Por Tlaloc-Man
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@merodeadormty

 

La esvástica en el omóplato te dice mucho. Lo bueno es que no le desagradan los morenos, por algo estás besuqueándola. Ya tenías planeado cómo sería, cómo la abordarías. Ahora que das pequeños mordiscos a sus labios, compruebas los beneficios de la homeostasis a través de una sobredosis de picoretes.

Hagamos cuentas, hagamos cuentas: la ocasión que más has durado en plena aduana del beso sería, quizá, dos minutos, no más. Además no eres de los que pierden tiempo: te deslizas al cuello, a los hombros y de ahí ya nada te detiene.

Te dijo que le compraras un brassiere, el que tú quisieras, solo que ajustara a su medida. No le preguntaste cuál era, dejaste que tus manos te brindaran esa información. Y volviendo a la sesión de ósculos, la mujer interrumpe tu ímpetu amante para mostrarte parte del sostén. Buen chico.

Dicen que Mila Kunis es la mujer más sexy del mundo. Igual no importa, tú estas en pleno desprendimiento de piel por besos con la mujer que usa las palabras más sugerentes del idioma y lo mejor es que te las dice también en francés. Al menos en la ciudad de Monterrey ella es la mejor en eso.

Ya la cúpula es mero trámite, gemirá bastante gracias a tres nuevas posiciones que pondrás en práctica; lo que debe entenderse, lo que debes entender, es que hay que saber interpretar los signos. Si ella te dice que debes besarle la cruz nazi, descubriendo la espalda, debes besársela sin más: bebértela, no concentrarte en las palabras que buda, el tatuaje en el otro omóplato, está dejando escapar de su vientre abierto gracias al seppuku que se practicó. Que sepan nuestros lectores, para el anécdota, que las palabras de buda son un poema de José Emilio Pacheco.

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