Temprana la hora del lunes 17 de octubre pasado, Roberto Javier Vega y Galina, depuesto secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), y otros 15 miembros de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), acudieron a Los Pinos a rendirle a Vicente Fox honores y pleitesía. Y no lo besaron, nomás porque no estaba muerto.
Tres días antes, para fingir democracia y al filo de las 10 de la noche, Vega y Galina leía frente a un millar de personas encerradas en el Centro de Convenciones Churubusco del SNTSS su obsesiva “propuesta de modificación” al Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP).
Curioso, al mismo tiempo que Vega leía, en algún lugar del país, presumiblemente Oaxaca, Fernando Flores Pérez, director del IMSS, se preparaba para hacer contacto con una estación de televisión.
Afuera del recinto Churubusco, sobre Calzada de Tlalpan, miles de inocentes trabajadores sitiados literalmente por miles de granaderos, seguían con atención y angustia el curso que daba Vega al 44 Congreso Nacional Ordinario, se sentía calamidad en el ambiente.
Adentro, Vega concluía su lectura y se llamaba a la inscripción de los oradores a favor y en contra de la “propuesta”; se sumaron cientos. Afuera, segundo a segundo se multiplicaba la ira y la indignación.
Creció tanto el odio y el desprecio hacia Vega, que lo menos que se escuchaba en las letanías era “pinche traidor, vendido”, acompañadas de muchos recuerdos para su madrecita. Un hombre furioso subió de pronto a la plataforma de tráiler, en donde estaba instalado el sonido, de baja calidad y potencia, pero aún así su breve discurso agitó el alma y la conciencia de algunos de los inocentes. “¡Vamos a entrar! -invitó-, porque si votan, estos cabrones nos van a partir la madre, que esperamos compañeros, ¡vamos a entrar!…”.
En menos de un minuto cayó la primera reja, ante la mirada complaciente de una centena de granaderos apostados justo frente a la feroz escena, nadie al interior opuso resistencia. La segunda puerta cayó en los siguientes 20 segundos, y nada pasó, si acaso, lograron ingresar a la parte baja de la fortaleza unos 30 trabajadores, que de inmediato comenzaron a romper grandes ventanales.
Adentro, la escena cambió como a la medida, pues la lista de oradores se interrumpió al grito de “vamos a votar porque están entrando”; votaron, y en menos de un minuto, Vega “ganó” la votación.
Votado el punto, los granaderos accionaron e impidieron el acceso al recinto a más de los inconformes, los pocos que entraron fueron expulsados a palos, mediante gases lacrimógeno y pimienta, polvo de extinguidores y chorros de agua a presión emanados por la manguera contra incendios del edificio sindical, que operaban varias decenas de “halcones” contratados ex profeso por Valdemar Gutiérrez Fragoso, para brindar a los congresistas, una seguridad “paralela” a la que normalmente se tiene en el sindicato.
En eso, cuando aun había confusión en la cuenta de votos y por supuesto en los resultados, Flores Pérez anunciaba de manera imprecisa en El Noticiero de Joaquín López Dóriga “el término del conflicto, la conjuración de la huelga, el aumento salarial y la contratación de más de 65 mil nuevas plazas”, entre otro mucho bla, bla, bla.
El golpe al RJP de los inocentes, tramado en Los Pinos y gestado en las entrañas mismas del sindicato por una pequeña cúpula, se había consumado. Y ante el ridículo, Vega y Galina habría pedido a Flores Pérez el nombre del “soplón”, para “castigarlo”; pero Flores Pérez no quiso “balconear” de propia voz a su empleado, en lugar de ello mostró a Vega su celular, para que el secretario viera el número del que le habían llamado…
Cantos de alegría
Hubo adentro congresistas -como el caso de Héctor Ulises García Nieto-, que yendo decididos a hablar, se quedaron con las “ganas” de exponer sus argumentos y posición en contra de la propuesta de Valuaciones Actuariales, S.C., empresa que saltó a la luz en el foxismo desde la formación del llamado equipo de transición, y que se presume creció a la sombra del poder desde los enredos de los Amigos de Fox, y que elaboró la propuesta a la medida de Los Pinos y del “sindicato”.
Hubo también congresistas que a manera de protesta prefirieron abandonar el bunker en que se celebraba el congreso, como el caso de Bulmaro Guerrero Cárdenas, secretario general de la Sección 5 que deambuló por el patio de Churubusco por unos minutos después de la votación y luego de plano abandonó el lugar acompañado de algunos de sus fieles delegados.
Los Cuatro Fantásticos, Oscar Arredondo, Laura Narváez, Oscar Gayosso y Adolfo Pineda -secretarios generales de las secciones 32, 33, 34 y 35 del DF respectivamente-, aparentaron esa noche caras largas, tras ser literalmente aplastados, junto con sus delegados, por la operación madruguete implementada por el secretario general.
Los cuatro, entre otros muchos más, pagaron cara la indecisión e indefinición de su “lucha” por impedir modificaciones al RJP; ahora, un envalentonado secretario general se da el lujo de llamarlos la casta divina…, y mantenerlos a raya.
Pero no toda esa noche fue de penas, también hubo alegría y júbilo desbordante entre los colaboradores más cercanos a Vega y Galina, visible por ejemplo, en el rostro de Gutiérrez Fragoso, secretario del Interior y temible personaje -respaldado por Fernando Rocha Larrainzár, exsecretario general sobre quien pesan las más turbias historias- que se encargó de la logística del congreso y de la seguridad en el recinto.
Y también hubo júbilo entre algunos personajes ajenos al sindicato, pero que lucran con la pena y la gloria de los trabajadores. Ahí estaba Nestor de Buen, titular del despacho de asesores jurídicos del sindicato y otrora “opresor” de trabajadores, que por cierto, lucía en el rostro una especie de satisfacción perversa.
Así pasaron algunas horas, cuando al filo de la una treinta de la mañana del sábado 15, Vega y Galina salió a dar la cara a media centena de reporteros de todos los medios que buscaban ansiosos interrogarlo, desde poco después de las 10 de la noche anterior.
A paso corto, tranquilo, Vega ingresó a un salón anexo al de congresos, donde en una pantalla de televisión, la crema y nata del “sindicato” observaba aburrida las posiciones de los congresistas que en asuntos generales daban su opinión en “pro y en contra” de la aprobada modificación.
Salvo el ruido de fotógrafos, camarógrafos y reporteros, todos guardaron silencio ante el arribo de Vega, aunque poco duró, pues el fatal silencio fue interrumpido por los fatigosos aplausos de Arturo Alcalde Justiniani -asesor jurídico asalariado de Vega-, que poco pudo hacer por que le siguieran el coro, pues si acaso, dos o tres más le siguieron con obligados y desganados aplausos.
Alcalde Justiniani, férreo defensor y promotor de la propuesta de Valuaciones, tal vez quiso ganar el aumento de sueldo que de manera pública solicitó a Vega y Galina la noche del 30 de agosto pasado en la Casa Lamm, de donde salió apabullado por los trabajadores que acudieron a la presentación de una especie de libro, presumiblemente elaborado por Eduardo Pérez Saucedo, antes “lugarteniente” de Fernando Rocha Larrainzár, y ahora secretario del Exterior del sindicato.
Tras verse acorralado en la Lamm, Alcalde Justiniani pidió su “aumento”, tras referir que “solo gana 13 mil pesos mensuales”, por supuesto, de las cuotas de los inocentes trabajadores.
Entre cerdos te veas
Luego de la entrega del Régimen, Vicente Fox anunció “grandes inversiones” para el instituto, y Fernando Flores le siguió la cantaleta. Sin pena alguna, ambos funcionarios terminaron de tajo con la visión apocalíptica de Santiago Levy, propalada y avalada durante los cinco años de pesadilla foxista.
Pasado el 44 Congreso, Vega y Galina se enfrenta ahora a la sucesión y al juicio severo de los trabajadores del país. Para lo que se avizora será una de las peores épocas del sindicato, Vega busca desesperadamente un puesto en el Senado que le brinde impunidad, ante la evidencia de manejos poco claros de los recursos de los trabajadores, entre otras muchas “anomalías”. Un aviso: Vega y Galina apenas y pasó, de panzazo, la votación de su informe económico y de labores en el 44 Congreso.
Para Fernando Flores las cosas no son tan diferentes, pues aunado a la corrupción desarrollada en el IMSS tras el paso de Levy Algazi -y que según voces calificadas ha sido la peor en la historia del instituto-, tendrá que cargar y defender el fracaso del costosísimo enredo llamado Prevenimss, los fraudes en el Siarefi, y en el Fofoi, entre otros muchos de una innumerable lista de programas implementados durante la incompetencia del “cerdo” Levy Algazi.
Para colmo, Flores Pérez comparte el poder en el IMSS con El Químico Sergio Salazár Salazár, influyente neopanista de ultraderecha que, según informes confiables, encerrona tras encerrona con Levy Algazi y parte de su tenebroso “círculo”, habría ya pactado brindarle impunidad por medio de la mano de Armando Franco Monterrubio.
Y es que en foxismo todo se puede, y eso, a pesar de que la Secretaría de la Función Pública (SFP) haya encontrado, en al menos dos de los “dedos chiquitos” de Levy, irregularidades que los encuadran en la comisión de ilícitos sancionados por las leyes. Se trata de El Chino Luis Miguel Chong Chong; y del Sergio Andrade del IMSS, Luis Guillermo Francisco Ibarra Ponce de León.
Los expedientes formados por la SFP -copias en poder de Imagen Médica- sobre ambos personajes hablan por sí solos, de hecho, se comenta que la PGR ya les sigue los pasos, y no nada más para la localización de cuantiosas fortunas depositadas en paraísos fiscales…
Casual, en una historia de “compactación corporativa” de áreas en el IMSS muy poco clara, El Químico ganó para sí la poderosa dirección que mantenía como su feudo Ibarra Ponce de León, y en donde, entre otras “actividades”, se definen compras multimillonarias de medicamentos, y jugosos contratos de obra para el instituto.
Tanto hay en juego, que vencido el plazo que se le otorgó a Ponce de León para dejar “limpia” su oficina, el hombre se negó a entregarla; entonces, hubo la necesidad de utilizar la fuerza pública para desalojarlo.
Por si algo faltara, en la “reforma de la reforma” a la estructura del IMSS, que según expertos parece diseñada para “encubrir” la sucia gestión anterior, se pasó a manos de la Dirección Jurídica la labor de la entrega de la información que se solicita al IMSS a través del IFAI, con la clara intención de “retardarla y proporcionarla en extremo escueta”.
Y caso aparte es la poderosa Coordinación de Comunicación Social, a cargo de Roberto Calleja Ortega, y desde cuyas oficinas partió la campaña de desprestigio -contra los trabajadores del IMSS- más deshonesta en la historia del país.
Cuentan que Calleja Ortega es pieza crucial en la estrategia de Levy y su círculo para llevarse el resto del sexenio con impunidad, cierto o falso, Calleja Ortega nada ha hecho para resaltar ante los medios las frases que su actual jefe ha pronunciado, y que ponen en entredicho total toda la nefasta gestión de Levy.