Por Karen Cervantes
Twitter: @ikarenpau
“Lo realmente importante es luchar para vivir la vida,
para sufrirla y para gozarla, perder con dignidad y
atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si
no se le tiene miedo”.
—Charles Chaplin.
Solamente los que sentimos el fútbol hasta las lágrimas sabemos lo que la época mundialista puede provocar en los aficionados.
Esta euforia futbolística que nos ha invadido, me hizo reflexionar un poco más sobre este bello deporte; la conclusión a la que llegué fue la siguiente: el fútbol tiene similitudes bárbaras con la vida y los momentos que trae consigo.
Pasión
Grita, pega, llora, azota, siente. Gózalo, brinca y celebra. Nunca olvidemos que lo que mueve al mundo es nuestro fuego interno.
A veces en quien más confías es quien fallará
La estrella, la que carga en su espalda al resto del equipo, en el momento menos oportuno: adiós, desaparece, no existe, te defrauda.
Cuando la historia dice NO, es NO
Aunque quieras, aunque lo tengas en la mano. Una oportunidad, dos oportunidades; no se da, no se dará.
Sensación de vacío
Cuando se va, cuando se pierde. Algo falta, llena el espacio, despierta de la pesadilla, no quieres pensar, encuentra el olvido.
Solidarizarte con el dolor ajeno
Contraste entre los que se derrumban y los que nacen con una victoria. Reconoce que la batalla que ganaste alguien la habrá perdido. Muestra respeto, gana bien.
Necesidad de creer en algo
Mantén la fe, cree, decreta; si existe en tu mente, entonces sucede. Aférrate, déjalo presente en tu cabeza, nunca lo sueltes.
En un par de minutos puedes perderlo todo
Lo tienes, es tuyo, confías, cuestión de segundos, no lo sueltas. Parpadeas, dudaste, se fue, lo perdiste. Sigue intentando.
La diferencia entre los grandes y los que se quedan en el camino radica en la mentalidad de grandeza que cada uno puede llegar a tener.
El miedo más cabrón es el que nos tenemos a nosotros mismos: a arriesgarnos, a demostrarnos que somos mejores de lo que muchas veces pensamos, al éxito, al fracaso, a actuar, a luchar, a perder, a seguir intentando.
Porque en la vida como en el fútbol, nada está escrito sobre piedra.