EL IMSS BAJO EL FOXISMO
Capitulo 9
EL SISTEMA NACIONAL DE SALUD EN UNA PERSPECTIVA GLOBAL
Gustavo Leal F.
División de Ciencias Biológicas y de la Salud
Departamento de Atención a la Salud
Area de Investigación en Salud y Sociedad
Giovanni Sartori: un notable politólogo en nuestro futuro cercano
A pesar del claro mandato que recibió Vicente Fox Quesada y la Alianza por el Cambio el 2 de julio del año 2000, 29 meses después de la “alternancia”, en las políticas de salud y seguridad social asistimos a un espectáculo insólito: el instituto político que triunfo en esa contienda electoral, el Partido Acción Nacional, entregó la confección de esas políticas públicas cruciales al instituto que resultó derrotado: el Partido Revolucionario Institucional.
¿Será, acaso, que no tenía nada propio que ofrecer a todos aquellos electores que votaron por “nuevas” políticas de salud y seguridad social?
Algo es incuestionable: con la anuencia de Fox y los tristemente célebres head hunters, Julio Frenk -priísta desde 1985- se hizo cargo de la secretaría de Salud, mientras el zedillista Santiago Levy asumía la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social y el fiel colaborador de la “maestra” Elba Esther Gordillo, Benjamín González Roaro –también priísta autoconfeso- se sentaba, entre fuertes impugnaciones sindicales, en la dirección del ISSSTE. Frenk, Levy y González Roaro: los tres “gerentes” del foxismo social.
¿Cómo explicar este raro fenómeno? Es probable que el afamado politólogo italiano Giovanni Sartori, pueda explicarnos, pronto, la naturaleza de esta incógnita.Y es que en su última visita a nuestro país, reconoció que:
“la ventana de oportunidades se le está cerrando al presidente Fox: espero que siga adelante con las reformas estructurales, en vez de esperarse y quedarse sentado como ha estado hasta ahora”1.
Si acaso, habrá que corregirlo en un solo punto: Fox habrá de esperar, más bien, “parado”, pues es del conocimiento público que a pesar de haber promovido intensamente -junto con Marta Sahagún- el malhadado Seguro Popular que mercadea desde la secretaría de Salud Julio Frenk, Fox no dudó un instante en optar por el Hospital Militar y sus sabias manos quirúrgicas cuando debió operarse de la columna vertebral; intervención que, hoy por hoy, lo mantiene “parado” más que sentado. ¡Sus buenas razones tendrá!, aunque como reza el refrán, suele predicarse con el ejemplo.
Pero mientras Sartori acude en nuestro auxilio, aprovecho la oportunidad que nos brinda este importante foro para apuntar, someramente, dos rasgos de nuestro Sistema Nacional de Salud que van a la zaga de lo que acontece en el mundo globalizado: ese marco que, a pesar de los pesares, enmarca y acota las políticas sociales aunque, por fortuna, ellas puedan todavía ser definidas al nivel de lo nacional.
Políticas tácticas y políticas estratégicas
Todo buen gobierno sabe perfectamente que mientras las políticas económicas se desenvuelven en el cosmos de lo táctico, las sociales son básicamente estratégicas. Justamente porque adecua lo económico al cambiante mundo global, un buen gobierno no puede darse nunca el lujo de fallar en la educación y la salud: esos de grandes soportes de la cohesión interna social.
En nuestros días los buenos gobiernos ofrecen dos diferentes respuestas frente a la globalización que, como ya señalé, muestran el evidente rezago de las políticas nacionales del sistema mexicano de salud. Veámoslas
Primera respuesta: el sector salud desde el mundo de los que sufren. El discurso Vaticano reciente
Dentro de la vasta obra del Papado de Juan Pablo II, la Pastoral de Salud encomienda a los agentes sanitarios la atención de los hombres que sufren; el cuidado de los enfermos y de los que esperan ayuda; promoviendo, organizando, perfeccionando y extendiendo la asistencia a los débiles.
La Pastoral concibe a la medicina y a los cuidados terapéuticos como una acción que no se reduce al bien y a la salud del cuerpo, sino que aqueja a la persona como tal; a la que el mal ataca en su cuerpo:
“la enfermedad y el dolor son experiencias que afectan al hombre en su integridad, en su unidad de cuerpo y alma. A veces, la enfermedad que se manifiesta en el cuerpo, tiene su origen y verdadera casa en lo más íntimo del alma humana”2.
De esta caracterización procede la importancia que el documento atribuye a los servicios sociales de los enfermos. Tanto los pastores de almas como los agentes sanitarios deben guiarse por una visión integralmente humana del hombre enfermo que sufre; el que enfrenta el dolor y la muerte.
En un sentido similar aunque más amplio, concibe su misión moderna la Orden Jesuita. Al visitar México, el Padre Peter Hans Kolvenbach, General de la Compañía de Jesús, reconoció que el gran reto de un mundo tan dividido entre opulentos y miserables como en el que vivimos, consiste en ser capaces de dialogar con lo cultural; con esa
“compleja realidad de valores, significados y visiones del mundo que subyacen a cada pueblo y que se expresan en su lenguaje, en sus símbolos, en sus estilos de vida”3.
Y, ciertamente, un singular crisol cultural es aquél que se organiza a partir de los sistemas de salud.
La Pastoral coge por los cuernos el rasgo de progreso con que la “sociedad civil” se refiere hoy día tanto a esos estilos de vida de los ciudadanos como a su derecho al acceso a la asistencia sanitaria generalizada; en suma, al uso de la amplia estructura de la red sanitaria como derecho a la salud.
Aún más, advierte, siendo que los propios Estados han promulgado leyes aptas para hacer frente a la salud de manera eficaz y han adoptado políticas específicas al establecer Ministerios adecuados; siendo también que las mismas Naciones Unidas han dado vida a la Organización Mundial de la Salud, la misión de la Pastoral no puede sino incidir sobre cuestiones de naturaleza ética y “humana” que van más allá de los aspectos sociales e institucionales del Sector Salud.
El Dolor, la enfermedad y la muerte forman parte de las interrogantes sobre la función de la medicina y la misión del médico en relación con los enfermos. El desarrollo de las ciencias y sus posibles aplicaciones técnicas y terapéuticas, tocan los
“ámbitos más delicados de la vida en sus mismas fuentes y en su significado más profundo”4.
De cara a este complejo moderno que son los sistemas de salud, continua la Pastoral, la Iglesia debe profundizar su obra fomentando la cooperación entre los agentes sanitarios:
“hoy existen múltiples organismos que comprometen directamente a los cristianos en el sector. Además de las congregaciones e instituciones religiosas, con sus estructuras socio-sanitarias, hay colegios y asociaciones, paramédicos, enfermeros, farmacéuticos, voluntarios y organismos diocesanos e interdiocesanos nacionales e internacionales. Se impone una mejor coordinación entre todos ellos para favorecer y difundir una mejor formación ético-religiosa”5.
Segunda respuesta: el sector salud desde el mundo de los que aspiran a “ganar algo”. El punto de vista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
En un clima social en que los sectores salud del mundo viven bajo el credo del ahorro presupuestal y los análisis de impacto costo-beneficio; costo-efectividad, el discurso Vaticano actual es relevante.
Muy pocos dudan de que, finalmente, el mercado ya toca ruidosamente a las puertas del sector salud6.
Por ejemplo, según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el concierto mundial de reformas sectoriales converge entre dos extremos: los sistemas de reembolso apoyados únicamente en estructuras de mercado se desplazan hacia el desarrollo de controles de costos vía regulaciones fuertes. Por su parte, los sistemas hasta hace poco sumamente regulados -como el mexicano en el subsistema público, hay que agregar-, han empezado a introducir incentivos para mejorar la productividad7.
No cabe duda que, tratándose de un sector que, como subraya el Vaticano, tiene todo que ver con el hombre que sufre., el asunto resulta más que problemático.
En sí mismo, como probó Vilfrido Pareto8, pensar el mercado, constituye sin duda, pensar un gran problema. Pensarlo como “aditivo” del sector salud, agreguemos, es pensar un problemón. Escuchemos, si no, la siguiente voz.
Octavio Paz: alguien que se atrevió a problematizar
En sus últimos años, contribuyó a plantear el problema admirablemente:
“el triunfo de la economía del mercado libre sobre la estatizada no ha llevado la abundancia a los pobres y el desempleo se ha convertido en una llaga permanente de los países desarrollados. Lo he dicho muchas veces y hoy lo repito: el mercado es un mecanismo eficaz pero, como todos los mecanismos, es ciego: con la misma indiferencia crea la abundancia y la miseria. Dejado a su propio movimiento, amenaza el equilibrio ecológico del planeta, corrompe el aire, envenena el agua, hace desiertos de los bosques y, en fin, daña a muchas especies vivas, entre ellas al hombre mismo. Por último y sobre todo: no es ni puede ser un modelo de vida. No es una ética de vida, apenas un método para producir y consumir. Ignora la fraternidad, destruye los vínculos sociales, impone la uniformidad en las conciencias y ha hecho del arte y de la literatura un comercio. No hay en lo que acabo de decir la menor nostalgia por la estadolaría. El Estado no es creador de riqueza. Muchos nos preguntamos: ¿esta situación no tiene remedio? Y si lo tiene, ¿cuál es? Mentiría si digo que conozco la respuesta. Nadie la conoce. Nuestro siglo termina en una inmensa interrogación. ¿Qué podemos hacer? Como escritores, ofrecer nuestro testimonio. Decir con veracidad lo que sentimos y pensamos es ya el comienzo de una respuesta”9.
Concluyendo: el foxismo no instrumenta adecuadamente ninguna de las dos respuestas
Frente a los retos que enfrenta todo buen gobierno para equilibrar con imaginación e inteligencia las políticas económicas tácticas y las sociales estratégicas, es claro que una adecuada conducción del Sistema Nacional de Salud no puede reducirse a la mercadotécnica “democratización” de la salud del foxismo.
Porque después de 29 meses de que Fox y los head hunters acallaron las voces propias a la arena de la política pública imponiendo –al estilo de las mejores enseñanzas de los tiempos priístas- tres gerentes “sociales” revestidos de un mero saber financiero general, el gobierno del “cambio” ni defiende al que sufre como postula el actual discurso Vaticano, ni adecua seriamente el marco legal y normativo que regula la prestación de los servicios médicos para que el paciente sea atendido con la “equidad” que pregona el Programa Nacional de Salud 2001-2006 de Julio Frenk.
En una palabra: la “nueva” gestion social del foxismo, no está en ninguna otra parte que no sea la pura continuidad de las políticas inércicas que caracterizaron los últimos diez y ocho años del tardo priísmo10.
¿Qué le ofrece, hoy por hoy, el foxismo al ciudadano global que le confió el primer sexenio de la “alternancia”? Cuando padece episodios de enfermedad, ese ciudadano es inducido -como ya se lo inducía desde los tiempos priístas- a que se atienda en los nichos de mercado que el Programa Nacional de Salud de Frenk quiere consolidar en el sector salud, mientras la responsabilidad social del Estado consagrada en el artículo Cuarto constitucional y en su ley reglamentaria, la Ley General de Salud, tiende a replegarse a la dotación de los rudimentarios y preventivistas paquetes básicos de salud. Esta oferta puede resumirse en una sola frase: ¡yo, Estado, puedo contribuir limitadamente a la detección oportuna, pero en caso de enfermedad: tú te las arreglas!
El foxismo quiere construir un ciudadano global que se autoresponsabilice de su salud y se autocuide. Desde su perspectiva, que es también la de la visión corporativa de la Organización Mundial de la Salud de la Dra. Gro Harlem Brundtlant, ese ciudadano global debe sentirse satisfecho con el Seguro Popular de Julio Frenk, los penosos Programas Integrados de Santiago Levy bautizados pomposamente como Prevenimms y el “nuevo” modelo de medicina familiar preventivo que publicita Benjamín González Roaro.
Lamentablemente, el cuidadano global del foxismo esperaba más de ese primer gobierno del “cambio”; esperaba, ciertamente, un golpe de timón en la política de salud; esperaba, con toda razón, otros, nuevos cuerpos de política; esperaba algo más que una “democratización” de la salud que sólo se traduce en rudimentarios y preventivistas paquetes básicos.
Ese ciudadano que comprende y hasta parece estar dispuesto a bailar la tonada de la globalización, demanda políticas nacionales específicamente clínicas para que lo acompañen en la fiesta. Pero después de más de dos años de gobierno del “cambio”, el gabinetazo “social” del foxismo no ha aportado una sola de pieza, ya no digamos nueva, de políticas en beneficio del médico, la enfermera y el paciente.
Para ese ciudadano que entiende la globalización y que votó por otras políticas de salud, el foxismo es un fraude.
Por tanto, en la elección intermedia del próximo 6 de julio, ese foxismo y esos “gerentes” sociales pagarán, con toda razón, los costos de haber abusado del mandato incuestionable de cambio que, hasta ahora, sólo se han dedicado a traicionar.
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1 La Jornada, 6 de abril, 2003
2 Juan Pablo II (1990), Pastoral de Salud, congregación de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, Bogotá
3 Reforma, 10 de enero, 1996
4 Pastoral, Ibid
5 Pastoral, Ibid
6 Angus Madisson (1997), La Economía Mundial 1820-1992. Análisis y Estadísticas, Perspectivas OCDE, Paris
7 OCDE (1996), Health Care Reform.The Will to Change, Paris. Véase también, OECD (2001), Health at a Glance, Paris y su traducción mexicana, Secretaría de Salud (2002) Salud: México 2001. Información para la rendición de cuentas
8 Franz Borkenau (1978), Pareto, Fondo de Cultura Económica, México
9 Vuelta, enero 1997
10 Gustavo Leal F. (2003) Evidencia para las políticas, Imagen Médica, en prensa