Gustavo Leal F.
División de Ciencias Biológicas y de la Salud
Departamento de Atención a la Salud
Area de Investigación en Salud y Sociedad
2003: Santiago Levy. Hasta que la “reforma” nos alcance
6.1.- Desventuras del tecnócrata ahorrador1
Santiago Levy, por empeño de Fox actual director “financiero” del IMSS, empezó el año con la pata chueca. Después de colisionar con 13 aseguradoras especializadas en rentas vitalicias, enfrentarse a los operadores de la red institucional de teatros, dar de baja a mil 119 enfermos de sida “por no cubrir sus cotizaciones”, el 3 de enero la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas retiró la licencia de seguridad radiológica a la Unidad de Medicina Nuclear del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional “Siglo XXI” porque el “responsable demostró que no estaba haciendo su trabajo”.
Simultáneamente, un documento de la Comisión de Valores y Cambios de EUA, difundió que la firma de productos radiológicos y servicios farmacéuticos Syncor de México, gastó más de dos millones de dólares para “retener contratos y obtener nuevos negocios en el país”. El más jugoso: por 979 mil 824 pesos, lo obtuvo del gobierno y fue para “surtir hospitales del IMSS en Guanajuato”.
En una acción sin precedentes, médicos y enfermeras de 17 entidades donde opera el programa IMSS-Coplamar-Solidaridad-Oportunidades, tomaron pacíficamente el 7 de enero las instalaciones centrales del Instituto en la avenida Reforma con un pliego irrefutable: condiciones mínimas de trabajo para 564 unidades médicas rurales y 10 hospitales de segundo nivel. Mientras tanto, Levy celebraba alegremente en Los Pinos el día de la enfermera. Ahí declaró: “mucho de lo que hemos sembrado, ya empieza a rendir frutos” .
Y en efecto, pocos días después propietarios de guarderías subrogadas, padres de familia y derechohabientes se manifestaron en diversas ciudades del país para denunciar otra imposición de Levy: un “cambio de esquema”, que para variar, no fue consultado con los interesados. Esta “innovadora” iniciativa, cancela de un plumazo la autodeclarada vocación del IMSS para promover las políticas de género que tanto solazan a Marta Sahagún. Los propietarios señalaron que, contra lo que asegura Fox, “las chiquillas y los chiquillos” no parecen representar una prioridad del gobierno del “cambio” porque el “democrático esquema” de Levy concibe a los menores como “muebles de primera, segunda o tercera categoría”.
Además, toda la “aportación” sanitaria del Levy-foxista se reduce a los vergonzosos Programas Integrados de Salud (niño, adolescente, mujer, hombre, adulto mayor) promovidos por el subdirector de Prestaciones Médicas Onofre Muñoz y su costosa campaña bautizada como Prevenimss. Siguiendo el tecnocrático Programa Nacional de Salud de Julio Frenk y el Informe Sobre la Salud en el Mundo 2002 (Reduciendo riesgos, promoviendo una vida saludable) de la Organización Mundial de la Salud de la Dra. Brundtlandt, esos Programas Integrados aspiran a responsabilizar al ciudadano del “autocuidado” de su salud y culparlo del abandono de los tratamientos que el Instituto les ha prescrito, aunque la rudimentaria componente de “salud” de Progresa-Oportunidades, ese primer “hijo” del Levy- zedillista, ya se “atiende” en el régimen obligatorio: a diciembre del 2001, se habían instalado 45 módulos operativos en 45 delegaciones del Instituto para cubrir con el paquete básico de servicios de salud a 11,623 familias.
Y aunque Fox, en su última visita a Davos se reunió con las farmacéuticas Novartis y Glaxo Smith Kline, al conmemorar 60 Años del IMSS asumió, sin empacho, que se “mejorará el abasto de medicinas” para que ¡al final del 2003! esté cubierto el “90 por ciento” de las claves básicas. ¿Cómo estarán las otras? Agreguemos que el 26 de abril del 2002 fijó a Frenk, Levy, González Roaro y la SHCP un plazo de “tres meses” para que “solucionen de manera definitiva el problema”.
En este cuadro desastroso, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos comunica que las quejas relacionadas con “fallas en las instituciones de salud se han convertido en el motivo de inconformidades número uno”.
Frente a la oferta de la Alianza por el Cambio y aquello que efectivamente se le demandó a Fox en la campaña: resolver el desabasto, acortar el diferimiento quirúrgico y poner en operación las unidades terminadas, es claro que Ramón Muñoz y su extravagante coordinación de Innovación Gubernamental, ha fracasado estruendosamente. Después de 27 meses de cacarear un “cambio” invisible, el IMSS no dispone de una sola política clínica alternativa para mejorar efectivamente la situación de los médicos y pacientes a su cargo.
Vicente Fox, Ramón Muñoz, Santiago Levy y Onofre Muñoz traicionan el mandato que recibió el PAN el 2 de julio del 2000 y son, además, los responsables directos del insensible redimensionamiento de la “empresa” IMSS a los tiempos de la “globalización”, mientras cunde generalizadamente la inconformidad y desmoralización laboral. La elección intermedia del 2003, les brindará, sin duda, los amargos “frutos” de su “siembra”.
6.2.- ¿”Quítale el freno al cambio”?2
Narran las leyendas que, además de los pagarés del Fobaproa (hoy IPAB) que firmó como funcionario de Zedillo, Santiago Levy “sugirió” al entonces rector de la UNAM, Francisco Barnés, “elevar las cuotas” que culminaron en aquella fatídica huelga que cerró la máxima casa de estudios por un año. Y basta examinar los crudos balances de las mesas dedicadas al Diálogo por una Política de Estado para el Campo, para redondear un primer saldo sobre su paso por el diseño de las políticas públicas para el “combate” a la pobreza: Progresa, hoy Oportunidades. Como reconociera la secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota: la “falta de precisión de los proyectos gubernamentales frena la política social; el diseño ya no responde”, mientras que el coordinador de IMSS-Oportunidades, Javier Cabral Soto, confiesa que por el incremento de la demanda que trajo Progresa “lo que antes duraba un mes, ahora se acaba en dos semanas y media”.
Se requería un “gobierno” de la “calidad” del de Vicente Fox (y su coordinador de Innovación Gubernamental en Los Pinos, Ramón Muñoz) para nombrar a un “cuadro” de esta trayectoria y perfil al frente del IMSS aunque, como era de esperarse, las consecuencias llegaron pronto. Dada la aguda precariedad laboral de los trabajadores del Instituto, resultó un afrenta que su primer “política” consistiera en autoasignarse un salario más alto, seguida, inmediatamente, de una calculada estrategia mediática para justificar su presencia en el gobierno del “cambio”, ordenando para ello un “apocalíptico” Informe que puso, por supuesto, a disposición de Fox y el Congreso de la Unión.
Es difícil establecer quién recomendó a Levy optar por transformarse en “experto” sobre los “pasivos” institucionales a costa de descuidar la operación médica habitual, sobre todo, cuando fue designado para resolver una agenda muy precisa: desabasto, diferimiento quirúrgico e inaugurar las obras terminadas. En cualquier caso, después de 28 meses de pura inercia y continuidad, los fatales resultados de esa recomendación están a la vista de todos: impactan la atención a la salud de los mexicanos y las condiciones de trabajo de los médicos y enfermeras que los asisten.
Hoy por hoy Santiago Levy, actual director “financiero” del IMSS y su subdirector de Prestaciones Médicas, Onofre Muñoz son los responsables directos de la más profunda crítica intra-gubernamental de que tenga noticia el así llamado gobierno de la “alternancia”. Al decir de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), ya es “preocupante” la frecuencia “cada vez mayor” con que se presentan quejas contra la atención brindada debido a la “escasez de medicamentos y equipo, así como una inadecuada prestación de servicios en general”. Y aunque Fox intentó resbalar la crítica: “si bien hay avances, todavía se está lejos de la situación ideal” dijo, la CNDH fue aún más lejos: aún peor que el “rechazo abierto” a las recomendaciones, es la “simulación de su cumplimiento”. La impunidad anula la justicia y deriva en “frustración, falta de credibilidad y desconfianza en las instituciones públicas”.
Como si no fuera suficiente, en los últimos 24 meses el IMSS se cuenta entre las entidades paraestatales en que la Secretaría de la Contraloría ha detectado mayor número de actos ilícitos y de corrupción: se han impuesto sanciones a 618 funcionarios.
Después de los recientes plantones de la Sección 34 del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (La Jornada, 15/2), entre muchos otros, Fox se atrevió todavía a sostener en Yucatán, que el desabasto “temporal” es una “justa demanda de la ciudadanía: es nuestra obligación atenderla a la brevedad”. Pero, por enésima vez y como predicando en el desierto, se vio nuevamente obligado, a “instruir” a los funcionarios “responsables” para que “garanticen el surtimiento oportuno de las recetas en todos los centros públicos de salud”.
Como siempre, Levy volvió a despreciar la “instrucción”: el abasto, declaró, llegará “a su normalidad en dos semanas”. ¿Lo creerá Fox? Mientras tanto, su subdirector Administrativo, Luis Guillermo Ibarra, se ajusta a la política de la doble p: “privatización de la mayor parte de los eslabones de la cadena productiva y más presupuesto para los involucrados”. ¿Coincidirá con ello Ramón Muñoz?
En una reciente entrevista, Ernesto Rubio del Cueto –empresario de la vieja cartelera priísta y actual miembro del Consejo Técnico del IMSS-, después de asumir todas las “apocalípticas” premisas del Informe Levy, concluyó que en la “actualidad” se analizan diversos puntos para llegar a un “consenso”. El “deberá ser totalmente respaldado por el Ejecutivo y el Legislativo”.
¡Perfecto! ¿Y el “consenso” de los enfermos, derechohabientes y médicos de la Institución? ¿”Quítale el freno al cambio”?
6.3.- Ayuda a los pobres, pero ¡no los hagas ricos!2
Aunque Santiago Levy sostuvo en su Informe de Labores ante la 92 Asamblea General Ordinaria del IMSS que -a pesar del “contexto macroeconómico difícil”- durante 2003 se prevé incrementar el cupo de guarderías en “22 mil lugares”, el Senado de la República aprobó el 29 de abril un proyecto de Decreto –presentado por el priísta Genaro Borrego- que permite que las guarderías sean operadas con esquemas de subrogación y reversión. Los diputados pueden corregir todavía este asunto trascendental para la condición laboral de las mujeres.
En el “debate” parlamentario, que adicionó el artículo 203, reformó el 204 y derogó el 213 de la Ley del Seguro Social, sonaron voces insólitas. Una de ellas fue la de Genaro Borrego, quién forzó a que el Pleno discutiera un dictamen sobre el que no habían llegado a acuerdo las comisiones competentes. Y para la emisión del voto, contó con la aplanadora panista que, apenas en febrero, presentó en la Cámara de Diputados una Iniciativa similar, inmediatamente rechazada por la Comisión de Seguridad Social (Gaceta Parlamentaria, 6/2).
El seguro de guarderías nació en 1973. Diez años después se estableció el esquema “participativo”, donde el IMSS “capacita” y las asociaciones civiles edifican y administran. En 1995, gracias al Diagnóstico (pp 83-95) que elaboró el mismo Genaro Borrego, surgió el modelo vecinal-comunitario. Una ruta de abierto retiro del Instituto en la prestación directa.
El esquema vecinal-comunitario fue objeto de un intenso debate público en enero pasado, cuando Santiago Levy y su Consejo Técnico se ensañaron con los prestadores del servicio, obligándolos a firmar nuevos convenios de subrogación que, con menor costo, jerarquizan y comprometen la calidad de la atención a los infantes (IMSS, Nota Informativa, 1/1). Tanto así, que el Senado solicitó que Levy comparezca, a “la brevedad posible”, para informar sobre la situación de las guarderías subrogadas (EnPleno, 10/6).
El Segundo Informe de Ejecución 2002 del PND sostiene que el Sistema Nacional de Guarderías “favorece” la condición laboral de las madres trabajadoras, para lo cual se busca “ampliar” el número de lugares, conviniendo con “otros” sectores su participación. Pero, al 2002, apenas contaba con mil 163 guarderías y 140 mil lugares.
Lo que aprobó el Senado, establece algo que puede parecer increíble: los servicios de guardería infantil “incluirán aseo, alimentación, cuidado de la salud, educación y recreación”. También faculta al IMSS para prestar servicios indirectamente, vía subrogación, y convenios de reversión con patrones. Todo ello, “en términos” del ¡Programa Nacional de Educación!
El proyecto estanca la oferta pública, legaliza el retiro operador del IMSS, castiga a los prestadores imponiéndoles diferentes “opciones” para los “pagos mínimos” sin garantizar una pauta promedio de calidad. Ello contradice las políticas de género de Marta Sahagún que tanto aplaude Santiago Levy.
Los “nuevos” esquemas de guarderías surgen en un clima que poco favorece la noble labor institucional: desabasto estructural generalizado; acumulación de recomendaciones de la CNDH por responsabilidad profesional; compra ilegal de información de afiliados; paros en 112 clínicas rurales de Coatzacoalcos; quejas de la CROM por la “deficiente atención”; denuncias desde los comités vecinales de la Delegación Dos Noreste, por la falta de insumos para “llevar a cabo el llamado Prevenimss” y presuntas acusaciones a funcionarios: Luis Miguel Chong, director de Innovación y Desarrollo Tecnológico, es mencionado en un recurso de inconformidad interpuesto por la firma Telepeaje Electrónico ante la Secretaría de la Función Pública.
Agréguese la manifiesta preocupación de los trabajadores de Tijuana por la operación “ilegal” de las Unidades Médicas de Alta Especialidad (UMAES), que generan un modelo de atención “plus” para pacientes de “primera” y otro “estándar” para los pacientes de “segunda”, unidades promovidas por Santiago Levy y Beatriz Zurita, su coordinadora de Planeación y Desarrollo desde la dirección de Prestaciones Médicas. También el Segundo Informe de Ejecución del PND, advierte que “se espera implementar 15 UMAES de las 24 que están consideradas en el proyecto”.
Por si no fuera suficiente, el SNTIMSS repudia “un seguro popular de tipo demagógico sexenal”, diseñado por Julio Frenk, y critica abiertamente a los funcionarios del Instituto por “pasarle la responsabilidad del pago de servicio médico a quienes menos tienen”.
Sin embargo, en su folclórico lenguaje Vicente Fox sigue estimando que “no está mal nuestro sistema de salud en México” (sic). Sin duda: las “políticas” de Santiago Levy, se ajustan bien al proverbio que dice: “debes ayudar a los pobres en proporción a sus necesidades, pero no estás obligado a volverlos ricos”.
Las madres mexicanas que trabajan, no pueden sino quedar sinceramente agradecidas con el “honorable” senador Genaro Borrego Estrada.
6.4.- ¿También el cambio en reversa es “cambio”?3
¿Qué tanto aguardaban los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores del IMSS (SNTSS) de la recién electa Legislatura 59? ¿“Defender” desde ella la seguridad social que el gobierno del “cambio” tiene bajo ataque? Porque para la desairada elección del 6 de julio (casi 60 por ciento de abstención), parecieron haber estimado que debían tirar toda la carne al asador.
Después de la caída de Punzo Gaona en el XX1 Congreso Nacional Extraordinario (1989), asumió la secretaría general del SNTSS Miguel Ángel Saénz Garza -diputado priísta en dos oportunidades- quién ocupó el cargo hasta 1994. Saénz Garza fue, también, Secretario Técnico de la Comisión de Seguridad Social de la saliente Legislatura 58.
Al Dr. Antonio Rosado correspondieron los siguientes cuatro años: 1994-1998 y la polémica reforma de Zedillo de 1995. Pero para la elección del 2003, Rosado se animó a participar, sin fortuna, como candidato plurinominal de Convergencia por la Democracia (cuarto lugar de la cuarta circunscripción: Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala y el DF).
Por su parte, Fernando Rocha Larrainzar, secretario general del SNTSS entre 1998 y 2002, también se entusiasmó con la elección del 6 de julio: optó por una candidatura plurinominal del Partido del Trabajo (cuarto lugar de la quinta circunscripción: Estado de México, Michoacán y Guerrero). Aunque, como Rosado, Rocha tampoco fue electo.
¡Sin embargo hubo un triunfo! Roberto Vega Gallina, actual secretario general, ganó un escaño para el PRI, compitiendo en el cuarto lugar plurinominal de la misma circunscripción en que contendió Rosado. Con ello portará, a partir del 1 de septiembre, dos serias representaciones: la de 313 mil trabajadores sindicalizados –y 114 mil jubilados- que laboran en el IMSS y, también, la de todos aquellos electores que le confiaron su voto en la 59 Legislatura, para que “defienda” la seguridad social.
¿Qué muestra este curioso fenómeno? Algo bastante problemático: la creencia de que es desde el Poder Legislativo donde puede “defenderse” la seguridad social. ¿Y así ha sucedido? Parece que no! A pesar de los sindicalistas presentes en todas las últimas Legislaturas, se advierte que esa creencia ha operado, más bien, en sentido exactamente opuesto.
De ello dan cabal testimonio las recientes Reformas al IMSS de Zedillo/Borrego (1995) y Fox/Levy (2001), la aprobación de las Instituciones de Seguros Especializadas en Servicios de Salud (ISES) de Gurría/Juan Ramón de la Fuente/Samuel Aguilar (1999), la legalización parlamentaria del Seguro Popular de Fox/Frenk (2003), el proyecto de Decreto senatorial sobre guarderias IMSS de Borrego/PAN (2003) y la inminente Reforma al ISSSTE de Fox/González Roaro. En estas iniciativas, poco o nada pudieron hacer los legisladores sindicalistas para “defender” la seguridad social.
Esta pobre presencia parlamentaria colorea el paisaje, mucho más amplio, de claras imperfecciones de la representación democrática. Las demandas sociales poco suelen canalizarse a través de partidos políticos, que tradicionalmente van a la zaga. Y cuando, finalmente, logran arropar alguna demanda, ella queda entrampada en sus obesos aparatos, vergonzosos ajustes intra-parlamentarios e intereses puramente pecunarios. El Acuerdo Nacional para el Campo representa el caso más reciente.
Después del voto, la representación democrática, sigue sin consolidar una esfera pública verdaderamente deliberativa que mejore de raíz las políticas públicas. Como la participación política no culmina con el ejercicio del voto, aún falta diseñar mecanismos de control sobre las decisiones de los legisladores. Porque ¿a quién ha explicado el senador perredista Demetrio Sodi el “sentido” de su lamentable voto aprobatorio para legalizar el Seguro Popular de Julio Frenk?
Y todavía cabría preguntar si, acaso, mucho antes de la lid parlamentaria, los legisladores que pretenden “defender” la seguridad social no deberían haber empezado, primero, por su propia casa. Actualizando, por ejemplo, la calidad de su propuesta sindical y estructurándola sobre lo específico del servicio que prestan. El mineral de esta empresa lo constituyen, ciertamente, los cuadros medios: los responsables de la operación cotidiana y no las cúpulas fascinadas con el mundo autorreferencial de los actuales partidos políticos.
Así, el triunfo de Roberto Vega Gallina representa un reto y una oportunidad. El primero consiste en rendir cuentas a los electores sobre los precisos términos con que “defenderá” efectivamente la seguridad social. Su oportunidad reposa en diseñar pluralmente, por primera vez en la historia del México reciente, una política pública para todos.
Para ello, Vega podría empezar buscando acuerdos entre las diferentes voces que animan la política pública y conformar así esa socorrida voluntad común de “defender la seguridad social”. A su entera disposición están ahora los recursos parlamentarios, la opinión pública y, sobre todo, el juicio retrospectivo de sus electores.
Caso contrario su esfuerzo habrá resultado, una vez más, sencillamente vano.
6.5.- ¿Lo que se “soslaya estalla”?4
En el marco de otra campaña mediática que inició días antes de la elección intermedia del 6 de julio, Santiago Levy director “financiero” del IMSS, intentó seguir propalando su apocalíptico mensaje: el Instituto está frágil, pesa el “fuerte pasivo laboral” y “su problemática es ya insostenible”. Pero después de 33 meses de cobrar 213 mil pesos, sin ocuparse mayormente de los servicios médicos que dan sentido a la institución, el otrora presidente de la Comisión Gasto-Financiamiento de Zedillo, se topó con el hartazgo de casi todos: legisladores, autoridades hacendarias, empresarios, sindicalistas, derechohabientes y partidos políticos.
Soluciones y “proyectos concretos”, le exigieron los senadores en su fatídica comparecencia del cinco de agosto: “ya hace un año dijo lo mismo”, no hay “que darle la vuelta al problema”, nosotros “no somos expertos”, agregaron, mientras un nervioso Levy, apenas atinaba a implorarles formar grupos de trabajo para “evaluar los cambios legales”.
Pero, frente al apocalíptico cuadro que traza el segundo Informe sobre la situación financiera del IMSS del gobierno del “cambio”, la propia Secretaría de Hacienda descartó presiones “en el corto plazo” para las finanzas públicas a consecuencia de los pasivos laborales, porque “año con año hemos venido fondeando una parte muy importante”.
Simultáneamente, los empresarios reclaman “medidas inmediatas pero muy concretas para salvar al IMSS” y comunican no estar dispuestos a “pagar más por los errores que se han cometido”. Por su parte, el sindicalista Héctor Ulises García tilda de “tramposa” y “simplista” la visión catastrófica del Informe Levy. Y aunque el IMSS destina formidables recursos para la compra de bienes informáticos -78 millones de dólares, sólo en el 2003-, los derechohabientes siguen denunciando deficiencias en el servicio, a pesar de la esforzada labor de los médicos, enfermeras y profesiones afines que hacen lo que pueden.
Por si no fuera suficiente, Manuel Espino, secretario general del PAN, estima que “dadas las circunstancias, se esperaría del director del Instituto el remedio y el trapito”. Además de que, cumplidas las elecciones del 2003, la dirigencia del PAN había denunciado que “funcionarios federales intervinieron para favorecer al PRI”. Los señalamientos apuntaron hacia el IMSS de Levy.
Después de 33 largos meses en el cargo, los “cambios” que insinuó Levy en el Senado podrían “modificar la edad de retiro y la estructura de contribuciones”. Pero, acaso ¿ello mejorará los servicios médicos institucionales? La evidencia sobre las “políticas” de Levy muestra lo contrario.
A pesar de que el IMSS está diseñado para atender daños médicos (Luis Mario Villafaña, La Modernización de la Medicina en la Seguridad Social), emulando el tiempo en que diseñó Progresa, Levy impuso que 275 mil familias recibieran la atención del componente de salud de Oportunidades (paquete básico) en el Régimen Ordinario ¡Como si médicos y enfermeras no tuvieran suficientes enfermedades que atender!
Y no fue todo. Con Onofre Muñoz y Gonzalo Gutiérrez Trujillo, de la dirección de Prestaciones Médicas, Levy incorporó, también, la cultura del “autocuidado” a través de Prevenimss. Para ello, se distribuyeron más de 5 millones de Cartillas de Salud. ¡Como si el Proceso de Mejora de la Medicina Familiar no tuviera suficiente con los seis principales motivos de consulta!
No resulta casual que, contradiciendo las “políticas” de Levy, la Coparmex sugiera que, para solucionar la saturación de los servicios “se separe la atención preventiva de la curativa”, y que la primera se realice fuera del IMSS, vía redes médicas aprobadas por el Instituto y la Secretaría de Salud.
Los rumores sobre la destitución de un director “financiero” como Levy, no han caído, pues, en el vacío. Es claro que la “política” catastrofista que le endosa a Fox, no sólo no porta un gramo de “cambio”, ni beneficia a nadie y es, además, prácticamente inviable. Sus apocalípticos “diagnósticos” y “estrategias” podrían derivar, además, en un enfrentamiento sin precedentes con el Sindicato y los derechohabientes.
Fugándose hacia el futuro y mirándose complacido en el Fobaproa-Ortíz, el senador priísta y exdirector del IMSS, Genaro Borrego, ha aludido a la “necesidad” de un Fobaproa de la seguridad social. ¿Y cuál es su sólido “argumento”? Elemental: lo que se “soslaya estalla”. No hay duda: como el primero, ese neo Fobaproa cubriría a todos los responsables de la situación del IMSS, entre ellos, señaladamente, al propio Genaro Borrego.
Después de 33 meses en la responsabilidad y una severa penalización electoral a cuestas ¿habrá todavía una política de seguridad social de Vicente Fox? O, acaso, ¿sólo debemos aguardar otro extraordinario reportaje de Jaime Avilés en La Jornada para que en Los Pinos se decidan a decidir?
6.6.- ¡Hasta que la “reforma” nos alcance!5
En junio de 2002, seis meses después de que volviera a “reformar” la ley del IMSS, Santiago Levy -por empeño de Fox, actual director “financiero” de este organismo-, publicó su primer Informe apocalíptico. En el se sostiene que el estado financiero del Instituto es “en extremo delicado y frágil”, además de que “las perspectivas a corto y mediano plazo son desfavorables: la situación actual no se puede sostener indefinidamente”.
Un año después, el otrora presidente de la Comisión Gasto-Financiamiento de Zedillo, intentó repetir la dósis. Su segundo Informe apocalíptico (junio de 2003), reiteró (página VII) las mismas exactas palabras. Pero ahora la “pólvora” -del que también fungiera como Coordinador de Asesores del defenestrado Jaime Serra Puche en la antigua SECOFI-, estaba más que húmeda.
Y es que, poco antes, Levy ya había recibido algunos avisos. En su comparecencia ante el Senado de la República (5 de agosto) los legisladores le exigieron soluciones y “proyectos concretos”. También le recordaron que “ya hace un año dijo lo mismo”, no hay “que darle la vuelta al problema”, nosotros “no somos expertos”.
¿Lo será Levy? Parece que ¡no!, porque después de 35 meses de cobrar 213 pesos mensuales sin ocuparse mayormente de los servicios médicos institucionales y reiterar hasta el hartazgo su catastrofista mensaje, la noche del 23 de septiembre pasado, literalmente, se le apareció el Diablo.
En la Décimo Cuarta Conferencia Internacional de Actuarios y Estadísticos de la Seguridad Social celebrada en la Ciudad de México, Christopher Daykin, jefe de la Oficina Actuarial del Reino Unido y presidente de la Asociación Internacional de Actuarios, manifestó enfáticamente que, a diferencia de lo que gusta “diagnosticar” el foxismo sanitario, la situación del IMSS “no obliga a tomar acciones inmediatas, pues aún no está en riesgo su viabilidad. No creo que esté en una crisis. Los problemas que enfrenta son de largo y no de corto plazo. Son situaciones que enfrentan muchas instituciones de seguridad social en el mundo” (La Jornada, 24/9).
De una pieza, en silencio y con el semblante de aquél que ha sido noqueado, Santiago Levy procuró mostrarse impasible. Pero Daykin todavía disparó algunos ganchos más. Con precisión agregó “no veo que el IMSS tenga algún problema de solvencia que requiera que fuera rescatado, aunque sí tiene desafíos estructurales de largo plazo”.
¿Cómo cuáles? Nuevamente contrariando los énfasis financieros del foxismo y la entera ausencia de políticas clínicas alternativas que se aguardaban del gobierno que soñó ser del “cambio, Daykin puntualizó que “la contratación externa de servicios” -como la reforma a las guarderías promovida por el senador priísta Genaro Borrego- “puede reducir costos, pero tiene que examinarse con cuidado para asegurar que no afecte la calidad del servicio. Reino Unido lo hizo para mejorar la calidad, no para generar ahorros”.
Levy quedó definitivamente fuera de combate. Porque, encajando un demoniazo final, Daykin sostuvo que problema “urgente” del IMSS es el de aplicar una estrategia que “mejore la calidad de los servicios” y que fortalezca su imagen para generar “la confianza pública”; es decir, la de aquellos que recurren a sus servicios.
Justamente lo que no ha hecho Levy. Antes bien, sus apocalípticos Informes han fortalecido la desconfianza pública, como testimonia sobradamente la Recomendación Número 4-2003. Caso sobre el desabasto de medicamentos y deficiente o nulo surtimiento de recetas en los almacenes y farmacias del IMSS de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (10/2).
Aunque el Banco Mundial insiste. En México, Estrategia de Asistencia para el País 2003-2005, p.14), documenta que el gobierno “tendrá que introducir una estructura de mercado diferente para los servicios de salud” mientras el BID comunica que espera asistir con un crédito de 275 millones de dólares la “reforma” del sistema de pensiones del ISSSTE “para incentivar la inversión privada en el sector”.
Sintiendo que su apocalíptica estrategia naufragaba, Levy empezó, entonces, a publicitar un invisible “reforzamiento de la infraestructura médica”, mientras la CANACINTRA de Aguascalientes advertía que se “defenderá de los ataques del IMSS exhibiendo la mala calidad de la atención que brinda”. Simultáneamente, el Instituto Federal de Acceso a la Información, divulgaba que el IMSS encabeza la lista de dependencias que “mayor número de respuestas negativas ha dado a solicitudes de acceso a la información”.
Pero sucede que los trabajadores del IMSS están en la calle desde el pasado miércoles 8 de octubre. Fox tiene los días contados. O aplica la política de salud y seguridad social que ofreció en su folclórica campaña o acepta, finalmente, que el asunto ya corresponde a la futura agenda de Andrés Manuel López Obrador. ¡Veremos!
2004: Santiago Levy. Obsesiones tecnocráticas con el Régimen de Jubilaciones y Pensiones
6.7.- ¿”Honorable”? 6
Además de defender con denuedo la cuestionada privatización eléctrica del foxismo, el senador priísta Genaro Borrego -alguna vez director del Instituto Mexicano del Seguro Social- gusta decir que lo que se “soslaya, estalla”. Hay pues que suponer que, para ajustarse a su dicho y no “soslayar” más de lo debido, Borrego cuenta con más que buenos argumentos para “recomendar” que las guarderías del IMSS “pueden y deben crecer sin depender de manera directa” de este Instituto. Pero ¿así es?
Ya el 29 de abril del 2003, en más que desaseado “debate” parlamentario, Borrego había inducido en el Senado de la República, la aprobación de un cuestionado proyecto de decreto que permite que las guarderías sean operadas con esquemas de subrogación y reversión.
El seguro de guarderías nació en 1973. Diez años después se estableció el esquema “participativo”, donde el IMSS “capacita” y las asociaciones civiles edifican y administran. En 1995, gracias al Diagnóstico que elaboró el propio Borrego, surgió el modelo vecinal-comunitario. Una ruta de abierto retiro del Instituto en la prestación directa.
Este último esquema fue objeto de intenso debate público el año pasado, cuando Santiago Levy –director “financiero” del IMSS- y el Consejo Técnico se ensañaron con los prestadores del servicio, obligándolos a firmar nuevos convenios de subrogación que, con menor costo, jerarquizan y comprometen la calidad de la atención a los infantes.
Y los resultados de esta “estrategia” fueron inmediatos: compareciendo ante el Senado para la glosa del Tercer Informe en octubre pasado, Levy asumió que “la meta de crecimiento para el 2003 de 22 mil lugares adicionales, tiene en septiembre un avance de 12,521 lugares”. Así que en 9 largos meses (enero-septiembre), la cobertura institucional ¡sólo logró atraer 12,521 infantes!
En un Instituto que concentra el 29.3 por ciento de sus trabajadores en el rango de uno a dos salarios mínimos, el “honorable” senador Borrego pretende “argumentar” (¿o cantinflear?), ahora, que: “¿importa que la electricidad la produzca o genere una institución gubernamental? No, para nada. Es ineludible la responsabilidad del Estado de que haya el servicio público, pero el particular debería tener el margen de libertad de acudir a este servicio directamente. Como mejor se cumple un servicio es de manera indirecta y así debe ser el caso de las guarderías”.
¿De veras, senador Borrego? ¿Conocerá, acaso, los penosos “avances” en la cobertura de guarderías que publicitó Levy en el mismo Senado que él integra?
Hoy día, México cuenta con mil 14 guarderías subrogadas, con más de 120 mil niños menores de 4 años de edad y la gran preocupación de la Asociación Nacional de Guarderías es que los nuevos esquemas que “propone” el IMSS de Levy -que pretenden reducir el número de horas de estancia de los menores así como el personal-, preserven la calidad en la atención que reciben los infantes.
Pero para el senador Borrego de lo que se trata es de “no olvidar” la existencia de “su” proyecto de decreto para subrogar guarderías: “es un tema muy importante”, aclaró, “aún con la discusión de reformas como la fiscal y la eléctrica”.
Se advierte que los “argumentos” del más que curioso priísta Genaro Borrego no son tales. El proyecto de decreto aprobado por el Senado estanca la oferta pública, castiga a los prestadores imponiéndoles diferentes “opciones” para los “pagos mínimos” sin garantizar una pauta promedio de calidad.
Todo esto sucede mientras, unos cuantos días antes de la navidad, autoridades del IMSS descontaron unilateralmente a casi 50 mil jubilados un fuerte incremento en el ISR porque “lo que se grava por disposición es el fondo de ahorro de aquellos cuyo salario anualizado supera 10 salarios mínimos”, sostuvieron y el director “financiero” del IMSS, Santiago Levy -ignorando las reiteradas instrucciones de Vicente Fox- sigue sin resolver el gravísimo problema del abasto de medicamentos (surtimiento nacional de apenas 88.1 por ciento en noviembre, 3.7 puntos porcentuales menos que el mes anterior), aunque cobre un salario de 213 mil pesos mensuales sólo para dedicarse -en cuerpo y alma- a presionar al Comité Ejecutivo Nacional del SNTSS para que, finalmente, reconozca el “compromiso de concluir la revisión del régimen de jubilaciones y pensiones en marzo de 2004” (Imagen Médica, 31 de octubre). Pero ¿alguien a consultado a los trabajadores del Instituto?
No cabe duda que lo que se “soslaya, estalla”. Afortunadamente los diputados del 59 Legislatura todavía pueden corregir enteramente este desacierto, trascendental para la condición laboral de las mujeres, aún a costa de los “argumentos” y proyecto de decreto del “honorable” senador Genaro Borrego Estrada.
6.8.- Levy, un “visionario” más7
Según el último Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ejemplo revelador de lo que hace falta avanzar en la materia, es el aumento del número y gravedad de las quejas por deficiencias en la prestación de servicios de salud.
Por escasez de medicamentos, insuficiencia de equipo, negligencia en la atención e inadecuada prestación de los servicios, sólo durante 2003, el IMSS ocupó el -poco honroso- cuarto lugar entre las autoridades más frecuentemente señaladas como responsables de violaciones a derechos. El Ombudsman dirigió a Santiago Levy, director “financiero” del Instituto, 10 de las 56 recomendaciones emitidas.
El estado de los servicios de salud durante el foxismo reflejado en éste Informe, constituye una evidencia más para engrosar el saldo de 40 meses de un gobierno del “cambio” que, en el IMSS, se ha dedicado tan solo a publicitar su “fragilidad” financiera y los “riesgos de sus pasivos”, buscando desmantelar el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP) de 371 mil trabajadores activos y 107 mil jubilados y pensionados.
Pero es claro que si algo presiona efectivamente sobre las finanzas institucionales, ese algo se resume en el esférico fracaso de la Nueva Ley del IMSS de 1995, impuesta por Ernesto Zedillo, Luis Téllez, Genaro Borrego y Gabriel Martínez.
En su comparecencia del pasado 11 de noviembre ante la Cámara de Diputados, Santiago Levy escuchó de los legisladores una lista de errores cometidos en su administración y las que lo antecedieron.
El primer error mencionado alude al cambio en el mecanismo de financiamiento del Seguro de Enfermedad y Maternidad (SEM) –de la Nueva Ley- que disminuyó las cuotas patronales más de un 30 por ciento y aumentó las del gobierno. En su momento, los “visionarios” zedillistas señalaron que ello resolvería en definitiva su déficit de operación. Pero en junio de 2003 se informó que el SEM estaba desfinanciado y operaba con un déficit cada vez mayor, porque no se compensó con el aumento de la aportación del gobierno.
Los legisladores reunieron el segundo error con el caso del Seguro de Guarderías. Con la Nueva Ley, también disminuyó la aportación patronal para su financiamiento del 1 al 0.8 por ciento, aunque la demanda no esté satisfecha y el IMSS cumpla más de 9 años de no poner en funcionamiento guarderías.
Y mientras el muy ecuánime presidente de la Comisión de Seguridad Social, el perredista Miguel Alonso Raya, se esforzaba en conminar a los actores sociales “al diálogo”, los legisladores preguntaron directamente al “visionario” Levy: ¿por qué, sabiendo “que había ese desfinanciamiento en el SEM, en lugar de ajustar las cuotas obrero patronales y las aportaciones del gobierno, se optó demagógicamente por hacer lo contrario, bajo el supuesto de que crecería el empleo y mejorarían los salarios, cosas que no sucedieron?”.
Y agregaron: “¿no considera que este error de cálculo, de consecuencias gravísimas para el SEM y el IMSS, debería de corregirse regresándose a las cuotas patronales y a los porcentajes sobre salarios base de cotización que tenía la ley anterior?”
Finalmente, los legisladores plantearon un tercer error: el desabsto crónico de medicamentos. A pesar de la enésima “instrucción” de Fox a Levy, esta situación, sostuvieron, es causa del deterioro en la calidad de los servicios y el incremento de sus costos.
Además de la política económica responsable del actual desempleo formal -diseñada por Carlos Salinas, seguida a la letra, primero por Zedillo y, ahora, por Fox-, la suma de estos tres errores esféricos de los “visionarios” zedillistas aunado al garrafal paso de Santiago Levy por el IMSS (“la modificación del RJP, no resolverá el pasivo laboral de la institución”, La Jornada, 8/3), constituyen el verdadero fondo del estado financiero institucional y no el RJP de los trabajadores que lo sostienen en pie.
Poco después de la “reforma” de Zedillo (1995), el entonces director Genaro Borrego, escribió que el IMSS “es hoy más fuerte, más seguro y más social. Tiene plena garantía futura para los usuarios de la seguridad social en el siglo XXI. Están garantizados los recursos de las pensiones para las actuales y las nuevas generaciones” (Solidaria, 134, 1999). Pero, ahora, el apocalíptico Levy se ha empeñando en declarar que su situación es “insostenible”. ¡Alguno miente!
¿Qué clase de gobierno se requerirá como para llamar a rendir cuentas a este puñado de “visionarios” de la “garantía futura” del IMSS a los que, ahora se agregan alegremente Eduardo Sojo, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, la Condusef, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado y hasta algunos entusiastas de una “reforma” del ISSSTE que sea “espejo” de la del IMSS?
6.9.- Voces por la “persuasión” y contra algunos “privilegiados”8
Días antes de que el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) rechazara la propuesta de “mejora” del Régimen de Jubilaciones y Pensiones –que junto con el director “financiero” del IMSS, Santiago Levy, propalaron cuatro miembros del Comité Ejecutivo Nacional: Roberto Vega, Federico Arellano, Joaquín Castillo y Miguel Angel Van Dick, algunos diarios nacionales desplegaron una catarata de “opiniones” de consumados “expertos” en la materia. Justo es reconocer que, como tales y hasta ese momento, nos eran desconocidos.
También sorprendió que mucho de lo “más labrado” de sus negras perlas argumentales, fuera puesto al servicio de una tecnocrática causa que -era evidente- sería derrotada de entrada por los trabajadores responsables de la seguridad social mexicana.
Es probable que después de tan triste desenlace frente a las expectativas depositadas en sus “elaborados” puntos de vista, ellos procedan ahora –como lo haría todo analista “responsable”- a revisar detenidamente aquello que pudo haber estado ligeramente desajustado en su “experimentada” visión.
En el caso del recién capacitado “especialista” en política social, el historiador Enrique Krauze, es claro que su inmensa voz persuasiva poco resonará, mientras predique (Dios sepa recurriendo a qué esotéricas fuentes) que el IMSS “debe dejar de ser patrimonio privado de sus trabajadores. México no puede darse el lujo de mantener injertos de economía soviética, nomenclaturas que viven en (sic) socialismo, mientras que el resto del país las financia”: tal cual (Reforma, 15/2); prédica que como era de esperarse, generó un efecto contrario (véase el Desplegado de la Sección 28 del SNTSS, en Oaxaca, La Jornada, 11/3). Ojalá enmiende la plana y renuncie definitivamente a mal improvisar sobre lo que desconoce, si quiere seguir perseverando en arañar el anhelado trono (vacante) del “Octavio Paz del Siglo XXI”.
Otro nuevo “experto” en seguridad social, Carlos Elizondo, conduce un centro de investigación y es mejor conocido como “politólogo”. Pero resulta difícil aguardar que su decidida labor ecuménico-tecnocrática prospere mientras pontifique (seguramente asistido por algún alevoso amigo) que “un pequeño grupo de agentes privados, los trabajadores del IMSS, reclaman recursos que ascienden a más de lo que vale su patrimonio” (Reforma.12/3). ¿De veras? ¿Habrá “meditado” dos veces lo que escribió: “a más de lo que vale su patrimonio”? Son sus pininos. ¡Probablemente mejore, aunque no hay que entusiasmarse!
Sergio Sarmiento es otro “reputado” comunicador “serio”. Su autoconfeso tono liberal ¡nunca neo!, es más que patente. Por tanto, cuesta trabajo entender por qué se empeña en regañar a los trabajadores que sostienen al IMSS: “no deja de ser irritante que un sistema de pensiones se convirtió en un esquema para otorgar a cierto grupo de trabajadores unas vacaciones prolongadas de 30 años después de trabajar 27 o 28 años” (Reforma, 10/3). Ojalá regrese (si encuentra el tiempo) a los maestros consagrados, como Karl Marx. Mucho le ayudaría e empezar a entender algo y así evitar seguir insultando a una multitud que, por lo que escribió como “experto”, le parece execrable: “los manifestantes del SNTSS están defendiendo una causa profundamente reaccionaria. Buscan mantener privilegios especiales a costa de deteriorar los servicios sociales de millones de trabajadores. Ciertamente, el IMSS necesita salvación. Un grupo de líderes y trabajadores insiste en hundirlo” (Reforma, 11/3). ¿Lo podrá “probar”?
A los periodistas Enrique Quintana (Reforma, 12 /3), Alberto Aguilar (Reforma, 1,3/3), Alberto Barranco Chavarría (Reforma,12,16,17,18,28/2; El Universal,9,10,11/3) y Luis Soto (El Financiero, 24/2), sólo puede agradecérseles la “objetividad” de su oportuna información. Sin ella, los trabajadores que rechazaron el Pacto Roberto Vega- Santiago Levy, hubieran contado con menos “elementos sólidos de evaluación”.
La lección es clara: para no fracasar en la “persuasión” y reducir efectivamente a los “privilegiados”, los “expertos” de la última hora deben empezar a estudiar. ¡Animo! Para comprender y manejar adecuadamente una temática, los clásicos recomiendan sabiamente evitar siempre y a toda costa las desaseadas precipitaciones. Pero, si como reza el refrán “las ganas, ganan”, los clásicos también recomiendan, antes de emitir cualquier “opinión”, la prudencia de acogerse previamente al juicio humilde de un verdadero experto.
Como lo suyo no es “improvisar” ¿por qué no se ocupan de ello? Porque nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a mal pensar que almas torcidas y veniales (como las que suelen reptar en algunas de las muy interesadas oficinas del gobierno del “cambio”, por ejemplo), se hubieran siquiera atrevido a sugerirles (¡faltaba más!) que escribieran “persuasivamente” sobre los problemas de algunos “privilegiados”; problemas que, naturalmente, desconocen de medio a medio. Esa especulación no sólo sería injusta. Sería, además, para emplear la palabra adecuada a la video-atmósfera de nuestra actual vida video-política, simplemente ¡indigna!, ¿verdad?
6.10.- Consejo Técnico a modo9
Con la “reformas” a la Ley del IMSS del 2001 que, aunadas al error esférico de la “reforma” 1995 de Zedillo, hoy presionan sobre sus finanzas al obligarlo -tardíamente- a constituir reservas, Santiago Levy conformó también un Consejo Técnico (CT) a su medida (D.O. 20/12/01).
La “reforma” del CT dilató la representación del Ejecutivo: “el Secretario de Hacienda, Salud, Trabajo y el Director General, serán Consejeros de Estado” (Artículo 263), aunque penosamente una de sus primeras decisiones aprobara el salario que Levy se autoasignó: 213 mil pesos mensuales.
Lamentablemente, con apenas dos años de operación, el comunicado distribuido por ese novato CT el 31 de marzo (La Jornada) muestra que su competencia “técnica” es tan cuestionable como la habilidad “política” de Levy, primer director estrictamente “financiero” en la larga historia del IMSS.
Pasando por sobre la evidencia disponible (por ejemplo, la de Christopher Daykin de la Oficina Actuarial del Reino Unido y presidente de la Asociación Internacional de Actuarios así como la del estudio sindical El IMSS y la crisis financiera del esquema de jubilaciones y pensiones de sus trabajadores), el comunicado de ese CT novato “insiste en que el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP) es el problema más grave que confronta la institución”.
Con esa “tesis”, el CT de Levy también comunica que desconoce completamente los determinantes efectivos del déficit del Instituto (“reforma” Zedillo de 95 y “reformas” Levy de 2001) al que supuestamente se debe.
Sólo durante 2003 el IMSS perdió 5 mil millones de pesos por concepto de cuotas patronales derivadas de la destrucción de empleos formales y, desde hace 6 años, los patrones aportan 30 por ciento menos cuotas, porcentaje que debería absorber el Gobierno, cosa que no ha hecho.
Frente a esta irresponsabilidad gubernamental y el desastroso cuadro de “opciones de política” asumidas por Genaro Borrego y Santiago Levy, el “problema” del RJP que invoca el CT es, una delgada gota de agua en piedra ardiente.
Tratándose, además, del “órgano de gobierno, representante legal y administrador” del IMSS, el desconocimiento de ese CT “ampliado” no sólo es trascendente: es, también, profesionalmente inadmisible para un órgano que sesiona mensualmente con el objetivo de “diseñar la visión estratégica del Instituto y el ejercicio transparente de su mandato (IMSS, Lineamientos Operativos del CT, 29/4/02).
Pero es también socialmente inadmisible para un órgano de representación tripartita compuesto por 12 consejeros, con cargos de hasta 6 años (reelegibles), retribuciones (sólo patrones y trabajadores) de 26 mil pesos mensuales y que, como integrantes del CT, deberán “abstenerse de promover o participar en la atención de solicitudes”.
Sin siquiera entrar a considerar la “representatividad” que reúnen la CTM, CROC y CROM -quienes firman el comunicado del CT de Levy por el sector obrero, después de patrocinar desplegados en diarios nacionales exigiendo al SNTSS deponer su actitud y que incluyen hasta una Federación Nacional de Profesionistas y Técnicos ¡A.C.!-, hay que agregar que en el comunicado del CT “ampliado” no aparecen las firmas de los “Consejeros de Estado”, por los cuales se lo reformó, sino de funcionarios subalternos.
Dada la importancia de la reunión que generó el comunicado ¿qué podrá explicar su ausencia?¿Alguna superemergencia de sus respectivos ramos? No parece ser, ciertamente, el caso del “ocupado” secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, quién –como siempre- no acudió a la “crucial” reunión del CT de Levy, pero encontró el tiempo para apadrinar alegremente la candidatura presidencial del senador panista Carlos Medina Plasencia en la presentación de su “fundamental” libro Ahora es cuando.
Solo faltaba que, ante el vacío de Gil Díaz, entrara la “autorizada” voz del gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz –otro consumado “experto”- sólo para amenazar sirviéndose de números enteramente imprecisos: “está en riesgo una institución que tiene treinta y tantos millones de afiliados” (según el Informe Levy 2003 son 42.5 millones de derechohabientes, afiliados fueron sólo 15 millones en diciembre del 2002). “No es lógico”, agregó “que las pensiones de 300 mil gentes pongan en riesgo una institución” (según Levy son sólo 107 mil jubilados no “gentes”). ¡Ligeras diferencias para el responsable del nivel nacional de inflación!
Por cuanto los Principios de Actuación del Consejo Técnico establecen con precisión que cada integrante “representa a un sector de México: obrero, patronal o estatal, en quienes repercutirán las acciones que ellos tomen, por lo que deberán obrar siempre con un alto sentido del honor, responsabilidad y honradez”, es claro que al siguiente verdadero director general –y no exclusivamente “financiero” o “buzo” como le fascina decir a Fox- que ya se merece el IMSS, debe también acompañarlo otro honorable CT, a la altura de su seria responsabilidad.
6.11.- Poco para los que trabajaron, casi nada para los que trabajarán10
Julia Kristeva ha observado con agudeza que en el mundo moderno pesan decisivamente sobre los jóvenes cuatro situaciones morbosas: aburrimiento, dificultad de relación y disfunciones sexuales, síntomas somáticos e imposibilidad de expresarse. Esta última enfermedad “del alma”, subraya, manifiesta un profundo malestar engendrado por un lenguaje que termina por resentirse de su propia artificialidad y vacío (Sobre la nuevas enfermedades del alma, Cátedra, 1995).
El sombrío mundo en que sobreviven los jóvenes es, sin duda, un tipo de sociedad que ha llegado muy lejos en su declive: les niega casi todo. Por doquier escuchan la amenaza de que se califiquen para “participar” de un competido mercado laboral que se encuentra virtualmente tapiado y aunque todos ellos advierten magras expectativas de desarrollo –el estrés que destruye cada vez más la vida interior-, invariablemente se les convoca al sacrificio.
Ciertamente, el discurso “futurista” de los gobiernos, también aporta su opaca dosis. Baste considerar que la reciente ampliación de la Unión Europea a 25 miembros, ha enfriado el sentimiento europeísta en el continente: las próximas elecciones del Parlamento Europeo (13 de junio), llevan camino de convertirse en una ducha de agua fría después de que los comicios de 1999 fueron los primeros en que no se alcanzó el 50 por ciento de participación, siendo muy probable que tampoco en esta oportunidad se supere ese umbral. Y es que, según datos del Eurobarómetro de esta primavera, sólo uno de cada tres europeos están dispuestos a votar (El País, 8/5).
¿Qué sucede? Algo muy evidente: se llama pesimismo. Nunca, durante los últimos cinco años, se habían alcanzado tales niveles de depresión. El Eurobarómetro revela que hasta el 31 por ciento de los ciudadanos del Centro y Este de Europa aguardaba un empobrecimiento de la vida en general y el 52 por ciento daba por hecho que la situación económica de sus países iría a peor.
La realidad mexicana es asaz inquietante. Un obcecado tecnócrata zedillista, Santiago Levy, despeñado desde las turbias filas de la Secretaria de Hacienda e increíblemente designado por Vicente Fox director “financiero” del IMSS, se ha distinguido por intentar enterrar, de tajo, las conquistas laborales de las generaciones que ya trabajaron y virtualmente cancelar, de paso, las de los jóvenes que deberán trabajar mañana.
Tratando de las de los que ya trabajaron, Levy estima que el financiamiento de los gastos médicos de ¡dos millones de pensionados!, es un problema a mediano plazo que puede convertirse en riego a futuro “en función de la evolución de los costos de la atención médica”. Para hablar en su tecnocrático lenguaje, se trata de un “pasivo contingente”. Como si los jubilados y pensionados no tuvieran derecho a la atención médica correspondiente a sus edad, ¡aunque sea “costosa”! ¿Para qué, si no, están diseñadas las instituciones públicas de salud? ¿Para “ahorrar”, a costa de sus enfermedades?
Y no sólo ellos. En el evangelio Levy, también hay que “ahorrar” a costa de los médicos, enfermeras y profesiones afines que sostienen con su trabajo al IMSS. El pasado 21 de abril, ante el Senado, Levy sostuvo que el “principal” problema institucional es el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP), aunque éste sea un pasivo “devengado”, según su tecnocrático lenguaje.
Y, peor aún, refiriéndose a las generaciones futuras, al generoso tecnócrata “ahorrador”, también le pareció fácil informar al Senado que todos los jóvenes, si tienen la fortuna de encontrar algún empleo, pagarán más por su retiro: “los futuros trabajadores aportarían un 1 por ciento de forma anual hasta alcanzar el 15 por ciento, y al jubilarse contribuirían con el 10 por ciento de su pensión”.¡Aunque no haya empleo! ¿Cómo se bautizará a este nuevo “pasivo”?
Tal vez por ello, el primer resolutivo acordado por el 23 Congreso Extraordinario del SNTSS el pasado 12 de marzo fuera ¡auditoria externa al RJP!
Nadie podrá sorprenderse del nivel de participación electoral de los jóvenes mexicanos en el 2006. Ya las elecciones intermedias del 2003 obsequiaron un anticipo: 6 de cada diez electores se abstuvieron y un millón anuló su voto en casilla. Y muchos de esos votos fueron los que instalaron a Vicente Fox en la Presidencia de la República.
¿Habrá llegado el momento de cumplirles a los que ya trabajaron y abrirles oportunidades reales a los que pronto querrán trabajar? Sin duda, pero para ello hay que prescindir de la entera casta tecnocrática, al estilo Levy, Gil Díaz, Sojo y Fernando Elizondo (antiguo “titán” de la Convención Nacional Hacendaria) y ¡actual secretario de Energía!, entre muchos otros, si se quieren realmente mitigar las nuevas enfermedades del alma a que alude Julia Kristeva.
6.12.- No, no tratan de salvar la seguridad social 11
La Iniciativa de reforma a los artículos 277D y 286K de la Ley del IMSS presentada por el priísta Manlio Fabio Beltrones el pasado 14 de julio y cuyo precipitado dictamen fue aprobado por la Comisión de Hacienda sólo 48 horas después -con 14 votos a favor uno en contra y la sospechosa ausencia de los perredistas Dolores Padierna, Javier Salinas y Emilio Zebadúa-, muestra que como Santiago Levy ya había perdido la discusión “técnica” sobre su apocalíptico diagnóstico “financiero”, el foxismo optó por patear el tablero y secuestrar de tajo un prometedor debate social que empezaba a fincar responsabilidades precisas sobre aquellos que han tomado las decisiones.
Frente al estrepitoso derrumbe de las “tesis” del “financiero” Levy, el gobierno del “cambio” no dudó un instante y abortó un aprendizaje que enriquecía a la opinión pública, a los actores de la arena de la política pública y a la sociedad toda.
La penosa alianza PRI-PAN-PVEM-CONVERGENCIA que asestó ese golpe autoritario, confirma que la Iniciativa pretende encubrir la incompetencia técnico-política de Zedillo, Téllez, Martínez y Borrego, autores de la Nueva Ley de 1995. Con Levy a la cabeza, los tecnócratas del foxismo encubren a los del tardopriísmo. Más que buscar soluciones para la seguridad social, el PRI y su vergonzosa alianza, sólo busca cubrirles la espalda.
Lo perdido por Levy y su Consejo Técnico a modo era, justamente, la calidad técnica de sus explicaciones “financieras”. El debate probó que en el fondo de la situación del IMSS pesa decisivamente esa Ley Zedillo, que ha descapitalizado sus arcas. Aunque también pesan la incapacidad de los directores para ajustar cuotas obrero-patronales y evitar su elusión y evasión.
Ni Borrego ni Levy le han exigido al gobierno federal que cumpla con el adeudo de casi 55 mil MDP por prestaciones en especie del Seguro de Enfermedad y Maternidad (pendientes desde la entrada en vigor de la Ley Zedillo), mientras que las “reformas” impuestas por Levy en 2001 (que obligan al Instituto a constituir reservas), ya han retirado de la operación la friolera de 35 mil MDP. ¿Qué “empresa” resistiría tal “inteligencia” tecnocrática que, sólo en estos dos conceptos, suma 90 mil MDP?
De cara a los resultados de esta “modernización” priísta, el empeño de Levy por culpar al Régimen de Jubilaciones y Pensiones de sus trabajadores, semeja una delgada gota de agua en piedra ardiente. La propia Iniciativa Beltrones sostiene que su costo alcanzará 21 mil MDP en 2004. A esta fracasada “modernización” priísta, habrá ahora que agregar los impactos de la Iniciativa Beltrones.
Como sucedió con las derrotadas reformas fiscales de Fox, tampoco Levy ha explicado cómo empleará los recursos que pretende arrebatar a los trabajadores de nuevo ingreso. A pesar de que lleva casi cuatro años cobrando 213 mil pesos mensuales, no ha diseñado una sola política de mejora para la columna vertebral del IMSS: la atención médica. Los servicios están mucho peor que los que le heredó de Zedillo. ¿Para qué quiere recursos?
Cacareando el inútil proceso de mejora de la medicina familiar que le recomendó el Banco Mundial -y al igual que Frenk en la SSA y González Roaro en el ISSSTE-, mientras el Instituto se debate en la completa ausencia de adecuadas políticas clínicas para la atención de los daños médicos de que debe hacerse cargo, Levy se ufana de haber entregado más de 5 millones de Cartillas de Salud (PREVENIMSS) y haber otorgado el componente salud del Programa Asistencial de Desarrollo Humano Oportunidades (Paquete Básico) a 275 mil familias.
Y sin embargo, en las manos de sus médicos y enfermeras el IMSS resiste. Es claro que en el marco de un gobierno responsable, su noble labor luciría de muy otra manera.
Además, la Iniciativa Beltrones no resuelve absolutamente nada, aunque sí sacrifica a los mexicanos del futuro. Más allá de los servicios que el golpe brinda a la controversial Ley Abascal en materia de contratación colectiva y más allá de las componendas de corto plazo entre los partidos que se prestaron a presentar al Congreso esta “mierda” (De Buen, dixit), es claro que la factura políticadel golpe a los que sostienen al IMSS y a las conquistas laborales de los trabajadores mexicanos, deberá ser asumida enteramente por el PRI de Roberto Madrazo.
Ese PRI deberá enfrentar ahora no sólo las inminentes movilizaciones de los trabajadores del IMSS, sino también la penalización directa sobre su oferta electoral para el 2006. Fue ese mismo PRI quien votó con Zedillo-De la Fuente las Instituciones de Seguros Especializadas en Salud (ISES) y con Fox-Frenk el fraudulento Seguro Popular. ¿Con qué cara presentará a la elección del 2006?
Como en el caso del Fobaproa-IPAB, confiemos que el nuevo gobierno que brote de los comicios de 2006, también audite integralmente al IMSS del PRI-Fox para que, entonces, inicie la política de salud y seguridad social que se merecen el México del siglo XX1.
6.13.- Ahora Levy debe situar los servicios donde los recibió en 200012
Gracias a Fox y su fantástico gobierno del “cambio”, un milagro trasladó a Santiago Levy desde la SHCP, hasta la dirección del IMSS. Los costos de esta garrafal designación fueron inmediatos.
Este tecnócrata zedillista cargó -desde la subsecretaría de Egresos- con su desgastada sumadora, algunos documentos “confidenciales” y un diccionario de finanzas lujosamente empastado. Tan pronto recorrió su oficina y mal apreció la obra pictórica que cuelga en ella, se concentró en lo que vendría a ser su único interés: las finanzas institucionales.
Las primeras iniciativas consistieron en subirse el salario: 213 mil pesos mensuales (apenas 20 mil dólares) y delegar enteramente el área médica en las manos de un antiguo residente del IMSS, desde hacia años sumergido en la investigación científica institucional: Onofre Muñoz. Los resultados llegaron, también, muy pronto.
Y es que en el frente médico-clínico ya se demandaban acciones más que urgentes. Por ejemplo, ante el propio Fox, organizaciones del sector privado habían puesto a consideración del gobierno entrante, diversos proyectos para la reforma de los servicios de medicina familiar.
En los tiempos de Borrego se contempló constituir módulos de 5 médicos, una asistente médica y enfermera; adscribirles una población base de mil 800 derechohabientes por médico y que el usuario/paciente contara con la posibilidad de eligirlos. El horario de atención se extendería a 24 horas contínuas (en el consultorio, en el domicilio del paciente o por teléfono) y que los derechohabientes postoperados -egresados en forma temprana- fueran también vigilados domiciliariamente, por su médico familiar.
Algo similar se recomendó para los enfermos crónico-degenerativos y aquellos que ameritaran procedimientos especiales ambulatorios. El proyecto proponía que el control médico-administrativo se llevara a cabo desde redes computacionales operadas por el médico, la asistente y la enfermera.
Se presumía que con estas medidas se elevaría la “calidad” del servicio al fomentar la “competencia interna”, se identificaría “mejor” al usuario/paciente y se “acrecentaría” el ingreso de los médicos familiares.
Pero resulta que la oferta de pagar al médico familiar por cada usuario/paciente que fuera capaz de elegirlo (principio de capitación), sólo se materializaría después de atender a la friolera de mil 800 pacientes, además de que la cuota fija que recibiría por cada procedimiento domiciliario efectuado, no podría exceder nunca cuatro acciones mensuales.
Por tanto, mientras el salario pudiera aumentar según el “carisma-médico”, la atención domiciliaria para la quinta intervención y subsiguientes, correrían “gratuitamente” por cuenta del módulo de medicina familiar en “competencia” con otros.
Por si no fuera suficiente, cada módulo podría absorber el número de derechohabientes que, en promedio, atiende hoy toda unidad médica dotada de 7 consultorios. Es decir: 14 médicos en 2 turnos, 6 enfermeras, más todo el personal administrativo de intendencia y mantenimiento que se hace cargo de la operación normal de la unidad. Hay que agregar que, dado el abrumador desempleo médico, contratar galenos de 24 horas, podría traducirse en que el IMSS pretendiera “compactar” dos plazas de médico familiar.
El considerable ahorro para el IMSS habría de reflejarse, también, sobre los proyectados costos en las prestaciones de Ley. Pero, cabe preguntar ¿serían “ahorros” en beneficio del paciente o sólo de las “finanzas” institucionales, que tanto alborozo le empezaron a producir a Levy?
Es claro que la saturación del médico familiar, poco propiciaría brindar servicios de “calidad”. Y aún suponiendo que se pretendiera incrementar sus salarios, ellos sólo podrían aspirar a un 50 por ciento extra, lo que nunca correspondería con el número de horas efectivas que demandaría la adecuada atención clínica de ¡3 mil usuarios/pacientes!
La “economía de la salud” de los tecnócratas mexicanos (Frenk, González Roaro, Zurita, González Pier) todavía no localiza la pista para mejorar la calidad y la oportunidad de la atención. Más bien naturaliza la saturación del médico familiar, su desgaste físico e intelectual. No contempla, por ejemplo, suplirlo cuando vacacione o acuda a cursos de actualización. En esos casos, la población cubierta quedaría en responsabilidad del “módulo competitivo”.
Como la fantástica “Cruzada por la Calidad de los Servicios de Salud” del foxsismo, este tipo de propuestas soslayan deliberadamente, que la verdadera calidad depende, con mucho, de la preparación continua de los médicos, de su salud física y mental y, sobre todo, de su satisfacción en el trabajo.
No todos los médicos son mercaderes. El espejismo de ganar unos cuantos pesos más (vía un petulante esquema alineado de “incentivos”), a cambio de infartos masivos por condiciones laborales estresantes, sólo cabe en los “modelos” de Levy, González Rorao y el fraudulento Seguro Popular.
La contundente derrota que sufrió la lectura “técnica” de Levy sobre los “pasivos” del IMSS y que, por su misma inviabilidad, condujo al golpe autoritario que procura modificaciones a un contrato colectivo desde el Congreso de la Unión, muestran que, ahora, lo único le queda es situar los servicios del IMSS, ahí donde los recibió de su exjefe Zedillo.
6.14.- Médico de traje oscuro13
Para un médico y exresidente del IMSS –aunque su última tarea sólo inventariara los investigadores institucionales en el SNI- acompañar a un tecnócrata de la estofa de Santiago Levy, debió haber representado una encrucijada difícil. Pero para Onofre Muñoz, designado por el “financiero” Levy como “su” director de prestaciones médicas al iniciar el gobierno del “cambio”, fue claro que el relumbre de muy corto plazo, pesó más que el compromiso clínico. Al poco de quitarse la bata blanca y lucir trajes oscuros, Muñoz participó a la “comunidad” médica del IMSS un “oportuno” diagnóstico.
Aparentemente seguro de sus palabras gracias a la recién ganada investidura, Muñoz comunicó que aunque la institución disponía del 35 por ciento del presupuesto del sector salud y atendía el 64 por ciento de la demanda nacional, enfrentaba severos rezagos. Cerca del 72 por ciento del presupuesto se destinaba al tratamiento de cáncer, diabetes, VIH/sida y enfermedades del corazón.
Sin embargo, sostuvo, las limitaciones económicas impiden solucionar las deficiencias de la prestación. Según Muñoz, había que fortalecer la infraestructura e incorporar otros grupos productivos de la población. Estimó que para el año 2001, el IMSS buscaría afiliar 300 mil familias al seguro voluntario para sumar 600 mil hogares. Con más recursos se mejoraría “la prestación del servicio, el ambiente laboral y ofrecer incentivos al desempeño del personal”.
Ante el arrasador impacto de la globalización, continúo Muñoz, el IMSS debe mantener su responsabilidad de atender a los trabajadores. Por ello se pronunció en contra de la reversión de cuotas que “implicaría fragmentar el financiamiento”. Por lo que toca a las Instituciones de Seguros Especializadas en Salud (ISES), aclaró que su adecuada operación depende de que México cuente con “un mercado regulado”.
Pero mientras este médico de traje oscuro precisaba su diagnóstico, el “financiero” Levy, maniobraba con algunos legisladores para imponer la iniciativa Beltrones. Sólo dos años antes, el propio Levy había ofrecido un análisis “serio y profundo, ajeno a la retórica y a la demagogia, para construir entre todos un sistema de seguridad social más amplio e incluyente”.
En esos tiempos el tecnócrata Levy subrayó que sólo la atención de 13 mil pacientes con SIDA requiere aproximadamente el 10 por ciento del gasto en medicinas y materiales de curación: “es previsible que estas tendencias se agudicen”. Y recurriendo a su apocalíptico lenguaje, afirmó que una rápida “transición epidemiológica” pondrá en “riesgo la viabilidad del Seguro de Enfermedades y Maternidad con su actual estructura de aportaciones”. ¿Quería decir que sería necesario elevar las cuotas obrero-patronales?
La finalmente aprobada iniciativa Beltrones mostró que Levy no quería más que cargar a la cuenta del Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los médicos y enfermeras del IMSS, sus garrafales fallas de administración y las del priísta Genaro Borrego.
Pero eso no fue todo. En 2001, Levy todavía se atrevió a informar que en esta década, la población mayor de 65 años se incrementará en 32 por ciento mientras que el resto lo hará en 26 por ciento, lo que sumado al aumento de la esperanza de vida (77 años la mujer y 73 el hombre) “pondrá particular presión sobre los seguros de Vejez y de Cesantía, el Régimen de Pensiones y Jubilaciones de los trabajadores del IMSS y las pensiones en curso de pago”.
¿Advertencia o amenaza? ¿Acaso los trabajadores no trabajaron para esa jubilación? ¿no tienen derecho a ella? ¿Levy pretendía “podar” el Contrato Colectivo?
Y para rematar, todavía el 15 de marzo de 2001, Levy llamó a efectuar ese “análisis serio y profundo” y propuso reflexionar sobre “dos factores esenciales”: 1) diseñar una “adecuada graduación de las modalidades de seguro a ofrecer a la población y de la mezcla de aportaciones” (¿?) y 2) que las “aportaciones del Gobierno tengan un sólido respaldo con ingresos tributarios estables y permanentes”.
Si el Levy del 2001 buscaba realmente ese “análisis”, debería haber predicado con el ejemplo: empezar por emplear un lenguaje preciso. Ahí empieza cualquier “análisis” persuasivo para cualquier política pública. Pero, por supuesto, no buscaba esto.
Como afirma la Iniciativa Beltrones, ese “análisis” se reduje a enterrar a los mexicanos del futuro y a los contratos colectivos que quedan vivos. ¡Valiente modernización! ¡Valiente futuro a partir del gobierno del “cambio”.
El PAN junto con el PRI de Madrazo y Mario Fabio Beltrones, recogerán sobradamente en las urnas del 2006 su afrenta a la política de salud y seguridad social que aguardan pacientemente los mexicanos del siglo XX1.
Tal vez por ello Fox afirmó en el remoto 2001: “felicidades señor director Santiago, tenemos plena confianza en la tarea que vas a realizar, el Seguro Social está en buenas manos”. Consumado el golpe autoritrario, el tecnócrata Levy sólo puede ahora confirmar que los “beneficios” de su reforma “no se verán de inmediato”. Sin duda: el Dr. Onofre Muñoz también se equivocó: bajo el foxismo los servicios médicos irán a peor!
6.15.- Fox desconoce el diálogo14
1. Durante el foxismo no hubo cambio sino continuidad. En salud y seguridad social se cumplió la agenda recomendada por el Banco Mundial. Después de la Nueva Ley del IMSS (1997) y las Instituciones de Seguros Especializadas en Salud (ISES) de 1999, siguieron las reformas 2001 de Levy y, ahora, el primer mazazo al Contrato Colectivo de Trabajo vía su Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP): la Iniciativa Beltrones-Levy.
Como en la SSA de Frenk y el ISSSTE de González Roaro, en casi cuatro años de “alternancia” no hubo mejora de los pacientes ni de los médicos y enfermeras que los asisten. La continuidad foxista jamás buscó enfrentar responsablemente los retos de la red de bienestar. Su propósito ha sido nivelar a la baja el RJP del IMSS para conformar el riesgo país de un México laboralmente más barato.
2. En septiembre de 2003 Christopher Daykin, jefe de la Oficina Actuarial del Reino Unido, manifestó que la situación del IMSS “no obliga a tomar acciones inmediatas, pues aún no está en riesgo su viabilidad. No creo que esté en una crisis”.
Desde que Fox designara a Levy como director “financiero” del IMSS, su principal labor consistió en maquilar esa “crisis” institucional. Ahí están como prueba sus tres apocalípticos Informes. Gracias a los medios y una campaña especialmente diseñada para desprestigiar a los trabajadores, la opinión pública fue literalmente bañada con “evidencias” de esa “crisis”.
Aunque, en1999 Genaro Borrego sostuvo: “el IMSS es hoy más fuerte, más seguro y más social. Están garantizados los recursos de las pensiones para las actuales y las nuevas generaciones”.
Alguien miente. La “crisis” deberá ser todavía explicada. Como concluyó Daykin “no veo que el IMSS tenga algún problema de solvencia que requiera que fuera rescatado”.
Ninguno de los senadores priístas que votaron en contra de la Iniciativa Beltrones-Levy, cuestionaron ese trabajo de maquillaje tecnocrático ni tematizaron los determinantes estructurales de situación financiera del IMSS.
3. No es casual que el primer resolutivo del 23 Congreso Extraordinario del SNTSS, urgiera a practicar una auditoria independiente al RJP. Y hay que agregar la voz pública que propone extenderla a todos los seguros que presta el IMSS. Ambas tareas corresponden a la Auditoría Superior de la Federación.
4. En el fondo de la actual situación financiera del Instituto está la política económica tecnocrática incapaz de generar empleo formal y la calidad de la política laboral que tiende a precarizar su oferta.
5. La reforma Beltrones-Levy demuestra que los tecnócratas del foxismo cubren a sus predecesores priístas. Antes de obligarlos a responder por sus decisiones de 1997 y 2001; antes de regresar al esquema de cuotas incrementales de la Ley 1973, el PRI-Madrazo secundado por el PAN, optó por sacrificar a médicos, enfermeras y profesiones afines que sostienen a la institución.
Hoy sabemos que por las prestaciones en especie del SEM derivadas de la Ley Zedillo 97, el gobierno federal adeuda al IMSS 55 mil MP. Ni Borrego ni Levy lograron cobrarlo. Y en los 44 meses que cubre la administración Levy, se han retirado de la operación 35 mil MP para constituir reservas. Además, por insuficiencia de cuotas obrero-patronales y del gobierno, el IMSS ha dejado de recibir -con Fox- 54 mil MP.
¿Qué “empresa” resistiría tan tecnocrática “gestión” capaz de generar adeudos por 144 mil MP? Fue esta evidencia la que precipitó el golpe autoritario del poder legislativo. Al perder el debate técnico, con Madrazo y el PAN, Levy pateó el tablero Y, sin embargo, gracias a sus trabajadores, el IMSS está en píe y luciría de muy otra manera bajo el amparo de un gobierno responsable.
6. Con la caída del Dr. Punzo (1989) el SNTSS encontró la oportunidad de ajustar su marco democrático y modernizar la propuesta sindical. Quince años y cuatro secretarios generales después, la tarea no resulta particularmente cumplidora. Los últimos acontecimientos trazan una agenda precisa: dilatar la representación en la toma de decisiones y ajustar la tarea sindical a la materia de trabajo: la atención médica. Las movilizaciones que tocan a la puerta revelan que el SNTSS ya es el referente de las políticas clínicas nacionales.
7. También es cierto que la comunicación social del SNTSS no ha estado a la altura del conflicto. Además de exigir la presentación pública de las cuentas que el IMSS ha destinado a su campaña para desprestigiar a los trabajadores, se requiere que esa comunicación equilibre los contenidos de la defensa legal con los que animan la atención médica.
8. Es claro que el foxismo no sólo no mejoró los servicios: con la reforma Beltrones-Levy irán a peor: más demanda con los mismos o menos recursos humanos y trabajando sin las condiciones adecuadas. Además sin recursos frescos, no habrá mejora alguna. Con el diálogo como divisa, esa es la tarea principal del gobierno responsable que emane de los comicios del 2006.
6.16.- Mujeres y seguridad social 15
¿Por qué hay más madres solteras y divorciadas? ¿Por qué son jefes de hogar con mayor frecuencia? ¿Por qué son cada vez más capaces de generar ingresos propios? ¿Qué pasa?
Además de que por Fox la economía esté estancada, suceden dos cosas. La primera indica que la tasa de crecimiento de los matrimonios cayó en los noventa y fue menor que la de la fuerza de trabajo. La segunda confirma que el crecimiento de los divorcios registrados ha sido superior al de los matrimonios.
Claro que ésta tendencia debe ser interpretada con cuidado: alude exclusivamente a casos registrados. Las uniones y separaciones no formalizadas ante registro civil, desaparecen de las estadísticas. Agréguese que conforme sube la edad del matrimonio, es probable que también crezcan uniones y separaciones no registradas.
Los divorcios en México, particularmente en el Distrito Federal, aumentan: en 1950 se reportaron 849, una década después eran mil 214. En los ochentas la cifra se disparó hasta 3 mil 871, para alcanzar 7 mil 265 casos en el 2000.
Y sin embargo, hacia sus 70 años -por limitaciones físicas y/o la falta de una pensión- grupos de mujeres tienden a incorporarse a otros hogares. Sobre ello pesa decisivamente el silencioso cuadro de la soledad.
A Marta Sahagún y Julio Frenk les fascina hacer demagogia con la “condición” de la mujer. Pero ¿qué futuro les aguarda frente a las “reformas” del IMSS y del ISSSTE que impone el gobierno del “cambio”?
Hacia 1995, la población de 12 años y más reunía casi 52 por ciento de mujeres y las tendencias en la estructura familiar mostraban que los hogares formados por parejas con hijos solteros disminuían, mientras los unipersonales aumentaban.
Hoy día, las mujeres son mayores que antaño al momento del enlace y hay más hogares monoparentales. El número de familias comandado por ellas se ha incrementado. Hacia principios de la década de los noventa, en uno de cada cinco hogares rurales el liderazgo ya era femenino, mientras que en zonas urbanas era de uno por cada cuatro. Es evidente que la edad de las jefas de hogar, también ha disminuido.
Hay que agregar que en los próximos años crecerá su participación en el mercado laboral: más del 40 por ciento de las mayores de 35 años estarán en él. Además de la caída en la tasa de natalidad, ello modificará la composición de los ingresos así como la demanda por servicios y prestaciones de la seguridad social. Hoy día, del total de mujeres ocupadas (14.2 millones) 43 por ciento se concentra en el sector servicios, 26 por ciento en el comercio, 19 en la industria, 5.7 en actividades agropecuarias y 4 por ciento en la administración pública. Aunque son del todo evidentes la discriminación salarial y la segregación ocupacional.
Se requerirán más guarderías y crecerá el número de pensiones por vejez cuando, en el pasado, se consideraban pensiones para ellas -básica aunque no exclusivamente- en el caso de viudez.
Contrastando con el apocalíptico cuadro “financiero”que Santiago Levy y Benjamín González Roaro se empeñan en dictarle al IMSS y al ISSSTE, no sólo por la dimensión demográfica, el reto institucional frente a la “condición” emergente de la mujer, es más que sustantivo.
A diferencia de la monocorde melodía de estos reducidos “expertos” en “pasivos” –encantados con la edad de retiro “adecuada” para preservar los “equilibrios” actuariales-, una tendencia similar, ya se enfrenta adecuadamente en España por un gobierno responsable.
Ahí ocurren cada año 200 mil matrimonios pero se rompen más de 100 mil; las bodas se estabilizan pero las separaciones crecen. Divorciarse significa, además, experimentar una larga espera. Y, sin embargo, el Consejo de Ministros exige cambios en la ley contra la violencia sobre la mujer y la reciente propuesta enviada al Congreso, contempla que los hombres sólo tengan el amparo del Código Penal.
También es cierto que, por su participación en la actividad económica, la planificación familiar y la diversificación de productos, los hábitos de consumo de las mujeres mexicanas se han modificado. Según la consultora AC. Nielsen, ellas reducen el tiempo de preparación de alimentos, compran más productos “cero grasa” y de “alta fibra”. En los hogares de las que trabajan hay, además, más hornos de microondas así como perfumes, fragancias y cremas faciales.
Si como reconoce la Organización Internacional del Trabajo el desempleo afecta más a las mujeres, un gobierno responsable ya debería estar adecuando las instituciones nacionales a esa realidad. Con un dejo cínico, hasta el propio IMSS comunica que “entre las mujeres de 20 a 59 años de edad llama la atención una alta frecuencia de consultas y de egresos (95 por ciento del total) que obedecen a los casos obstétricos”.
¿Y qué ha hecho al respecto en los últimos cuatro años? Además de pagarle un aguinaldo de 284 mil pesos al director “financiero”, Santiago Levy, muy, muy poco, por no decir casi nada! Ciertamente, un pueril gabinetazo del “cambio”.
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1 La Jornada, 8 de febrero, 2003
2 La Jornada, 8 de marzo, 2003
3 La Jornada, 21 de junio, 2003
4 La Jornada, 19 de julio, 2003
5 La Jornada, 30 de agosto, 2003
6 La Jornada, 11 de octubre, 2003
7 La Jornada, 31 de enero, 2004
8 La Jornada, 13 de marzo, 2004
9 La Jornada, 20 de marzo, 2004
10 La Jornada, 24 de abril, 2004
11 La Jornada, 5 de junio, 2004
12 La Jornada, 20 de julio, 2004
13 La Jornada, 1 de agosto, 2004
14 La Jornada, 14 de agosto, 2004
15 La Jornada, 28 de agosto, 2004
16 La Jornada, 4 de diciembre, 2004