Por Rebeca Leal Singer
Twitter: @Rebecrop
Estaba oyendo el ruido distraído
cuando: “mira, qué bonitas esas hojas”
las que raspan y eran larvas
que como yo son solo centímetros.
Casi no veo a ese humo denso,
él opacaba de vaho mis lentes,
como caldo de alcohol en descenso,
lo miro desde abajo en sus hirvientes.
Aquellos tientes de manchitas
los tengo también en mi lomo de prisas,
los que sentí en la piel y las risas.
Como abdomen segmentado por tiempo.
Unas de ellas son rojizas, las otras marrón
o su mentón de orgullo, distinto al murmullo
mía la voz que a veces es pena.
Trato dispuesto a un trabajo intenso.
Es esporádico, no somos una.
Me miro en ellas, aunque seamos
de distintas colonias. Similares ceremonias,
el bautizo de mis rizos y sus reinas.
Si me miran a mi, verían altura
pero nada más en perspectiva
porque soy compacta, lata intacta
a comparación con las aspas del molino.