Por Bibiana Faulkner

Sentencia definitiva No. 23990 Expediente No. 231/10  para el caso Bibiana Faulkner en contra de (se oculta el nombre a petición del acusado).

En su sentencia de  fs. 78/99 el  Dr. Günter apunta que la parte (Bibiana Faulkner)  únicamente exige hablar ante el jurado para articular el siguiente discurso, que aunque corto, espera que cumpla su objetivo (si es que existe tal):

Aprender a decir adiós no es un crimen cometido por amor, es un acto de supervivencia, ausente de razón, tal vez carente de fe o un exceso de la misma que no llegó a ningún sitio, pero siempre con objeción denegada, nunca ha lugar.
Cometí un suicidio malintencionado, y sí, suena patético pero así fue.
Decidí vivir en mi cuerpo para que después de noches repletas de sexo monumental me comprometiera con quien me juraba amor eterno. Y digo sexo porque después de todo comprendí que eso había sido; y digo suicidio porque el amor es una forma de morir… también.
Declaro mi ligereza hacia las copas y mi completo afecto hacia el tabaco.
Ante todos ustedes recalco mis inclinaciones hacia todo aquello que destruye y sí, sí incluye personas de carne mas no sé si con alma. No soy tan virtuosa o tan (lo que se necesite) para atinarle al momento en el que me convierta en juego de alguien más.
Pido comprensión; de mis padres heredé las sentencias y el desamor.
Resumiendo: estoy jodida y radiante, quizá más lo primero que lo segundo, y mientras Benedetti trata de salir de su tumba para rescatar su hermosa obra, yo me lamento culpando a todas las letras de todo el mundo y también viceversa.

De tal manera, me pregunto si aprender a decir adiós merece algún castigo y si aprender a dejar ir merece pena de muerte. De ser así, que me condenen los siglos necesarios para que en mi otra vida (si es que existe tal) viva sin la condena de mi memoria y sin la condena de un amor perpetuo que lo único que hizo en esta fue enseñarme a dictar una penitencia sin fin.

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