Por Maru Luarca
Twitter: @Lady_Micu
Esta es una revolución que nace en la almohada requiere un solo bolchevique y morirá con el amanecer. Esta es una declaración de símbolos negros sobre nieve bidimensional que no declara nada. Estas son las ganas de escribir cuando no se tienen ganas.
Como ese muelle que pierde una piedra por noche ante el apetito voraz de un mar implacable, así mis ganas de escribir, de comer, de dormir. De enamorarme.
Y es que sentir es una trampa mortal con filo en los cuatro costados.
Mal si sí, peor si no. O quizás en orden inverso.
Vamos a jugar que somos piedras y que pavimentamos un camino que termina en donde empieza. Las piedras no lloran y a lo sumo, reciben el beso de la lluvia. Con suerte se cubren de moho y simulan microscópicos jardines a los que mudan su domicilio las hormigas huérfanas.
Si vamos a ser, seamos piedras.
Hagamos ruido en los ríos para que la gente ejercite la paranoia y se hagan concursos que nadie convoca para elegir la mejor teoría de conspiración.
Si vamos a ser piedras, rompamos ventanas y quebremos las ruedas de los coches tirados por caballos en los que viaja el futuro disfrazado de pasado.
Si vamos a ser piedras, recuesta tus sueños en nuestra espalda gris y no te quejes por la dureza de la almohada. Igual las piedras no escuchan.
Seamos piedras y busquemos la pendiente que hace sentirnos vivos cuando rodamos cuesta abajo y nos alcanza el amanecer.