Por: Alejandra Coral
Twitter: @ayflaca
Sonrío, todo el tiempo sonrío. Al principio la gente me cree; pasada la media noche, el panorama se destiñe. Escondo tanta tristeza en las pupilas que presiento, me quedaré ciega. Qué asco. La gente me da asco, esta fiesta me da asco, sonreír me da asco. Escapo del lugar persiguiendo a la luna y me tumbo en el césped para sentirme menos pequeña. Vienen a buscarme porque los invitados empiezan a preguntar por mí.
Beso a mi marido, todo el tiempo lo beso. Sospecho que está enojado. No me importa. Vuelvo a irme. Esta vez me pierdo en el estudio de la casa. Tienen tantos libros aquí. Debería estar leyendo y no fingiendo que me interesa el rumbo que tome mi vida. Un día de estos la lanzaré por un barranco y seré libre al fin. No puedo más con este peso. Es la locura que se convierte en un gusano hambriento y me devora el cerebro. Debe ser mi condena por haber nacido mujer y poco creyente. No, culpo a mi familia.
¿Pastel? lo corto con el desgano que caracteriza a mi destino y bailo un poco con mi sobrino. Últimamente es el único que me importa. No le tengo miedo a la muerte. ¿Por qué habría de tenerle miedo a algo tan natural como morir? Tenerle miedo a la muerte es cosa de cobardes y de optimistas. Quiero mi cama, eso sería perfecto. Pero en lugar de eso me pongo a llorar. Luego follo con un desconocido en el patio. ¡Hasta que la muerte nos separe, mi amor! Sí, sí, cualquier cosa. Me emborracho, un par de fotos más y la depresión vuelve a llamarme y yo dejo seducirme por ella.
La tristeza es tan cómoda cuando aprendes a vivir con ella. Te acostumbras y ya luego te parecen hasta cálidos sus brazos. No me dejes nunca le digo a mi ex marido, quien acaba de dejarme porque se dio cuenta que el amor no alcanza para matar a mis demonios. ¡Bienvenido al planeta tierra, mi amor!
Por fin se van todos, por fin me dejan en paz. Sola, como siempre me ha gustado. Sola, como merezco estar. Por estúpida, por insensible, por loca, por muerta.
Lástima que el césped arruinó mi vestido.
