Deudas Eternas, cómo y por qué II

El foxismo no es un humanismo social

Gustavo Leal Fernández *
Noviembre de 2002

 

En su antiguo y notable libro, Los Nervios del Gobierno, el profesor Karl Deutsch se refirió a la propensión que tienen los gobiernos para “preferir símbolos autorreferentes y no la nueva información del mundo exterior”.

1.- Respecto al futuro de las políticas de salud y seguridad social, después de las grandes expectativas que levantó la plataforma de la Alianza para el Cambio que condujera a Vicente Fox Quesada a la Presidencia de la República, bastaron sólo cuatro meses: de agosto a noviembre del año 2000, para hundir la legitimidad del nuevo gobierno del “cambio”.

2.- En sólo cuatro meses el entonces Presidente Electo, Vicente Fox, obró justo en el sentido contrario de los preceptos “humanistas” de la plataforma política panista que le franqueara el acceso a la Presidencia de la República. Al designar a Julio Frenk, Santiago Levy y Benjamín González Roaro como titulares del gabinete a cargo de estas políticas públicas cruciales y que ahora quedaron también en manos del Comisionado para el Desarrollo Social de la Presidencia de la República, José Sarukhán, Fox optó por extender la fase final de las políticas sociales priístas encadenadas al modelo económico que sembrara De la Madrid en los ochenta y consolidaran Salinas y Zedillo durante los noventa.
Esta inclinación por el “más de lo mismo pero peor” muestra como señala Deutsch, que a Fox le ganó la propensión por la autorreferencialidad de su gobierno frente a los desafíos que conllevaba “la nueva información del mundo exterior”.

3.- La clave de estos dislates pudiera localizarse en el financiamiento de su campaña política que quedó en manos de Lino Korrodi y los head hunters así como en los lobbies o intereses restringidos -que no inclusivos- que suelen tradicionalmente presionar sobre los procesos electorales.

4.- Pero para consolidar los nombramientos de Frenk, Levy y González Roaro Fox tuvo que despreciar, primero, el conjunto de alternativas médicas con que contaba el sanitarismo panista encabezado por el Dr. Carlos Tena, su secretario de Salud en Guanajuato; alternativas que anunciaban reorientar las políticas rutinarias de salud pública del soberonismo priísta.
Y después, tuvo también que soslayar el gran potencial correctivo a las “políticas de la no política” del ciclo ultraliberal De la Madrid-Zedillo que puso a su disposición el Consejo Coordinador Empresarial, vía Rafael Fajer, Presidente de la Comisión de Seguridad Social de ese organismo. Este correctivo está en el documento La modernización de la Medicina en la Seguridad Social del Dr. Luis Mario Villafaña, publicado por la Fundación Rafael Preciado Hernández del Partido Acción Nacional y constituye la mejor agenda clínica disponible para reperfilar hoy las principales tareas médicas del Sistema Nacional de Salud.

5.- Juega un papel del todo relevante considerar también lo que Fox desechó a cambio de lo que tomaba. Este ángulo que, en políticas públicas asociamos con los que “ganan la agenda”, muestra a las claras que el talante democrático del 2 de julio y su manifiesto reclamo por el cambio no logró permear la insurgencia decisoria que se aguardaba del fenómeno llamado foxismo “desde abajo”.
En efecto las garrafales decisiones de Fox para las políticas de salud y seguridad social importaron la agenda y la impusieron decididamente “desde arriba” sin la menor consideración democrática. En términos estrictos; en términos de un proceso democrático normal, Fox no sólo no consultó con su “desde abajo”, sino que optó por traicionarlo de inmediato.
Con estas imposiciones canceló de tajo la posibilidad de que, por primera vez en la historia del sector, resonara libremente el arco de sus voces, intereses y afanes. A él le debemos que hoy, como en los tiempos priístas, siga sin conocerse aquello que creen, quieren y aguardan los mexicanos para sus políticas de salud y seguridad social.

6.- La agenda impuesta provino más de algunos de los intereses restringidos -que no inclusivos- de la arena de la política pública y constituye una variación más de las visiones uninivel que sobre la “reforma” ‘ y el sector salud han divulgado desde los años noventa la Fundación Mexicana para la Salud, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud de la Dra. Brundtland.
Esta agenda se estructura alrededor de los cuerpos equidad, calidad y protección financiera, cuerpos que fueron anunciados por Julio Frenk desde el equipo foxista de transición en septiembre del 2000, apenas dos meses después del masivo proceso electoral que llevó al poder al gobierno del “cambio”.

7.- Los problemas de esta agenda no consisten sólo en su naturaleza importada e impuesta sino en el total desequilibrio del conjunto de sus reglas básicas. Pesa sobre ella la orientación casi exclusivamente financiera de los cuerpos de política que se anteponen decididamente a la escasa claridad, por no decir inexistencia, que portan los pretendidos impactos sobre la mejora efectiva del estado de salud de la población, la atención de las enfermedades y los daños.
Hay que agregar, como oportunamente ha observado la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la ausencia de metas intermedias precisas resultantes de una insostenible reducción de los componentes de los sistemas de salud en términos de sus funciones y características; así como su franca vocación gerencial en abstracto que se expresa en el empleo de una noción general sobre la calidad, sin asiento específico en el terreno propiamente médico y sanitario. Finalmente, la entera agenda vive cruzada por el desconocimiento del nivel operativo del SNS.

8.- Además, esta agenda nunca fue consultada. Una vez designado secretario de Salud, Frenk difundió desde la SSA las Líneas Estratégicas Iniciales del Programa Nacional de Salud que coinciden con la agenda anunciada desde el equipo de transición. Aunque, curiosamente, todas ellas reaparecerán en la versión final del Programa Nacional de Salud 2001-2006 (PNS). Una vez establecidas las líneas estratégicas, la singular “consulta” comunicó que:
“Se llevaron a cabo 161 foros -18 federales y 143 estatales-, con 4,496 propuestas. Además se contó con la participación ciudadana: con casi 19 mil propuestas a través de los buzones.”

9.- Además, esta agenda no aparece en el poco afortunado Plan Nacional de Desarrollo. El documento carece de una agenda estricta en materia de salud y seguridad social y apenas ofrece un puñado de anotaciones que lo salpican por aquí y por allá. Es claro que Frenk no pudo defender la presencia de su “agenda” al interior del mar de los Sargazos de la “antipaternalista autoresponsabilización ciudadana” que, el Comisionado para el Desarrollo Humano de la Presidencia de la República José Sarukhán, quiso imprimirle al contenido social del PND. La partitura del documento la distribuye mal diseminadas en una obra de por sí gris y extensa.

10.- Pero la agenda impuesta reaparece con estruendo en el tecnocrático Programa Nacional de Salud. Este Programa que, en verdad, debería llamarse Programa Frenk-Soberón, constituye la “memoria de mortaja” de la salud y seguridad social de la Revolución Mexicana.
El soberonismo-foxista que representa Julio Frenk procesará, vía el PNS, el alineamiento final de ésta política pública con el último tramo de la “modernización” económica tardopriísta: la que corresponde al ciclo ultraliberal 1982-2000 “conducido” por De la Madrid, Salinas y Zedillo.
Así, el PNS será la versión social definitiva de un proyecto de “conciliación” entre la profunda mudanza económica que ha vivido México en los últimos 18 años y sus políticas “sociales” adecuadas, ahora, al marco de la economía global; será, finalmente, el alineamiento entre el “nuevo” país económico y sus “programas” sociales. Este alineamiento de lo social ha requerido, hasta ahora, 19 años.

11 .- La manera en que avanzará esta “conciliación”, cumpliendo el PNS ha sido claramente comunicada por Frenk. Aludiendo a las “reformas” soberonistas sobre la red de salud y seguridad social erigida en México a partir de 1943, Frenk apuntó que:
“En México nos hemos movido a un cuarto principio desde el año de 1984. Este cuarto principio está consagrado en nuestra Constitución y ese es el principio de ciudadanía, cuya expresión institucional sería un sistema universal de salud. Aquí también hay racionamiento, pero el racionamiento se da con criterios y prioridades explícitos en donde se conjuga la fuerza de las evidencias científicas a través de la investigación (…) y estas prioridades se hacen accesibles a todo mundo en forma universal y sin ninguna forma de exclusión. Este principio de ciudadanía es el que ve a la salud o al cuidado de la salud como un derecho humano fundamental”.
Transitar de la ciudadanía “política” que, Frenk cree se alcanzó con la elección de Vicente Fox, a la ciudadanía “social” que contiene su tecnocrático PNS es para él idéntica al “nuevo universalismo” que estableció el Informe sobre la salud en el Mundo 1999 de la OMS:
“Este Informe promueve un nuevo universalismo que reconoce los límites del gobierno pero preserva su responsabilidad en la conducción y financiamiento de los sistemas de salud. El nuevo universalismo (…) reconoce que si los servicios deben ser prestados a todos, entonces no todos ellos podrán ser prestados. De acuerdo a una determinada priorización, los servicios más costo-efectivos, deben ser provistos primero”.
Este “universalismo” y los servicios más costo-efectivos son iguales al “racionamiento” del rudimentario y preventivista Paquete Básico de Servicios de Salud: el que estará al alcance de todos los ciudadanos “sociales” del foxismo.
Por lo que toca al tratamiento de las enfermedades y los daños, el “nuevo universalismo” y la ciudadanía “social” se transforman en más “racionamientos”, aunque más caros para los bolsillos de las familias.
El PNS establece qué las “contribuciones serán proporcionales a la capacidad de pago” y propone subsidios escalonados para la atención integral y resolutiva de la enfermedad “según la capacidad de pago del hogar a través del así llamado seguro popular, la “ampliación” de la seguridad social y la “regulación”  de los seguros privados vía las Instituciones de Seguros Especializadas en Salud (ISES).

12.- El Primer Informe de Vicente Fox se refiere también a esta “conciliación” cuando señala que:
“Ante los que subrayan que en el país hubo cambio de gobierno, pero no una transición democrática, debo decir, que el cambio no lo podemos reducir al episodio alternancia, por relevante que haya sido en nuestra vida política. Ese gran e imprescindible evento no basta por sí solo para romper con las viejas inercias. Estoy consciente de que muchas prácticas de este gobierno aún deben cambiar. Por ello, para muchos el cambio es nominal. Pero no es posible consolidar una cultura política en el transcurso de unos cuantos meses. No obstante, no cejaré en mis esfuerzos en este sentido.
(….). Es hora de que la justicia social ocupe el lugar que le corresponde en la agenda nacional. Es hora de reincorporara quienes fueron dejados a la vera del camino. El cumplimiento de este objetivo no admite demora”.

13.- Por su parte, todos los incisos sociales del generalista Acuerdo político para el desarrollo nacional que se vinculan con temas de salud y seguridad social, calzan perfectamente con el PNS. ¿Para qué se requiere un Acuerdo si ya fueron “decididas” todas las políticas del Ejecutivo en esta materia? Fox busca que el H. Congreso de la Unión ratifique lo que él, junto con Frenk y Soberón, ya decidieron en su tecnocrático PNS.

14.- La lección es clara. Después de la larga era priísta y el alto costo de los últimos 18 años de su ciclo ultraliberal, el primer gobierno de la “alternancia” nos obliga a examinar con lupa su poco consultada agenda para el “futuro” de la política pública; nos obliga a estar permanentemente atentos en la certeza de que en ella se proponen unas cosas y se buscan otras.
Por ejemplo: ¿a qué alude la nueva fracción IV del artículo 89 de la Ley del IMSS que contiene la Iniciativa con Proyecto de Decreto que Reforma y Adiciona la Ley del Seguro Social? En ella se señala que:
“El Instituto prestará los servicios que tiene encomendados, en cualquiera de las siguientes formas (…) .
Fracción 1V: referir a sus derechohabientes a las instalaciones de otros institutos o instituciones, cuando por cualquier circunstancia ello pudiere representar condiciones más favorables para la vida y salud de los mismos, oportunidad o calidad del servicio, el óptimo aprovechamiento de su capacidad instalada o generar economías en la prestación de sus servicios. De igual forma, el Instituto podrá atender en sus instalaciones a derechohabientes de otros institutos o instalaciones”.
Se proponen unas cosas y tal vez se buscan otras. Prueba de ello es el lenguaje tecnocrático con que se expresa el soberonismo foxista; lenguaje plagado de sustituciones terminológicas polisémicas adecuadas a su visión “sistémica” del sector salud y a la naturaleza gerencial en abstracto de sus “reformas”.

15.- Frente a la “democratización” de la salud que publicita el tecnocrático PNS, lo que en realidad ha recibido la sociedad que aguardaba el “cambio”, es apenas una agenda que nació desprovista del elemento nuclear de cualquier gobernabilidad: la confianza ciudadana en su gobierno; la confianza de que lo que intenta es mejorar y preservar para las mayorías la dinámica adecuada de las siempre complejas y enigmáticas políticas públicas; la confianza ciudadana en un gobierno que apuesta todo su capital electoral para dotar a esas políticas de un auténtico, genuino y dilatado curso democrático.
Hace mucho que los gobiernos de México están muy por detrás de los ciudadanos y sus necesidades. Para el foxismo, la pérdida de esta confianza ha resultado doblemente ominosa, dado el gran capital político que radicó su oferta de “alternancia”.
Será el mismo electorado que eligió a Fox en el año 2000, más los jóvenes que lo engrosen, aquél que lo juzgará por los daños que han arrojado ya sus garrafales decisiones: ni corregir el rumbo del ciclo ultra-liberal ni reorientar sobre bases humanistas sus políticas sociales.
La nueva pesadilla sanitaria tiene un nombre: se llama “pluralismo estructurado”. Habrá que monitorearlo cotidianamente.

16.- El foxismo en su calidad de tardopriísmo social, es la mejor prueba de que ha llegado el tiempo de los otros. Los cuerpos de políticas de salud y seguridad social que contempla el soberonismo foxista no revertirán las graves inercias que legaran los últimos 18 años del soberonismo priísta. Contribuirán con 6 años más de “política de la no política”. Agudizarán las tendencias sectoriales ya descontroladas en curso y profundizarán la severa polarización de las consecuencias nocivas del perfil de daños a la salud del México contemporáneo.
Como en los tiempos de la caída priísta, llegó el momento de mapear de nuevo los escenarios para los otros; para aquellos que armarán otro camino capaz de conducir digna y responsablemente la res pública.
Hay pues que esperar que ese mayor número de individuos sea cada vez más capaz de favorecer decisiones de abajo hacia arriba, rompiendo así las tentadoras e interesadas atrofias de que gusta disfrutar también más de un parlamentario.
Con la propensión por la autorreferenciaiidad de su gobierno como dice Karl Deutsch, Vicente Fox ha actualizado la máxima de las teorías políticas contemporáneas:
“Cuanto menor es el número de personas que participan en el nombramiento de los líderes y la toma de decisiones, mayor es la probabilidad de que las decisiones políticas satisfagan sólo intereses privados o intereses públicos de pequeños grupos”.

* Profesor e investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco.

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