Por Karen Cervantes
Twitter: @karencitoww
“Ningún camino de flores conduce a la gloria”.
Jean De La Fontaine
Hoy no te reconozco.
Aún recuerdo cuando dijiste lo mucho que odiabas a las personas que con el tiempo y las personas, poco a poco perdían su esencia, y mírate, hoy no sé en quién te has convertido.
Juraste que nunca dejarías de luchar por tus sueños, porque ellos determinan la grandeza de las personas, pero tu alma soñadora quedó en el pasado.
Prometiste nunca borrar esa sonrisa de tu boca, y ahora la sonrisa fue derrotada ante la amargura.
Asegurabas que no venderías tus ilusiones y lo hiciste al mejor postor.
Por quedar bien con los demás, dejaste de quedar bien contigo.
Olvidaste las prioridades que tanto presumías y encontraste la soledad.
La cobardía venció tus ganas de luchar y hoy la rutina es lo que marca el sentido de tu vida.
Todavía puedo escuchar tus quejas sobre los vicios, ellos ahora le dan sentido a tu día.
Perdiste de vista lo qué le daba sentido a tu vida y en el camino perdiste la capacidad de sorprenderte por las cosas que realmente importan.
Me fallaste.
¿Cuándo comenzaste a tomarte la vida tan en serio?
Recuerda que la vida es tan solo un juego y la única manera de ganarlo es siendo feliz.
Estás perdiendo el juego más importante.
Y cuando levanté la mirada, con tristeza observé a la persona que tenía enfrente, a quién más había lastimado, a quién más había decepcionado: era un espejo, era mi reflejo, era yo.