Por Mayra Carrera

Twitter: @Advanita

 

Mire usted que le vi con esa camisa a cuadros, le vi perfecto.

Usted se puso una camisa a cuadros que le resaltaba sus bíceps perfectos y por momentos yo creí que iba a rompérsele, pero en realidad la que quería rompérsela era yo. Caminamos por la calle mojada de la mano: usted con su sonrisa esplendorosa, yo con mis tacones que lejos de parecer que caminaba, parecía que estaba bailando duranguense. Nos sentamos en ese restaurant a donde usted me llevó; yo pedí un corte de carne mientras miraba el suyo. Sí, el suyo; usted pidió un T-Bone y yo apenas un pedazo de palomilla con pimienta.

 

 

Mire usted que brindó conmigo, alzó su copa y yo, yo le vi perfecto.

 

Usted brindó por el momento y yo brindé por tenerle, a tientas, pero tenerle. Nuestros brazos se cruzaron para probar de un plato y otro y es que todo ahí era tan perfecto que cómo no subir foto a Instagram, cómo no tuitearlo, cómo no besarlo a usted, hombre perfecto, pero cuando con mi mirada recorrí sus labios recordé que usted no es mío, ni yo de usted. Entonces no presumimos en redes sociales, solo disfrutamos el vernos uno al lado del otro, estar ahí, sé que lo sabe, fue un gran logro; recorrimos mil pueblos, hicimos mil paradas, hablamos diez mil palabras y al final estábamos ahí, viéndonos, sin mucho que decir.

 

Mire usted que le vi manejando hacia el malecón, le vi perfecto.

 

Usted me llevó al malecón de la mano y nunca me soltó. Había llovido y estaba empapado, yo le vi perfecto; sus cabellos estaban húmedos y la sonrisa jamás se le borró del rostro mojado. Nos sentamos a ver el mar sin decir nada, mire que en ese momento quise recargarme en su pecho, pero le vi quieto, callado, mirando al horizonte y fue donde recordé que usted no es ni remotamente mío, ni yo de usted.

 

Usted manejó a la gran ciudad de regreso, le vi triste, pero aún así, perfecto.

Usted manejó el viaje de vuelta y ahí ya todo era silencio, nada dijimos. Si ahora juntara las horas de silencio entre usted y yo tendríamos un día entero para decirle lo que no le dije, para besarle lo que no le besé y abrazarle lo que no le abracé. Y es que sé que usted no es mío, ni tampoco soy de usted y es que ¿sabe? yo no soy de nadie, usted sea de quien quiera ser.

 

Usted me regaló días preciados, usted es perfecto, fue un hermoso regalo de Navidad; usted manejó, me llevó, me trajo de la mano; usted me hizo feliz y es por eso que yo le escribo todo esto porque usted, usted simplemente es perfecto, pero no es mío y no se preocupe, que yo tampoco quiero ya ser de usted.

 

 

Coincidimos, eso fue todo; jamás usted será mío, yo menos de usted. 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here