Por Dulce Villaseñor
Twitter: @Doolcevita

 

Ayer me encerré en una sala de cine. Buscaba distraerme, quitarte de mis ojos, borrar tu sabor estancado en mis dientes y hacer a un lado tus manos que estrangulan mi memoria y me dejan sin voz y sin ganas de nada. Llevo semanas durmiendo con la misma ropa del día y sin quitarme el maquillaje. La luz de mi cuarto continúa prendida y mi cama es un campo de batalla donde la ropa ha ido acumulándose formando una cobija densa que no me cubre del frío. Ayer me encerré en el cine y elegí la cinta más violenta y cruda que encontré en cartelera. Observé las reacciones de la gente mientras la sangre escurría de la pantalla y mientras todos lloraban por las vísceras y la injusticia, yo me sentía ridícula al estar llorando a oscuras por mi corazón madreado y por mi refresco light de un litro que sabía a mierda y por mis uñas mal cuidadas debido a la falta de tiempo para pintármelas con un color bonito de esos que te gustan. Quiero llevarte a mi lengua y hacerte ahí una cueva. Quiero que seas mi película permanente y sin intermedio. Quédate. Porque sin ti mi mundo parece una sala de cine mudo y sin otra audiencia más que la desgracia. 

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