Se asegura en Jalisco que José Francisco Castillo Navarro, secretario general de la Sección III del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, es un “charro”, pero sindical.
Y es que Castillo Navarro se caracteriza por ordenar, en cualquier conflicto IMSS-sindicato, “defender al personal de confianza y ‘chingar’ al sindicalizado”, así nomás, sin motivo aparente.
De acuerdo con documentos en poder de Imagen Médica, ejemplos de la conducta “antisindicalista” de Castillo Navarro hay muchos, que incluyen la destitución de sindicalizados que no “compaginan” con sus ideas. Por esos motivos, personal de la sección se ha visto en la necesidad de presentar su renuncia con carácter de “irrevocable”.
Castillo Navarro se encuentra bajo sospecha por el mal uso que presuntamente hace de los 28 millones de pesos mensuales que maneja de las cuotas de sus agremiados, y que se ha denunciado en numerosos medios locales, que utiliza para hacer su campaña proselitista en busca de una diputación por el PRI.
Para variar, el PRI es el partido que cobija a un buen número de legisladores -diputados y senadores-, que en una oscura alianza con el PAN aprobaron en el Congreso de la Unión la perversa reforma a la Ley del Seguro Social, que termina con el Régimen de Jubilaciones y Pensiones y de paso da el tiro de gracia al Contrato Colectivo de Trabajo del gremio. Hoy, tan sólo mencionar al PRI, constituye una gran ofensa para millones de trabajadores mexicanos, y sus familias.
Según cartas enviadas a Imagen Médica, de los dispendios de las cuotas sindicales se desprende que si el instituto dice que está en crisis, “el sindicato no”. Para muestra, el pasado XXI Congreso Seccional Ordinario del 9 de julio, en el que los más de 200 invitados -algunos que cargaron hasta con el perro- fueron atendidos como reyes.
En los documentos se acusa que como invitados de “honor” al evento estatutario, acudieron “distinguidos” priístas del estado, como el alcalde de Guadalajara, Emilio González Márquez; el líder del PRI en el Congreso, Ramiro Hernández García, y el secretario de Salud, Alfonso Petersen Farah, entre otros.
A Castillo Navarro le importó que sus distinguidos invitados apreciaran mantas desplegadas por trabajadores inconformes acusando la brutal corrupción de su gestión, y como para borrar la negra impresión, a todos los hospedó en el hotel Camino Real, con derecho a comida y bebida sin límite y de cualquier tipo; a cualquier costo, pues.
De noche, les festejó con una noche mexicana en la Presidencia Municipal de Zapopan, en donde el atuendo de la esposa e hijos del secretario general, y de su “selecto” grupo de confianza, fueron trajes de charro “de más de cinco mil pesos cada uno”.
Para cerrar con broche de oro el agasajo, y la “compra” de voluntades de los paseantes del Comité Ejecutivo Nacional y de los correspondientes seccionales, a los 200 se les invitó a un paseo en el “Tequila Express”, que tiene un costo unitario por boleto de 600 pesos.
Dice un documento que “es una lástima que nuestro sindicato -a escala nacional y seccional- esté retrocediendo a prácticas en las que ya habíamos avanzado, en las que se hace uso de la represión”. Lo anterior, porque en el Consejo Castillo Navarro se vio rodeado permanentemente por 20 elementos de “seguridad”, -trabajadores con licencia que no están trabajando y que no los cubren-, que parecían “espías de la CIA”, pues no dejaban que nadie, absolutamente nadie se acercara a las “grandes personalidades”.
En el Consejo, y para descalificar a los trabajadores que disienten, Charly o El Fachas -sobrenombres con los que se conoce también a Castillo Navarro-, hizo suyas las expresiones que a últimas fechas ha repetido el secretario general del gremio Roberto Vega y Galina: “no aceptaremos condiciones, chantajes o presiones de ninguna índole”; “el sindicato está muy por encima de los intereses personales y de grupo”, y las hizo colgar en mantas.
Concluye el documento:
“El panorama es triste, pero las verdades, tarde que temprano, salen a la luz. Un mal dirigente podrá tener el control por un tiempo, pero luego se le cae el teatrito. Nuevamente somos los trabajadores los paganos de estos líderes charros, que en el discurso tratan de ser diferentes, pero en sus hechos no”.
Las denuncias contra El Fachas obran en poder de Vega y Galina, a quien los inconformes le piden que se haga justicia, “que no los defraude”, que observe los hechos en su “justa dimensión”, y “que no se apantalle con regalitos”. “Que Dios lo ilumine”, desean.