En el IMSS, todos sabían que El Chino Luis Miguel Chong Chong tenía una isla. Él mismo lo pregonaba y lo presumía. Muy pocos sabían que en su presunción se refería a la Isla de Altamura, ubicada en el Golfo de California y considerada como área natural protegida. La isla es parte del municipio de Angostura, estado de Sinaloa, tierra fértil para la impunidad y el narcotráfico.
Junto con la de Luis Guillermo Francisco Ibarra Ponce de León, es la del Chino Chong una de las historias más sucias dentro del IMSS, en los cinco turbios años en que el cerdo Santiago Levy Algazi presidió el instituto a lo largo de cinco años de despiadada corrupción foxista en el autodenominado gobierno “del cambio”.
Hay quienes calculan “conservadoramente” que El Chino se habría llevado, libres de polvo y paja, unos 600 millones de pesos producto de las comisiones recibidas al 10 por ciento de los casi 600 millones de dólares que el IMSS compró en equipo de cómputo y software para su “modernización” durante su gestión como director de Innovación y Desarrollo Tecnológico.
Los supuestos y continuos viajes a su isla, el tren de vida que se daba al cobijo del cerdo, además de las denuncias anónimas de diversos proveedores estafados, forzaron a la Secretaría de la Función Pública a que abriera un expediente de investigación sobre la historia del Chino Chong.
De una parte del expediente de investigación -copia en poder de Imagen Médica-, se desprende que El Chino se dio por notificado por la Dirección General de Responsabilidades y Situación Patrimonial de la SFP el 20 de octubre de 2004, por “las incongruencias que le fueron detectadas en los bienes que integran su patrimonio”.
Como resultado de las investigaciones, y dentro del “Expediente de Evolución Patrimonial 51/2004”, Jesús María Robledo Sosa, director general de Responsabilidades de la SFP dictó un acuerdo “único” no muy grato para El Chino:
“Toda vez de que existen datos y elementos suficientes que hacen presumir que el patrimonio del C. Luis Miguel Chong Chong, es superior a los ingresos lícitos que pudiera tener, esta Dirección General de Responsabilidades y Situación Patrimonial, considera procedente citarlo; por lo que gírese oficio citatorio en el que se haga de su conocimiento los hechos que motivan la presente investigación, así como el que tendrá un plazo de treinta días hábiles contados a partir de la recepción del oficio citatorio de que se trata, para que comparezca ante esta autoridad, y formule las aclaraciones pertinentes, ofreciendo y exhibiendo las pruebas que considere oportunas para su defensa”.
El estuche de monerías
El 12 de julio de 1999, El Chino declaró ante la SFP y como parte de su patrimonio, el bien inmueble denominado “Sociedad de Producción Rural Isla de Altamura”, que dijo, “adquirió de contado el 15 de enero de 1999, con un valor de $ 500.000.00 (dólares americanos), con una superficie de terreno de 11,000,000 m2 y de construcción 300 m2”.
Según el expediente, El Chino presentó la misma propiedad como suya en las declaraciones de “Conclusión/Inicial” del 12 de febrero de 2001 y del 24 de mayo de 2001. La Secretaría investigó entonces la enorme propiedad y se llevó una gran sorpresa con la respuesta del Registro Público de la Propiedad del estado de Sinaloa: “no se encontró antecedente alguno que indique la existencia de bienes a nombre de C. Luis Miguel Chong Chong”, a secas.
Por si fuera poco, la Función Pública también pidió, en agosto de 2004, información sobre la supuesta sociedad al Registro Agrario Nacional, dependencia federal que le informó “que no se localizaron antecedentes registrales de sociedades de producción rural cuyo domicilio social refiera la Isla de Altamura”.
Con ambos datos, la SFP concluyó que El Chino “no acredita la legítima propiedad del bien inmueble referido”. Y no sólo eso, El Chino resultó ser todo un estuche de monerías. Al igual que con la isla, falseó también la información sobre otras de “sus” propiedades, de cuentas bancarias, de ingresos como servidor público, y hasta se dio el lujo de “no declarar con veracidad” sus ingresos netos al fisco federal.
De la compleja maraña bancaria tramada por Chong, que incluyó a Banamex, Scotiabank Inverlat, Citibank, Bancomer y HSBC, y en la que incluso aparecen cuentas a nombre de Alejandra Chong Lagarde -su hija-, la SFP realizó un análisis que reza: “… se concluye válidamente que Luis Miguel Chong Chong, efectuó erogaciones superiores al total de sus ingresos obtenidos como servidor público y por otros ingresos, determinándose que existe una excesiva aplicación de recursos en los años de 1999, 2001, 2002 y 2003…”.
Como remate, la investigación arrojó que en 1993 El Chino y Eduardo González Parcera crearon al empresa “Grupo Integración Tecnológica, S.A. de C.V.”, y de cuya existencia jamás informó a la autoridad.
El misterio de Altamura
Enclavada en el Golfo de California, dentro de los límites territoriales del municipio de Angostura, en el estado de Sinaloa, la Isla de Altamura forma parte de la Bahía Santa María, que alberga un centenar de islas y está considerada como área natural protegida. Su geografía abarca una extensión de 44 kilómetros de largo por dos y medio kilómetros de ancho, más o menos unos 110 millones de metros cuadrados; de los cuales, El Chino se dice dueño de 11 millones, o sea, de un cachito como de cuatro y medio kilómetros del largo total de la isla.
Según las autoridades que le rindieron informes a la SFP, no existe la sociedad declarada por El Chino en la isla, y de acuerdo con una investigación realizada por Imagen Médica, hablar de los dueños de la Isla de Altamura es como invocar al mismísimo demonio. Hay quienes aseguran que entre los dueños se encuentran, desde narcos, hasta poderosos políticos.
Un proveedor que fue desplazado del IMSS por los intereses personales de Luis Miguel Chong, reveló a Imagen Médica que El Chino no es dueño de la isla, sino que funge como una especie de “prestanombres de un importante señor con poder político y económico”.
De lo poco que se sabe de la isla, es que el despacho del arquitecto Hector Ceballos Lascurain desarrolló un “plan maestro ecoturístico” para Altamura Desarrollos, presumiblemente, propietaria de la isla.
Ceballos Lascurain es conocido por su enorme poder e influencia para desarrollar proyectos de construcción en áreas naturales protegidas bajo la oscura bandera de “proyectos y desarrollos arquitectónicos ecoturísticos de ecoalojamiento”. Imagen Médica lo buscó para platicar sobre Altamura, pero a través de su secretaria declinó proporcionar información.
Aparte de los inversionistas privados, entre los “clientes” de Lascurain en el foxismo se encuentran la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Natural de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), según la página electrónica de su despacho.
La Isla de Altamura es un episodio sucio resultado de las investigaciones de la SFP al Chino Chong, pero pequeño frente a lo que se desprende de la compra de equipo de cómputo y software para el IMSS.