del Partido de la Revolución Democrática ", le advirtió Faustino Gutiérrez Dávila, por escrito, el 10 de junio de 2003.
Siete días después, Leticia Ramírez Amaya, coordinadora general de Atención Ciudadana y Gestión Social dependiente de la Jefatura de Gobierno, remitió a Asa Cristina el escrito de Gutiérrez Dávila junto con una carta que dice en el primer párrafo: “Uno de los objetivos del Lic. Andrés Manuel López Obrador y de quienes trabajamos en el gobierno de la Ciudad de México, es construir una nueva relación con sus habitantes a partir del respeto y la sincera vocación de servicio. En virtud de esto, consideramos que la atención a la demanda ciudadana es de vital importancia.”
Del documento –copia en poder de Imagen Médica- se desprende que Ramírez Amaya señaló copia a López Obrador y, por si algo faltara, el 6 de agosto Gutiérrez Dávila envió un nuevo escrito a López Obrador dándole pelos y señales del desmantelamiento y las condiciones del hospital. “Solicito a usted una vez más, que intervenga para impedir el cierre y se continúen los trabajos de remodelación, se de mantenimiento a equipo y aparatos, se abastezca de medicamentos y material quirúrgico así como del suficiente personal médico para atender las urgentes necesidades de los infantes, personas de la tercera edad y discapacitados”, le dijo.
Pero los efectos de las cartas de Gutiérrez Dávila fueron los mismos que si las hubiera enviado por correo ordinario a otro planeta. El desmantelamiento y abandono del hospital siguieron, por eso, el 18 de octubre Gutiérrez Dávila dirigió un último escrito a López Obrador, “en espera de contar con su importante apoyo para que no se cierre el hospital…”.
Nada pasó, se quedó esperando hasta que, y a pesar de los focos rojos, el 19 de noviembre Asa Cristina demostró que no cuenta con las "cualidades" y mucho menos tiene claros los "objetivos" que se requieren para "trabajar" con López Obrador, pues anunció el cierre del hospital bajo el pretexto de la implementación de un “esquema de reorganización de servicios y recursos", y su transferencia a la PBI.
A los habitantes de la zona simplemente se les comunicó que "ya no se daría el servicio" y que en caso de requerir consulta externa, “llevaran” a sus hijos al centro de salud Galo Soberón.
No es todo, como si los vecinos de Azcapotzalco contaran con helicópteros propios, se les avisó: "En caso de urgencias, contamos con varios hospitales cercanos: Pediátrico Legaria, Tacubaya, Peralvillo y San Juan de Aragón". Así nomás.
Tres días después, el 22 de noviembre, los vecinos de Azcapotzalco iniciaron una movilización que 44 días después ganaron.
NADIE PUDO
Montada en la figura de López Obrador, y aprovechando su “popularidad”, la hoy delegada en Azcapotzalco Laura Velázquez Alzúa, escuchó en su campaña el aviso de la gente de que les querían “quitar” su hospital, que estaba sumido en el abandono y que era “saqueado” so pretexto de “equipar” otros hospitales, de hecho, le mostraron que antes de caer en la desgracia, en el hospital se habían iniciado costosas obras de reconstrucción y remodelación que de repente y sin más se interrumpieron.
Cuentan los vecinos que como buena política, y en busca del voto, la delegada les ofreció el apoyo, pero que una vez que se sentó en el poder simplemente los olvidó; como que le cayó una extraña enfermedad consistente en “ceguera y sordera” simultáneas.
A tal grado enfermó, que cuando los vecinos cerraron el tránsito en Avenida Azcapotzalco, el 22 de noviembre, ella se manifestó incapaz de enfrentar el problema, y les dijo que era decisión de Asa Cristina y del Gobierno del Distrito Federal. Un día después, los vecinos escucharon de Martí Batres Guadarrama, subsecretario de Gobierno de López Obrador, que la decisión era “irrevocable”.
El 2 de diciembre, ante la presión y fortalecimiento del movimiento de los vecinos de Azcapotzalco, Velázquez Alzúa envió un oficio a Asa Cristina en el que le muestra “preocupación” por la transferencia del hospital, le señala que desde el punto de vista social y político, “no se estaría dando un mensaje positivo a la población” y le advierte que de hacerlo, “se podrían dar protestas de los vecinos, amén de dejar desprotegida a la población infantil”.
El 5 de enero, cuando López Obrador “rectificó”, Velásquez Azúa hizo repartir volantes en los que informaba que “siempre había estado al frente del problema”. Los vecinos simplemente se rieron, aunque seguirá siendo delegada sin credibilidad.
Los vecinos acudieron también a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, lugar en donde “demandaron” a la Comisión de Salud que “interviniera”, ahí, les dijeron al estilo Fox que les iban a dar una cita en "10 minutos", cita que hasta la fecha en que López Obrador desistió en su acción de querer “privatizar” el hospital, no se había dado.
QUE LAMENTABLE
Para la defensa de su hospital, los vecinos de Azcapotzalco recurrieron a la organización, se constituyeron en asamblea permanente y formaron la Unión de Vecinos de Azcapotzalco, luego, se movilizaron y lograron en un caso sin precedentes en la zona, que la comunidad toda se mantuviera en alerta y en franco rechazo a la “privatización”.
Tanto así, que prácticamente todos los comerciantes alrededor del hospital pegaron en sus negocios cartulinas y mantas con mensajes alusivos al problema. También los había en camiones, microbuses, combis y taxis que tienen sus bases en Azcapotzalco.
Pero no solo eso, los vecinos montaron una guardia a la entrada del hospital y lo resguardaron día y noche, colocaron un pequeño ataúd blanco, como en los que se entierran a los bebés, con un letrero en el que se leía: “Vecino: vas a permitir más de esto. La niñez de Azcapotzalco R.I.P.”.
Además, convocaron a la gente a participar en un “foro abierto de consulta pública”, pusieron frente al hospital una mesa y recolectaron firmas en contra de la medida lopezobradorista. Para el cinco de enero ya llevaban 30 mil. Por eso, al escuchar las declaraciones de López Obrador dando marcha atrás en la intentona los vecinos fueron duros : “es como si reconociera un derecho que consta en la Constitución Política , es un derecho mundial de los niños”, “nunca lo debieron haber hecho, son declaraciones lamentables”.
López Obrador dio marcha atrás cuando la movilización de masas era inminente, pues los vecinos no sólo tenían 30 mil firmas en papel, denuncias en curso ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la tentación de caer en el ofrecimiento de los partidos políticos contrarios al PRD de entrar de lleno en “defensa” del hospital, en obvio, para tratar de capitalizar el garrafal error a su favor.
Una muestra del polvorín es el escrito que el 30 de diciembre entregó a Asa Cristina la poderosa Agrupación Política Nacional “Ricardo Flores Magón”, organización que agrupa y tiene poder de convocatoria sobre un número considerable de líderes de colonias, de barrios así como de asociaciones civiles, entre otros.
En cuatro cuartillas, Ricardo Betancourt Linares, coordinador regional en el Distrito Federal de la Flores Magón , fue al grano, de entrada se tiró a la yugular de La Sueca , “para manifestarle nuestro total y absoluto rechazo al retiro del hospital…”.
Acusó:
“… desde hace aproximadamente 3 años, y de manera por demás dolosa, el hospital ha sido atacado despiadadamente reduciéndole el recurso económico para poder concluir las obras de remodelación que se habían iniciado y que de manera inexplicable nunca se concluyeron.
“Así como retirando mobiliario y áreas de especialidades e inclusive readscribiendo al personal tanto médico, técnico, administrativo y operativo. Además de desatenderlo en medicamentos al grado de no contar ni siquiera con gasas; hechos inhumanos que atentan contra la vida de nuestros hijos que están expuestos en cualquier momento a sufrir una enfermedad inesperada o un accidente que ponga en riego su vida.
“Todo esto resulta inhumano y criminal, ya que tal parece que los programas gubernamentales que se pretenden llevar acabo en materia de red hospitalaria por parte del Gobierno del Distrito Federal, únicamente se materializan en números y no en necesidades, servicio y calidad…
“No es válido ni justificable que se base tal intención de transferencia con la afirmación de que en la actualidad el servicio que demanda la población en dicho hospital es básicamente de consulta externa de pediatría, ya que con tal afirmación únicamente confirma la actitud dolosa, de mala fe y criminal de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, ya que como se ha manifestado, el deterioro y ausencia del servicio de urgencias no es otra consecuencia que de la negligencia, desconocimiento y sobre todo de intereses mezquinos y personales para su transferencia a la PBI.. .”
Y se despidió:
“… concluimos con un total, absoluto y categórico rechazo a los análisis de los servicios de productividad y cobertura de atención lograda por la red hospitalaria, así como la reorganización de servicios y recursos con los que pretenden justificar la transferencia del hospital, sin embargo, representa una privación a los derechos humanos de la niñez no nada más de esta jurisdicción, sino además de la población infantil tanto del estado de México como a la Delegación Gustavo A. Madero…
“… haremos llegar una copia del presente oficio al Comité del Patrimonio Inmobiliario del Distrito Federal, con la finalidad de que conozca nuestra demanda y evitar con ello que se tomen las decisiones o dictámenes sobre la transferencia de dicho hospital”.
A FONDO
Rigoberto F. Nieto López, diputado presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Legislativa , envió a Asa Cristina un oficio el 30 de diciembre, dice en su parte final:
“Estoy convencido de que la demanda de los vecinos de Azcapotzalco debe atenderse, por lo que solicito a usted reconsiderar la decisión de transferir el Hospital Pediátrico Azcapotzalco, abrir una mesa de diálogo con los demandantes e iniciar una investigación a fondo en la que participen representantes de las colonias de nuestra Delegación…”
También el 30 de diciembre, la Unión de Vecinos de Azcapotzalco emitió un boletín de prensa, en donde indica que entre algunos de los argumentos de la Secretaría de Salud del D.F. para justificar la transferencia destacaban “un bajo número de usuarios, una disminución de la población infantil, y que el 30 por ciento de los hospitalizados provenían del estado de México”.
Sin embargo, en los días que resguardaron las instalaciones, los vecinos constataron que lo dicho por Asa Cristina no fueron más que “vulgares mentiras”, ya que a pesar de que el hospital está muy “saqueado”, cada uno de los 15 médicos que hay atienden a 500 niños mensualmente y eso, dicen, “que ya ni hacen operaciones quirúrgicas”. Y aseguran que pidieron al hospital las estadísticas que tienen –y no se las dieron-, para demostrarle a Asa Cristina que las estadísticas que dio son “falsas”.
Por eso y más, otra de las demandas de la Unión de Vecinos de Azcapotzalco fue “la inmediata e irrestricta destitución de las C.C. Rosa María Díaz Beltrán y Soledad Ortega, directora y subdirectora respectivamente, así como de la doctora María de Lourdes Arroyo, por negligencia médica al negar sistemáticamente los servicios a los pacientes que acuden a solicitarlos; por instruir a los guardias de seguridad en el sentido de que nieguen el servicio, lo que constituye una falta de ética a su compromiso de velar por la salud de los enfermos”.
Acorralada, Asa Cristina emitió un comunicado de prensa el 4 de enero último en el que dijo:
“He estado atenta a las preocupaciones que han expresado diferentes grupos de la comunidad ante el anuncio del cambio de uso del Hospital Pediátrico de Azcapotzalco. En este marco y considerando sus argumentos y temores de quedar sin servicios para sus niños he decidido replantear la integración del sistema regional de servicios de salud en esta parte de la ciudad…
"En vista de las consideraciones hechas sobre el cambio en las enfermedades más comunes que presenta la población y en la estructura demográfica es, sin embargo, necesario refuncionalizar el Hospital Azcapotzalco para que pueda prestar servicios acordes a las necesidades actuales de salud.
“Con esta finalidad presentaremos próximamente el plan de reorganización del hospital y buscaremos, junto con la delegación, los recursos requeridos…”
El 5 de enero López Obrador “enfrió” el problema, desistió bajo el argumento de que “se tomó en cuenta la opinión de la gente”. Lo cierto es que en el referéndum que se acerca para aprobar o no su gestión, seguro que 30 mil votos no serían precisamente para pedir que La Sueca se vaya de la Secretaría de Salud.
Como cierto es también que desde el inicio de su administración el hospital que fue de 120 camas “opera sólo con 10, no hay medicamentos ni personal y ha sido saqueado de manera criminal…”
O tal vez López Obrador hizo caso del sugestivo llamado que sobre una gran manta colgada del hospital le hicieron los vecinos de Azcapotzalco: “No repita la historia bíblica de Herodes, quien mandó matar a tantos niños. Ordene que este Hospital Infantil de Azcapotzalco siga prestando servicio a la comunidad…”