Bibiana Faulkner
Porque cuando amo, escribo mucho. Y alguna vez, viviendo un amor que primero fue a distancia, escribí:
Yo me enamoré primero de ti; sin embargo, tú me dijiste antes que me amabas.
Siendo tan jóvenes y viviendo a muchos cientos de kilómetros de distancia, el esfuerzo por sentirnos cerca debe doblarse, triplicarse, tal vez multiplicarse por noventa, por trescientos, por mil. Siendo ambas tan atrevidas y tan complicadas, contemplé una serie de posibilidades que quiero adelantar porque sé, nos sucederán.
Cuando me enoje contigo te diré “creo que te amo”, probablemente ignoraré tus cartas, intentaré llamar tu atención con el único fin de hacerte recordar que sigo ahí, molesta contigo. Llamarás a mi madre para que yo no olvide lo cerca que estás de mí y me mandarás mensajes esporádicos.
Cuando te enojes conmigo, me contestarás en monosílabas, seguramente no responderás mis llamadas telefónicas, intentarás cualquier cosa para que yo no sepa de ti y entonces me obligues a buscarte. Mandaré a tu puerta, tu flor preferida y adelantarás su muerte sin darle agua que beber.
Cuando me enfurezca, querré terminar y entonces tú me preguntarás “¿Desde hace cuánto nos esperamos?” Me dirás que lo que más te gusta de mí es mi boca y mi carácter.
Cuando te enfurezcas, querrás terminar y entonces te diré que te lloraba antes de que fueras mía. Te diré que lo que más me gusta de ti son tus pechos y tu carácter.
Cuando alguien nuevo llegue a tu vida y pretenda algo más que un café, dejaré que tomes cuantas tazas quieras, solo para que vuelvas a mí y me digas que me amas más que antes.
Y tú harás lo mismo.
Entonces, cuando algo en realidad nos falle y ninguna de las palabras que nos digamos, funcione, te tomaré de las manos, recordándote que se ajustan a las mías con perfección absoluta y que nuestra felicidad es más pura si nos mantenemos juntas. Te diré que con nosotras nunca ha funcionado el desechar las palabras y que si existen otras vidas, quiero tenerte en todas, sin dejar pasar esta. Te diré que te dejaré escoger el color de nuestra casa y que ya estaba enamorada de ti antes de que me escribieras en tantas canciones…
No recuerdo cómo terminaba el texto, pero recuerdo cómo terminó el amor. Cuando se revive un texto como este, no se revive otra cosa que las palabras porque la danza de sentimientos que hubo alguna vez, dejó de tener autonomía sobre mi piel hace ya mucho tiempo, cuando no supe dónde poner todo lo que no sentía por ti.