Por Alicia Alejandra
Twitter: @Alisless
Me gusta pensar que siempre tenemos algún motivo que nos sirva para querer seguir y que el caos que atraviesa nuestra vida tiene fecha de caducidad, así podemos sonreír de vez en cuando tratando de alejarnos de los atormentados pensamientos. Una vez leí a un poeta de este mundo relatando lo egoístas que son las personas cuando se dejan vencer y peor aún sin haberlo intentado.
Pensar que no tienes nada cuando lo tienes todo. Si al menos disfrutaras cuando te sientas abandonada del sonido mar. De esas veces cuando disfrutaba mis ratos sola, cuando aun con amigos podía caminar, admirar y sobre todo pensar en lo afortunada que soy al tener mucho de esta vida. Cuando supe que felicidad no es conseguir todo lo que te propones, sino aprovechar todo lo que se tiene.
De pronto ahí me encontraba: sentada y mirando el mar…
El mar representa el contorno que nos define, nos limita y nos enmarca. Acudimos al extremo de nuestra tierra buscando el arrullo de un mar que nunca nos ha pertenecido, pero que está ahí. A pesar de los sinsabores de la gente que pasa o de la intranquilidad de la ciudad, el mar siempre se acaba imponiendo y nos recibe con su calma que no cesa con su abrazo de olas que se rompen en la arena delicadamente…
Para muchos de nosotros es humanidad prestada, alquilada en tiempo estival, casi robada. Pero al menos por unos días podemos acercarnos a las olas y sentirnos un poquito menos huérfanos de vida.