Evidencia para las políticas
El Dr. Kumate. 1988-1994. Una política encadenada a Solidaridad:
“descentralizando” sin democratizar
Gustavo Leal F.*
Parte VI
Los “extras” para salud sólo podían provenir del fondo discrecional y casuístico operado por la poderosa Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), diseñada para lanzar la candidatura a la Presidencia de la República del malogrado Luis Donaldo Colosio.
El hombre a “convenecer” en SESESOL era Carlos Rojas, también responsable de la estructura “territorial” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que, por esos días ya insinuaba mudar hacia una plataforma salinista de largo aliento: el Partido de Solidaridad. Como declarara José Angel Gurría, tecnócrata en jefe del tradopriísmo, un Partido para “la generación de políticos de los próximos 24 años”.
Así, el saldo neto de la descentralización iniciada en el marco de la “renovación moral” de Miguel de la Madrid-Soberón y que se estancara en el sexenio de la “modernización” Salinas-Kumate, terminó en un esquema perverso que, hegemonizado por los requerimientos electorales priístas, sólo “descentralizó” para concentrar “centralmente” el poder político.
Como escribió la profesora Rodriguez:
“En este contexto, la decisión de descentralizar aparece como una alternativa mucho más ´segura´ y prometedora…tal ha sido la lógica de los esfuerzos de descentralización realizados durante el último decenio. Sin embargo, el mayor problema de las decisiones de descentralizar y abrir espacios políticos es que se tomaron en un contexto que no sólo reforzaba la centralización, sino que también ponía en tela de juicio todo el proceso de la ´democratización´”1.
No es casual que los “expertos” al estilo de González Block y otros2, se “rompieran” la cabeza buscándo la “lógica” a un proceder presidencial que, como el de Salinas, subordinó políticamente cualquier dimensión técnica.
Como tal, la política sectorial de salud del salinismo, con el Dr.Kumate a la cabeza, estaba encadenada. Su desempeño político era con Solidaridad y desde Solidaridad o no era, especialmente por cuanto se trataba de un área social estratégica. Sus plus debían necesariamente traducirse en nuevas medalllas de “Solidaridad”, lo cual, con los “etiquetados” recursos del ramo, no era, en absoluto, sencillo.
Por ello mismo, el resultado sexenal promedio no pudo ser sino en extremo mediocre:
“A nivel nacional, en 1994, el gobierno federal participó con el 83% del gasto de los servicios de la SSA en las entidades; los gobiernos estatales lo hicieron con 10%, mientras que los particulares contribuyeron con el restante 7%. Para 1995 estas tres cantidades fueron, respectivamente, 81%, 12% y 7%3.
Y aún peor:
“Del total del gasto en salud que efectuaron los gobiernos estatales a nivel nacional para 1994, 33% se destina a servicios para los burócratas estatales y 67% para población no asegurada. En 1995 estas cifras fueron de 36% para los burócratas y de 64% para la población no asegurada”4.
Así, el Dr. Kumate terminaba reconociendo que durante su gestión le había tocado resolver los asuntos “fáciles” y que quedaban pendientes los “difíciles”: el sector tiene que “adoptar medidas a mediano y largo plazo que permitan atacar a fondo los problemas que quedaron pendientes”5.
Ahora está claro que el salinismo constituyó una suerte de momento mori del priísmo, como régimen político y forma de gobierno. Lamentablemente, sobre esa fase terminal, nació también muerta la “agenda” de la administración que seguía: la del “accidente” llamado Dr. Zedilllo.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
1 Victoria E, Rodríguez, La descentralización en México. De la reforma municipal a Solidaridad y el nuevo federalismo, FCE, México, 1999, p.132.
2 Véanse al respecto los artículos de Julio Frenk, secretario de Salud del foxismo en la revista Nexos, durante los años del salinismo.
3 M.A.González B., “Las cuentas estatales de salud: el gasto de las entidades federativas”, Observatorio de la Salud, Funsalud, México, 1997, p. 157.
4 Ibid.. P. 158.
5 Las declaraciones del Dr. Jesús Kumate que se consignan en el texto aparecieron en El Financiero, La Jornada y Reforma el 8 de febrero de 1995.