Por Nancy Padilla
Twitter: @nancypadillap
Y pensar que cuando te vea te daré un abrazo grandotote, lo prometo. Te besaré y te preguntaré lo más obvio: ¿Por qué te tardaste tanto? Sin embargo, me daré el lujo de conocerte para así amarte con locura. Sabría que la espera valió la pena. Tu sonrisa hará que mi mundo sea más feliz. Será emocionante contigo y recorreremos de la mano todos tus lugares favoritos, y los míos, de paso.
Te diré que te quiero en secreto y también lo gritaré un poco, aunque al mundo por lo general le valga un carajo. Y te sonreiré las veces que quiera mientras tomo un café. Habrá silencios muchos y yo me dedicaré a disfrutar de tu presencia. Sentiré amarte y tendré el deseo de demostrártelo. Ya no quiero guardar nada para mí. Te lo daré todo sin pensar en el mañana.
No viviré en el ayer ni en el mañana, viviré el hoy.
Me reiré de tus chistes así sean malos; te alentaré con las más hermosas y sutiles palabras; te haré creer que eres el único y me convenceré de que lo seas.
El resto de las personas se opacarán con tu presencia. No me va a importar nadie más. Contigo me sentiré única y harás que el mundo sea un lugar invisible donde solo tu y yo habitemos.
Y te llamare amor, te llamaré como quieras que lo haga. Sacaré mi lado más dulce y te lo mostraré.
Y pelearemos y me reclamarás y nos reclamaremos por estupideces, pero luego nos daremos cuenta que más necesidad tenemos de estar juntos que de estar separados. Entonces te amaré con más pasión, con más furia. Me reiré de mi pasado, de mis corazones rotos, te contaré que mi mundo era un desastre, pero que gracias a ti he construido un espacio bastante parecido a la felicidad.
Y te reirás conmigo y nos reiremos juntos. Te abrazaré por completo, por una tarde entera, por la noche entera y no pensaré en nada más.
Ahí entenderé que mi corazón roto solo me hizo valorarte por completo y te amaré. Te amaré y escribiré versos preciosos que te los leeré solo cuando sean necesarios.
Y te escucharé cuando lo necesites. Estaré dispuesta a brindarte palabras de aliento y a lograr que mi felicidad se transmita hasta tu corazón.
Y, seguramente, tendremos muchos problemas, sin embargo, valdrán la pena. Me harán recordar que ningún esfuerzo ha sido en vano porque ahora conozco por instantes el cielo en la tierra.
Entonces agradeceré las lágrimas de mi adolescencia y mi juventud porque tú te las habrás llevado todas y traerás nuevas, pero estarán acompañadas de risas. Y te amaré, te amaré con locura y si no alcanzo a expresártelo con acciones, tomaré una pluma y seguiré escribiendo.