En 2002, poco antes de dejar el puesto y tras comprometer con el IMSS el futuro del Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP) de los trabajadores del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), Fernando Rocha Larrainzár sacó dos cartas y las puso sobre la mesa de Santiago Levy Algazi.
El enemigo número uno de los trabajadores y director del IMSS no escogió al azar, decidió que el secretario general encargado de culminar el pacto sería Roberto Javier Vega y Galina, y desechó de plano la baraja de Francisco Javier López González. Vega y Galina se convirtió entonces en el candidato de la “unidad” y resultó electo secretario general en un proceso que se presumió como “democrático”.
Rocha se vistió de gloria con su lema “ni punto, ni coma, ni acento”, respecto a las modificaciones al RJP, sin embargo, Vega y un pequeño grupúsculo de la cúpula sabían que la primera labor frente al gremio sería la de materializar el pacto para modificar el RJP realizado “a espaldas de los trabajadores y en un cuartito de hotel”, como lo denunció Bulmaro Guerrero Cárdenas, secretario general de la sección V del sindicato -Imagen Médica, 19 diciembre 2003-.
Vega y Galina pagó muy caro seguir el pacto de Rocha con el instituto, pues los trabajadores se dieron cuenta del proyecto “entreguista” y emprendieron una serie de movilizaciones que pararon en seco la intentona. Descubierta la traición, Vega y Galina estuvo a punto de ser destituido en el Congreso Nacional de octubre de 2003.
De por si débil desde su arribo a la secretaría general, Vega se desmoronó al perder la credibilidad ante sus bases y, para tratar de recuperarla, traicionó a su vez el pacto signado con Levy Algazi. Levy explotó en furia y balconeó las andanzas del líder y su cúpula sindical, además, apoyado en la nefasta figura del desaparecido senador Netzahualcóyotl de la Vega García, emprendió contra el sindicato la campaña de medios más sucia de la que se tenga memoria, con la intensión de hacer creer a la opinión pública, y a los derechohabientes, que los culpables de la “fragilidad financiera” de la institución, eran los “privilegios” de los trabajadores.
Vega se vio impotente para frenar los despiadados ataques del gobierno federal que el mismo presidente Vicente Fox encabezó, al tiempo que, al interior del sindicato, amplias corrientes exigían que Vega pagara por su traición.
Y sí, Vega y parte de la cúpula sindical pagaron la factura. A destiempo, en septiembre de 2004, fueron “depuestos” de sus cargos sindicales por el presidente de la Comisión Nacional de Honor y Justicia del mismo sindicato, Armando Ovalle Zavala -Imagen Médica, 20 de septiembre de 2004-.
Pero la deposición se dio en tiempos propicios para que la cúpula cerrara filas con Vega, pues reciente estaba la modificación -que el PRI y el PAN aprobaron de forma veloz en ambas cámaras legislativas- a los artículos 277D y 286K de la Ley del Seguro Social. Vega fue “ratificado” en su cargo, y Ovalle Zavala “destituido” en un proceso “antiestatutario y espurio”.
Para apagar el fuego interno, Vega y Galina encargó a Valdemar Gutiérrez Fragoso, secretario del Interior, realizar la tarea sucia para limpiar la casa. Gutiérrez Fragoso dejó caer sobre los frustrados golpistas la fuerza del “garrote”, “la única que conoce”, y con todo el “apoyo” de Fernando Rocha Larrainzár se “apuntaló” como el sucesor de Vega y Galina.
Pero ya desde antes Valdemar se sentía secretario y libraba con otros integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato una lucha de poder adelantada por oficializar su candidatura; las batallas más visibles las sostiene contra Miguel Ángel Van Dick Puga, Joaquín Castillo González, Héctor Ulises García Nieto, y contra Francisco López González, entre otros que también aspiran a ocupar la secretaría general.
Hoy, “carente de historia sindical, y sin haber dado jamás una consulta como médico en el IMSS”, Valdemar utiliza la fuerza que le da el apoyo de la mancuerna Vega-Rocha para buscar consensos entre los secretarios generales seccionales del país y asegurar el “triunfo”.
De acuerdo con narraciones vertidas a Imagen Médica, cada vez son más frecuentes las exhibiciones de apoyo que Rocha y Vega otorgan a Valdemar. En cantinas, embrutecidos por el alcohol, ambos lo presentan como el “próximo” secretario general.
Las versiones señalan que con el sucio pacto, en exceso adelantado, Rocha pretende obtener impunidad total luego de que entregó a Vega una cúpula “vendida” con el IMSS y un sindicato con las arcas “vacías”. Y Vega, cómplice, en los hechos solapa a Rocha, sigue sus indicaciones, protege sus espaldas, y cuida sus jugosos negocios de seguros para médicos y enfermeras, entre otros.
Hay más, frustrado hasta ahora el intento Rocha-Vega de entregar el RJP al patrón, Valdemar se perfila como el tercer encargado de ofrecer al instituto una propuesta “seria y responsable” de modificación al RJP sin contar con el consenso de los trabajadores.
Como remate, sobre “el próximo secretario general” pesa la sospecha de encubrimiento en el presunto homicidio de una joven mujer, al haber extendido, de su puño y letra, un acta de defunción en la que habría señalado como causa de muerte “una distinta a la real” -Imagen Médica, 9 de diciembre de 2004-.
“¡Cumplí ordenes!, ¡a mí me mandó Rocha!, ¡era 24 de diciembre en la noche y no había nadie que fuera!”, justifica Valdemar. Lo cierto es que Valdemar Gutiérrez no fue el único que recibió “instrucciones” de acudir al “auxilio” esa noche de diciembre, pues otras ordenes fueron “canceladas”.
Como cierto es también que, para deslindar las responsabilidades del caso dado a conocer por Imagen Médica, próximamente comparecerán ante el Ministerio Público una docena de integrantes del sindicato que de una u otra manera tuvieron conocimiento de los hechos que ahora se busca esclarecer.