Por Maru Luarca
Twitter: @Lady_Micu
1. Aquí todo sucede de madrugada, hasta lo que no sucede; lo sabes bien.
Observo el techo granulado con la curiosidad insistente de quien no sabe qué busca.
Cuelga una lámpara de tres brazos, un pulpo de metal y vidrio cubierto de polvo; abro la ventana y espero que el viento venga a mecerla. Hay un invitado que nunca llega.
2. Una horda de zancudos nos sobrevuela cada noche; es su hora del bufé y no existe una cantidad de sangre lo suficientemente intimidante para el hambre encerrada en sus minúsculos cuerpecitos. La luz en la mesita es el mejor repelente que conozco.
3. La ventana de la esquina es un agujero negro. Al otro lado y cuando es de día, vive un jardín.
Ahora, de madrugada, se abre un portal a otro universe, lo sé porque escucho el murmullo lejano de voces desconocidas al otro lado. Quizás mañana acerque el oído un poco y regrese a contarles de que hablan.
4. La otra noche tres luces pequeñas paseaban por mi jardín; no eran luciérnagas, eso sí sé muy bien. Invento un fantasma con linterna buscando gusanos para el ave que alimenta en su ventana, uno alto y sonriente, con el pecho translúcido y un corazón latiendo abierto como la maquinaria de un reloj.
5. El quinto punto es un buen momento para admitir que no tengo nada sobre que escribir. Son tan extrañas algunas madrugadas; silenciosas y sin historias que contar. Pienso que es momento de desenterrar una historia de hormigas sobre el piso templado del solario, sobre el gato durmiendo en el sofá o sobre el miedo infinito a perder lo que más se ama.
6. 90 días con el miedo mordiendo el cuello. Sus uñas aferradas a la espalda y la voz pastosa musitando el infierno al oído. Día y medio para abandonarlo en la esquina, para olvidarlo un tiempo mientras el corazón sana. Nos quedan aún muchos puntos de confluencia, no me queda duda.
Nadie sabe cómo despistar al destino, pero siempre podemos apagar la luz de la mesita y simular dejadez pasajera.
