Gustavo Leal F.
División de Ciencias Biológicas y de la Salud
Departamento de Atención a la Salud
Area de Investigación en Salud y Sociedad
Primer apunte: ¿quién miente?
Todavía en los tiempos de Ernesto Zedillo, hace apenas cuatro años, se publicitaba profusamente la salud financiera del IMSS. Muy poco después de la “reforma” del 1995-97, la revista Solidaria número 134 (correspondiente a los meses de febrero-marzo de 1999), editada por el IMSS para sus trabajadores, consignó las siguientes palabras de Genaro Borrego, entonces director del Instituto:
“el IMSS es hoy más fuerte, más seguro y más social; tiene plena garantía futura y está preparándose para atender, con calidad y plena satisfacción, a los usuarios de la seguridad social en el siglo XXI. Están garantizados los recursos de las pensiones para las actuales y las nuevas generaciones”.
Pero, inexplicablemente, con la llegada del foxismo, el cuadro financiero institucional se tornó turbio y sombrío.
Por ejemplo, en su última comparecencia ante la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados, Santiago Levy, por empeño de Vicente Fox actual director “financiero” del IMSS, valiéndose de su ya tradicional “apocalíptico” mensaje, sostuvo que:
“los recursos disponibles por derechohabiente para medicamentos, conservación, equipamiento y ampliación de la capacidad de atención pasan de 584 pesos en 2003, hasta prácticamente 0 en 18 años, imposibilitando la prestación de servicios médicos, de guarderías, o de otro tipo”
Y agregó:
“en 2002 el patrimonio del Instituto era negativo en 153 mil 695 millones de pesos. Aún en un escenario macroeconómico favorable, el Instituto está en una trayectoria financiera insostenible”.
¿Quién miente?
No es casual que, días antes de estas declaraciones, el diputado federal priísta Roberto Vega Galina, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), advirtiera, cara a cara, a Santiago Levy:
“ante estos problemas de financiamiento, la actitud de la patronal –para desviar la atención de la disminución de las cuotas patronales, que la ha beneficiado enormemente-, ha sido la de culpar al RJP y al CCT de sus trabajadores en general”.
Segundo apunte: tres componentes efectivos del déficit institucional
La situación financiera actual del IMSS deriva directamente de los costosos impactos de la Nueva Ley del Seguro Social o “reforma” Zedillo-Téllez-Borrego- Martínez de 1995-97.
Ello resulta especialmente claro en las siguientes tres áreas:
a) Situación del Seguro de Enfermedad y Maternidad (SEM). La Nueva Ley modificó su mecanismo de financiamiento disminuyendo las cuotas patronales a más de un 30 por ciento y aumentando las del gobierno, señalándose que con este camino se resolvería en definitiva el déficit con el que estaba operando. Pero en junio de 2003, se informó que el SEM estaba desfinanciado y operaba con un déficit cada vez mayor, porque no se compensó con el aumento de la aportación del gobierno.
b) Situación del Seguro de Guarderías. Con la Nueva Ley también disminuyó la aportación patronal para su financiamiento del 1 al 0.8 por ciento sin ninguna justificación. La demanda no está satisfecha, pero el Instituto tiene más de 9 años de no construir ni poner en funcionamiento guarderías operadas por él mismo.
c) Situación del abasto de medicamentos. El problema es añejo y causa directa del deterioro en la calidad de los servicios de salud. También incrementa sus costos. La ausencia de control oficial, incide rectamente el gasto del SEM. Tampoco hay que descartar la corrupción.
Hay que preguntarle a Levy: ¿han calculado sus técnicos en qué porcentaje, el costo de los medicamentos está afectando el financiamiento del SEM? ¿se tiene algún programa o proyecto que busque disminuir estos costos? ¿se ha considerado el impacto tendría en las finanzas institucionales, la elevación del tipo de IVA a los medicamentos, siendo el IMSS el mayor comprador nacional?
Tercer apunte: ¿existe alguna salida?
Una solución de fondo a la actual situación institucional podría consistir en aceptar, de una vez por todas, el -por cierto muy temprano- fracaso de la “reforma” 1995-97 y regresar -franca y abiertamente- al esquema de ajuste en las cuotas obrero-patronales y aportaciones del gobierno que establecía la Ley del IMSS de 1973. El IMSS como patrón también tiene su parte.
Gracias a los apocalípticos Informes de Levy y a las muy elocuentes investigaciones sindicales que ya ha generado, hoy sabemos con toda certeza que tanto los patrones (que no evaden) han cumplido y que los trabajadores (que lo hacen) también. ¿Quién ha fallado?
El primer responsable directo de la situación financiera actual es la administración priísta anterior, la de Genaro Borrego, quien por instrucciones de Zedillo y el Banco Mundial modificó la Ley de 1973 e impuso la de 1995.
El siguiente responsable directo es Vicente Fox y su gobierno del “cambio”, quien al designar a Santiago Levy como director general, ha permitido que los tecnócratas del día de hoy, escuden a los de ayer.
Y es que hasta la Amafore, en voz de su presidente, Marcelo Palacios asume que:
“las pensiones que reciben los trabajadores al final de su vida laboral todavía son bajas. Ante ello, es necesario aumentar la obligación patronal o bien separar la cuota de vivienda”
Y el propio Levy, haciendo gala de su consuetudinario lenguaje tecnocrático, aludió –apenas en enero- a la necesidad de:
“explorar cuestiones que, si bien son difíciles y sensibles, también deben de formar parte de la solución, analizando posibles modificaciones al marco actual de derechos y obligaciones que establece la Ley. Resuelto el tema del RJP, se requieren modificaciones a la Ley del Seguro Social que fortalezca financieramente al IMSS”.
Cuarto apunte: el problema es la “reforma” no el RJP; el problema es Levy y los “diagnósticos” financieros del foxismo, no los trabajadores. La modificación al RJP no resuelve, ni resolverá los desafíos en los servicios que presta el IMSS
Frente a este auténtico boquete financiero “diseñado” por los tecnócratas priístas de Zedillo, particularmente los economistas Luis Téllez y Gabriel Martínez, la “contribución” del RJP a la “fragilidad” institucional, semeja una gota de agua sobre la piedra ardiente.
La “modificación” del inexplicablemente no fondeado RJP no resuelve, en lo absoluto los grandes desafíos que enfrentan los servicios que presta el IMSS.
Sin embargo, Santiago Levy gusta declarar que:
“no hablo de anteriores administraciones, sino de la situación actual y no haría ningún señalamiento de que hubo saqueo”.
La propuesta del CEN del SNTSS terminó legitimando la irresponsabilidad política del Levy con el mandato de “cambio” que recibió Fox el 2 de julio del año 2000.
Además, los costos de la presencia de Levy en el IMSS; de éste más que curioso director “financiero”, han resultado muy altos para la institución, sus derechohabientes, trabajadores y la calidad de los servicios.
Después de tres años de pura continuidad y meros “diagnósticos” financieros apocalípticos, los servicios no sólo no han mejorado: hay decremento de plazas, profundo descontrol de los circuitos de calidad hospitalaria e intrahospitalaria heredados por el zedillismo priísta, desabasto crónico –a pesar de las fuertes inversiones que se han orientado hacia el “problema”-, presencia de rudimentarios programas “preventivos” (como PREVENIMSS y OPORTUNIDADES) operando al interior de la más grande e importante institución de alcance nacional para atender daños médicos; mayor demanda con menos recursos para atenderla y entera ausencia de políticas clínicas.
En todo este lamentable cuadro financiero catastrófico que el foxismo pretende imponer a las grandes instituciones de la seguridad social, es claro que Santiago Levy ya forma parte del “problema” del IMSS y que, muy lejos de operar al oferta de “cambio” con que Vicente Fox arribó a la Presidencia de la República, Santiago Levy, tecnócrata “estrella” de Salinas y Zedillo, sigue cobrando 213 mil pesos mensuales sólo para reducir plazas y encubrir las responsabilidades de los tecnócratas priístas que lo antecedieron en la que, según ellos, sería la “gran reforma” del siglo XX1.
Quinto apunte: ¿qué se puede hacer mañana mismo?
De cara a este escenario y después de que los trabajadores del IMSS rechazaran el pacto Vega-Levy para la “mejora” de su RJP, en mi opinión pueden hacerse cinco cosas.
Primera. Extender la auditoria externa al Fondo del RJP -que resolvió el XXIII Congreso Nacional Extraordinario del SNTSS- a todas las finanzas y seguros del IMSS. Ello permitiría establecer con precisión quién y cómo ha mentido así como dotar a todos los mexicanos de un cuadro claro y confiable de la situación financiera del Instituto.
Además, esa auditoría debería recaer en la responsabilidad de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Segunda. Diseñar una propuesta de modernización de la agenda sindical ajustada a la especificidad de su materia de trabajo y que contemple una actualización radical de los mecanismos de representación vigentes.
Tercera. Promover un auténtico debate nacional, abierto absolutamente a todos los actores de la arena política y cuidadanos en general, sobre el sistema de salud y seguridad social que los mexicanos quieren darse para el siglo XXI.
Es preciso evitar que este debate sea monopolizado por el actual mosaico de partidos políticos y legisladores. Más allá de los comicios del 2006, este debate debe orientarse por la urgente necesidad de intervenir en la orientación de las políticas nacionales de salud y seguridad social.
Cuarta. Llamar a cuenta a los responsables directos de la “reforma” de 1995 para que rindan un informe a la sociedad sobre las decisiones de política que adoptaron y las graves consecuencias que para México, los derechohabientes, los trabajadores del Instituto y algunos segmentos patronales han tenido.
Quinta. Dado que de las “políticas” de los gerentes “sociales” del foxismo, Julio Frenk, Santiago Levy y Benjamin González Roaro no puede aguardarse ya absolutamente nada para activar los cuerpos correctivos médico-clínicos orientados a mejorar efectivamente la calidad del Sistema Nacional de Salud que el electorado del 2000 mandató a Vicente Fox, a poco más de dos años del proceso electoral del 2006, podemos exigirles que no le toquen “ni una pluma”, como gusta decir AMLO, a lo que nos han dejado de ese Sistema Nacional de Salud que seguirá siendo defendido por todos los que lo hemos hecho posible.
Concluyamos: Levy ya forma parte del “problema” en el IMSS. Superar su garrafal paso por la institución supone, ahora, ajustarse a los consensos a que arribe ese gran debate nacional.
Inmediatamente después, tiene la palabra el nuevo gobierno democrático surgido del proceso electoral del 2006.