EL IMSS BAJO EL FOXISMO
Capitulo 5

UNA GESTION FUNESTA.
SANTIAGO LEVY: 2001-20021

Gustavo Leal F.
División de Ciencias Biológicas y de la Salud
Departamento de Atención a la Salud
Area de Investigación en Salud y Sociedad

2001: Levy y el análisis “serio y profundo” del sistema de seguridad social

4.1.-Cuatro palabras: salvar la seguridad social1

Organizaciones del sector privado han puesto a consideración del gobierno diferentes proyectos para la reforma de los servicios de medicina familiar. Durante la gestión del actual senador priísta Genaro Borrego en el IMSS, se contempló: constituir módulos de 5 médicos, una asistente médica y enfermera; adscribirles una población base de mil 800 derechohabientes por médico; que el usuario/paciente cuente con la posibilidad de elegirlos; que el horario de atención se extienda a 24 horas continuas ya sea en forma presencial en el consultorio, en el domicilio del usuario/paciente o por teléfono; que los pacientes postoperados -egresados en forma temprana- sean vigilados domiciliariamente por su médico familiar así como los enfermos crónico-degenerativos y aquellos que ameritaran procedimientos especiales ambulatorios y que el control médico-administrativo se lleve a cabo a través de redes computacionales operadas por el médico, la asistente y la enfermera.
Este proyecto que ya sido “piloteado” en unidades del IMSS, pretende elevar la “calidad” del servicio al fomentar la “competencia interna”; identificar “mejor” al usuario/paciente con el equipo de salud y “acrecentar” el ingreso de los médicos familiares.
Pero resulta que la oferta de pagar al médico familiar por cada usuario/paciente que lo elija (capitación), se materializaría después de atender mil 800 pacientes y la cuota fija que recibiría por cada procedimiento domiciliario efectuado, no podría exceder cuatro acciones mensuales. Por tanto, mientras el salario pudiera aumentar según el “carisma-médico”, la atención domiciliaria para la quinta intervención y subsiguientes, correrían “gratuitamente” por cuenta del módulo de medicina familiar en “competencia” con otros.
Además, cada módulo podría absorber el número de derechohabientes que, en promedio, atiende hoy toda unidad médica dotada de 7 consultorios. Es decir: 14 médicos en 2 turnos, 6 enfermeras, más todo el personal administrativo de intendencia y mantenimiento que se hace cargo de la operación normal de la unidad. Por si no fuera suficiente y dado el abrumador desempleo de galenos, contratar médicos de 24 horas, podría traducirse en que el IMSS “compactara” dos plazas de médico familiar.
El considerable ahorro para el IMSS habría de reflejarse, también, sobre los costos en las prestaciones de Ley. Pero ¿serían “ahorros” en beneficio del paciente o sólo de las “finanzas” institucionales, que tanto alborozo producían a Zedillo?
Es claro que la saturación del médico familiar, poco favorecería brindar servicios de “calidad”. Y aún suponiendo que se pretendiera incrementar el salario de los médicos, como pregonó sin pausa el ex director del IMSS, Mario Luis Fuentes, ellos sólo podrían aspirar, si acaso, a un 50 por ciento extra, lo que nunca correspondería con el número de horas efectivas que demandaría la adecuada atención clínica de ¡3 mil usuarios/pacientes!
Esos proyectos no mejoran ni la calidad ni la oportunidad de la atención: naturalizan la saturación del médico familiar, su desgaste físico e intelectual. No contemplan, por ejemplo, suplirlo cuando vacaciones o acuda a cursos de actualización. En esos casos, la población cubierta quedará en responsabilidad del “módulo competitivo”.      
Como la “Cruzada de la Calidad de los Servicios de Salud” a cargo del subsecretario foxista de la SSA Enrique Ruelas, este tipo de propuestas soslayan deliberadamente, que la verdadera calidad depende, con mucho, de la preparación continua de los médicos, de su salud física y mental y, sobre todo, de su satisfacción en el trabajo.
No todos los médicos son mercaderes. El espejismo de ganar unos cuantos pesos más (esquema alineado de “incentivos”), a cambio de infartos masivos por condiciones laborales estresantes, sólo caben en los “modelos cibernéticos” de la “nueva” Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Dra. Brundtland, y en los diseños de “expertos médicos” que jamás han pisado un consultorio o, que en los últimos treinta años, ni siquiera los han “supervisado”.
Más allá de los foxistas llamados a “democratizar la salud” como “eje” de una política sexenal en la materia, los urgentes ajustes que demandan los servicios de medicina familiar -como todo el Sistema Nacional de Salud- están obligados a elevar la calidad y la oportunidad clínica. Pero para ello no cabe argüir tan solo criterios abstractos de “optimización” y “abatimiento general de costos” que, según muestra la experiencia internacional, operarían justamente en sentido contrario: en menoscabo de la verdadera calidad de la atención.

4.2.- El “señor Santiago”2

El diagnóstico del Dr. Onofre Muñoz, subdirector de Prestaciones Médicas del IMSS es preciso: aunque la institución dispone del 35 por ciento del presupuesto del sector salud y atiende el 64 por ciento de la demanda nacional, enfrenta severos rezagos. Cerca del 72 por ciento del presupuesto para la salud se destina al tratamiento de cuatro padecimientos: cáncer, diabetes, VIH/sida y enfermedades del corazón. Las limitaciones económicas impiden solucionar las deficiencias de la prestación. Hay que fortalecer la infraestructura e incorporar a otros grupos productivos de la población. Por ejemplo, para el año 2001, el IMSS tiene como objetivo afiliar 300 mil familias al seguro voluntario, con los que sumarían 600 mil los hogares inscritos en este esquema. Ello permitiría disponer de mayores recursos los cuales se aplicarían en “mejorar la prestación del servicio, el ambiente laboral y ofrecer incentivos al desempeño del personal”.
         Ante el impacto de la globalización, continúa, el IMSS debe mantener su responsabilidad de atender a los trabajadores. Por ello se pronuncia en contra de la reversión de cuotas “pues eso implicaría fragmentar el financiamiento”. Por lo que toca a la presencia de las Instituciones de Servicios Especializados en Salud (ISES), el Dr. Muñoz estima que su adecuada operación depende de que México cuente con “un mercado regulado”. 
         Frente a este escenario y en el marco de la 88 Asamblea General del IMSS, Santiago Levy – actual director del Instituto- por empeño de Fox,  planteó la necesidad de un análisis “serio y profundo, ajeno a la retórica y a la demagogia, para construir entre todos un sistema de seguridad social más amplio e incluyente”.
Pero también subrayó que sólo la atención de 13 mil pacientes con SIDA requiere aproximadamente el 10 por ciento del gasto en medicinas y materiales de curación: “es previsible que estas tendencias se agudicen”. Una  rápida “transición epidemiológica” pondrá en “riesgo la viabilidad del Seguro de Enfermedades y Maternidad con su actual estructura de aportaciones”. ¿Precisión, advertencia o amenaza? ¿quiere decir que habrá entonces que elevar las aportaciones? ¿o qué quiere decir?
Aún más. Levy informó que en esta década, la población mayor de 65 años se incrementará en 32 por ciento mientras que el resto lo hará en 26 por ciento, lo que sumado al aumento de la esperanza de vida (77 años la mujer y 73 el hombre) “pondrá particular presión sobre los seguros de Vejez y de Cesantía, el Régimen de Pensiones y Jubilaciones de los trabajadores del IMSS y las pensiones en curso de pago”. Nuevamente, ¿precisión, advertencia o amenaza?¿acaso no trabajaron para esa jubilación? ¿no tienen derecho a ella? ¿va a “podar” el Contrato Colectivo? ¿o qué quiere decir?
En encarte publicado por la prensa nacional el 15 de marzo, la dirección del IMSS reitera el llamado a ese “análisis serio y profundo” y propone reflexionar sobre “dos factores esenciales”: 1) diseñar una “adecuada graduación de las modalidades de seguro a ofrecer a la población y de la mezcla de aportaciones” (¿?) y 2) que las “aportaciones del Gobierno tengan un sólido respaldo con ingresos tributarios estables y permanentes”. ¿Habrá alguien con opinión contraria? ¿se trata de un velado apoyo al proyecto de reforma fiscal foxista? ¿o qué quiere decir?
Si Levy quiere realmente ese “análisis”, deberá predicar con el ejemplo: empezar por emplear un lenguaje preciso. Ahí empieza cualquier “análisis” persuasivo como el que se requiere hoy día en México, sobre todo cuando se tratan materias de alta sensibilidad para la cohesión social como las que ahora tiene en sus manos.
Levy podría reflejarse en el espejo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde equivocando severamente el lenguaje del Informe Mundial de la Salud 2000 -al pretender “proteger financieramente a los más pobres”-, su directora, la Dra. Brundtland levantó una insurrección de proporciones aún incalculables, localizada en la membresía de los países del Tercer Mundo de la Organización: la franca mayoría.
Un nuevo gobierno, un gobierno del “cambio”, está obligado a expresarse con el rigor que le confirieron sus electores. Caso contrario, estará sirviéndose del mismo lenguaje del que no supo cambiar.
         Tal vez por ello Fox remató la pieza oratoria que sus asesores habían preparado para la ocasión afirmando: “felicidades señor director Santiago, tenemos plena confianza en la tarea que vas a realizar, el Seguro Social está en buenas manos”. Veremos!

4.3.-¿Coberturas consensuadas?3

Escribe J. M. Colomer que “cuanto menor es el número de personas que participan en el nombramiento de los líderes y la toma de decisiones, mayor es la probabilidad de que las decisiones políticas satisfagan sólo intereses privados o intereses públicos de pequeños grupos”.
         A pesar de que una reciente encuesta periodística ubicó en el último lugar de la tabla comparativa de desempeño a Carlos Abascal, secretario del Trabajo, incluso con números negativos (-1.3), el secretario se tomó la precaución de acudir a la 89 Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), acompañado de una delegación plural entre la cual se contaban Fernando Llanes de la comisión laboral del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y Fernando Rocha Larrainzar, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) que reúne 360 mil trabajadores, entre ellos 40 mil médicos.
         La cuestión es relevante porque esta delegación de representantes del frente de la salud y la seguridad social, conocieron de primera mano algunos de los desafíos que enfrentan las modalidades en curso para ampliar coberturas de servicios y que la OIT plasmó en el informe: Seguridad social: temas, retos y perspectivas.
         Por ejemplo, la OIT advierte que los esquemas que amplían coberturas a través de prestaciones universales, suelen ser más costosos que los sistemas contributivos por lo cual sólo se pueden ofrecer a algunos cuantos. Es el caso del Programa para Adultos Mayores que ensaya López Obrador. Sin discutir todavía el diseño e impactos efectivos sobre el estado de salud de los adultos, el gran problema de este tipo de programas está en el financiamiento, que cada año debe competir con otras prioridades del gasto. De tal suerte que, sólo para preservarlo, López Obrador deberá correr a lo largo de todo el sexenio contra su margen presupuestal. Y, por supuesto, sin garantía de alcanzar heredarlo a quien lo sustituya.
Pero la OIT también destaca que, por lo general, para la ampliación de los regímenes de seguridad social, los legisladores han previsto extenderlos en una fase superior. No obstante, las restricciones de cobertura suelen justificarse aludiendo obstáculos, como la debilidad de la infraestructura administrativa que recauda las cotizaciones, los muchos problemas de las pequeña empresa y de los trabajadores por cuenta propia, o bien, las dificultades para proveer servicios de salud en zonas rurales así como las cotizaciones de trabajadores agrícolas. Frente a las inercias institucionales y la ausencia de presión política efectiva por parte de los desprotegidos para lograr cobertura obligatoria, sostiene la OIT que la pregunta que siempre debería plantearse es qué se está haciendo para salvar esos obstáculos.
Resulta evidente que Santiago Levy y Benjamín González Roaro, por empeño de Fox y de la maestra Elba Esther Gordillo, actuales directores generales del IMSS e ISSSTE, tendrían que estar ya rindiendo cuentas sobre las propuestas del gobierno del “cambio” para este importante asunto público.
         Finalmente, por lo que toca a los microseguros, como el “seguro popular” que Julio Frenk, secretario de Salud, pretende imponer como estrategia de extensión de cobertura al gobierno de la “alternancia”, la OIT advierte sin ambages que, aunque ellos pueden portar costos administrativos modestos, su membresía suele ser muy limitada (cerca de un 25 por ciento o menos de la población destinataria) y “las perspectivas no coinciden en cuanto a su rentabilidad”. La OIT reconoce que “queda por confirmar la validez del potencial de los planes de microseguro en la práctica”. 
¿Conocerá Fox, por los informes de la gira a Ginebra de su secretario Abascal o los del Comisionado de Desarrollo Social y Humano de la Presidencia de la República, José Sarukhán, los riesgos que ya documenta la experiencia internacional en materia de microseguros?
Para fortalecer la confianza en la capacidad del gobierno y las instituciones, como propone el Plan Nacional de Desarrollo ¿habrán consultado Julio Frenk y su coordinador general de Planeación Estratégica, Eduardo González Pier, a los sindicatos de la SSA, IMSS e ISSSTE la confección de las decisiones políticas en materia de extensión de cobertura del Programa Nacional de Salud 2001-2006?
Porque como advierten Colomer, y hasta el secretario Abascal, cuanto más vasto el consenso  “mayores serán las oportunidades de que los grupos grandes desarrollen sus demandas y obtengan satisfacción con los resultados políticos”.

4.4.- Simplemente enfermeras4
        
Hay quien opina que, sin las jornadas reivindicativas que encabezaron en 1987 las enfermeras del Instituto Mexicano del Seguro Social, hoy día resultaría inimaginable la cultura de la defensa del contrato colectivo que en ese Instituto instauraron las posteriores movilizaciones laborales de 1989, aquellas que derivaron de la organización del 21 Congreso Nacional Extraordinario del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS).
Continuando la lucha iniciada por ellas, los trabajadores del IMSS depusieron en 1989 al Dr. Antonio Punzo Gaona de la secretaria general del sindicato, incorporando así los vientos de modernización que ya reclamaba su lugar estratégico en la salud y la seguridad social del México contemporáneo.
El lance de las enfermeras del 87 mostró que, para garantizar calidad en la atención, se requieren equipos modernos de salud, compuestos por médicos y enfermeras bien abastecidos. Por ello su principal demanda fue en beneficio de los pacientes: solicitaban medicamentos, material de curación y ropa, para atenderlos. Es curioso que este apartidista y triunfador despliegue de profesionistas mexicanas -que alcanzó en esos años de honda austeridad delamadridista, un sorprendente incremento salarial extraordinario del 5 por ciento-, coincidiera con las protestas de alcance nacional de sus colegas, las nurses del Reino Unido, frente a los amagos tatcheristas para generar un “mercado interno” en el National Health Service (NHS). El propio Beatle Paul McCartney, hijo de una enfermera del NHS, se solidarizó con su lucha y les donó las regalías del disco que promocionaba por esas fechas. Hasta el desenlace de sus movimientos, no existe evidencia que documente algún intercambio entre ambas experiencias.
Lamentablemente, catorce años después, las enfermeras de México y el mundo siguen trabajando en condiciones difíciles. Según un reciente estudio (Health Affairs,20,3,2001) apoyado en reportes de 43 mil enfermeras correspondientes a 700 hospitales de cinco diferentes países (Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Escocia y Alemania), la carencia crónica de estas profesionistas y su alta insatisfacción con un clima de trabajo hospitalario que han erosionado poco a poco las estrategias de “contención de costos”, comprometen severamente la calidad de la atención.
A pesar de las grandes variaciones entre los diferentes sistemas de salud, los reportes de las enfermeras coinciden en que las relaciones con los médicos son invariablemente satisfactorias. Ello indica con claridad que entre los responsables del frente que se ocupa de la enfermedad no sólo hay colaboración, solidaridad y entendimiento mutuo frente al que sufre y acude en demanda de atención: también hay empatía.
El problema llega con aquellos que, desde los escritorios y las computadoras pero especialmente desde los “modelos” gerenciales fríos, imponen “metas” e “indicadores” extra-sanitarios. Con cierta “economía de la salud” y sus deshumanizadas visiones “sistémicas”, nace el sueño (o pesadilla) de una pauta de “calidad” que sólo puede arribar desde fuera del “sistema”: por las justificadas quejas de los pacientes o para congraciar los “números” hospitalarios con aquellos que demandan los tecnócratas hacendarios para justificar sus escuálidos presupuestos. Como tienen el ojo puesto en el “modelo”, los gerentes deshumanizados no pueden ver aquello que la realidad les suministra cotidianamente: la relación humana única que brota al atender la enfermedad. Viven irremediablemente condenados a fallar. 
Pero los reportes de las enfermeras aluden al fracaso de las malas intervenciones gerenciales y no a las intervenciones gerenciales per se. Toda enfermera sabe bien, como lo saben los médicos, que en cualquier organización compleja, algún nivel gerencial no sólo es deseable sino incluso indispensable. Lo que se denuncia es, más bien, la calidad de esa “inteligencia” gerencial (cuando la hay). Y al respecto una máxima ya recorre la evidencia internacional: mientras más compenetrado con los procedimientos clínicos, mejor será el desempeño del gerente. Pero para ello debe empezar a ver la realidad y no el “modelo”; debe llamar a los responsables por sus nombres: médicos y enfermeras.
Frente a los afanes “sistémicos” que publicita el Programa Nacional de Salud 2001-2006, apenas presentado por Julio Frenk a la “comunidad médica” y en los que se identifica a médicos y enfermeras con la vaga e imprecisa noción de “prestadores”, cabe preguntar: ¿cómo se pretende mejorar la calidad de la atención si lo primero que se sustituye es el nombre de los responsables directos, por ejemplo, de las 74 mil enfermeras con que cuenta el IMSS? ¿Cuántas menciones explícitas a las 184 mil enfermeras que atienden al entero Sistema Nacional de Salud pueden hallarse en este “estratégico” Programa que se autoproyecta hasta el remoto 2025?

4.5.- Levy, el financiero5

El coordinador de Políticas Públicas de la Presidencia de la República, Eduardo Sojo, sueña con que México disponga de una “red social renovada” capaz de extender “las oportunidades de desarrollo a todos sus ciudadanos”.
¿Cómo conciliar este “anhelo” con las iniciativas que pretenden reformar la Ley del Seguro Social que discute el Senado de la República?
Los diputados de la 57 Legislatura en 1999-2000 aprobaron cuatro iniciativas referentes a pensionados, riesgos de trabajo, discapacitados y, la más importante, candados para la subrogación de servicios. Pero con la nueva
integración del Congreso y contando con el tenebroso Mr. IPAB, Fauzi Hamdan a la cabeza, el Senado las puso a dormir durante ¡14 meses! Hasta que recibió del Ejecutivo federal la iniciativa con proyecto de decreto que reforma y adiciona la Ley del Seguro Social, el 4 de octubre pasado.
¿Qué juego podrá jugar el Senado frente a esta iniciativa del gobierno del “cambio”, que ofrece gato por liebre? A pesar de que la experiencia internacional muestra que la demanda de cuidados aumenta más despacio que el crecimiento económico, la iniciativa Fox-Levy se empeña en amedrentar con sus apocalípticas preocupaciones sobre las finanzas presentes y futuras del IMSS. Las disfrazan, ahora, con un demagógico interés por edificar la “gran arquitectura de la seguridad social para el nuevo siglo”, aunque, en realidad,
tengan bien puesta la mirada en otro lado.
La iniciativa repite hasta el hartazgo que otorgar servicios de salud constituye un acto “único y específico”, pero su trabajo principal busca alterar la actual estructura administrativa y de cobertura geográfica del IMSS para generalizar en México el fracasado experimento de la medicina administrada (managed care). Para ello pretende “profesionalizar” sólo a los trabajadores de confianza, “fortalecer” el consejo técnico para que opere libremente convenios de reversión de cuotas al sector privado y sentar definitivamente en su seno a la terceta de tecnócratas: Julio Frenk, Francisco Gil Diaz y Carlos Abascal.
Pero su propósito fundamental es dotar al IMSS del estatuto de “organismo fiscal autónomo” para convertirlo, en el mediano plazo, en el componente principal de un Fondo Nacional de Salud que “compraría” atención médica a las áreas médicas de gestión desconcentrada (AMGD) públicas y, eventualmente, al pequeño sector privado con capacidad de recibir a sus derechohabientes y otros pacientes amparados bajo el “seguro popular” desesperadamente impulsado por Frenk desde su tecnocrático Programa Nacional de Salud. La conformación “estratégica” de este fondo ha sido recomendada por el Banco Mundial y la Fundación Mexicana para la Salud, de Guillermo Soberón.
Pero sucede que la entera iniciativa Fox-Levy no contempla una sola línea de política no financiera. En el mundo feliz de un sistema casi mágico de
“prestadores y usuarios perfectamente informados”, afirma sin pudor que: “Si bien la salud financiera del instituto no constituye un fin en sí mismo, se percibe como el medio indispensable para que avance en sus propósitos”.
En las actuales condiciones, toda la pomposa arquitectura financiera “de la seguridad social para el nuevo siglo” se derrumba estruendosamente frente a la indigencia profesional y salarial de los médicos y las enfermeras que la sostienen. Como bien señala el Dr. García, dirigente de los médicos del gobierno del DF, en esas condiciones de franco desabasto y rezago “no se les puede pedir que brinden servicios de calidad”.
Si no fuera suficiente, el Senado debe revisar también otra iniciativa paralela, elaborada desde la fracción panista y presentada por el presidente de la Comisión de Hacienda, el tenebroso F. Hamdam, quien, con la coartada de “enriquecer” la iniciativa Fox-Levy, pudiera coincidir con la demanda expresada por Eduardo Macías Santos del Consejo Coordinador Empresarial para que el IMSS “otorgue servicios indirectos”. ¿Busca esta Iniciativa paralela inclinar definitivamente al Senado hacia las deshumanizadas finanzas de la iniciativa Fox-Levy?
El “noble” sueño de Sojo se estrella con las fantasías financieras de Levy. Su “anhelo” sólo tendrá viabilidad cuando la urgente modernización médica del Sistema Nacional de Salud parta de auténticas políticas clínicas, desde y para los principales operadores de la política pública: médicos y enfermeras que, de cara a la mercantilización de la red sanitaria, constituyen su mejor garante.
El Senado se encuentra frente a un serio desafío. Como todos los productos del marketing, el foxismo será efímero. Pero adicionar una ley del calibre de la del Seguro Social demanda visión de Estado, perspectiva histórica y talento. Confiemos en que, al menos en esta ocasión, el Senado esté a la altura de su responsabilidad.

4.6.- ¡El IMSS no es el IPAB!6

         Con razón sostiene el economista Paul Krugman que, para comprender verdaderamente una legislación, hay que buscar la cláusula que da especial consideración a los hombres “tuertos, barbudos y cojos, es decir hay que buscar la disposición que convierte un proyecto de ley con un propósito público en un regalo a intereses especiales”.
         Los “intereses especiales” son inmediatamente visibles en la Iniciativa del tenebroso senador panista Fauzi Hamdán, Mr. IPAB, que supuestamente “enriquece” la otra deshumanizada Iniciativa con Proyecto de Decreto que Reforma y Adiciona la Ley del Seguro Social, preparada por Santiago Levy y remitida por el presidente Fox al Senado el pasado 4 de octubre.
Hamdán propone, sin pelos en la lengua, eliminar el artículo 273 de la Iniciativa Fox-Levy. Este contempla aportaciones adicionales del Gobierno Federal al IMSS, para financiar gastos extraordinarios derivados de la atención médica a derechohabientes en situaciones que pongan en riesgo la salud pública, asociada a epidemias, desastres naturales, cambios drásticos e inesperados en la frecuencia de padecimientos o aparición de nuevos desarrollos tecnológicos.
Sencillo. Que, a diferencia del IPAB, el IMSS se rasque sólo y con sus propias uñas: nunca jamás deberá ser “rescatado”. Pero ¡paradojas de la gobernabilidad del “cambio”!: mientras Hamdán, desde el Senado, defiende a los vocales del IPAB, el procurador fiscal de la Federación, Gabriel Reyes Orona urge a “transparentar las operaciones”.
La lógica “empresarial” de la Iniciativa Hamdán es “impecable”: los “mercados internos” y el “pluralismo estructurado” contemplados en la Iniciativa financiera Fox-Levy –recomendados por el Banco Mundial y la Fundación Mexicana para la Salud de Guillermo Soberón-deben operar sin absolutamente ninguna intervención del Estado.
Para Hamdán y la fracción panista del Senado, aunque el contenido del artículo 273 “obedece a circunstancias reales”, las decisiones de aportaciones adicionales “deberán realizarse en el contexto de los correspondientes Presupuestos de Egresos de la Federación”.
Tal vez ya se reflejan en el espejo del “sistema” sanitario estadounidense que, de tan “rentable”, hoy se encuentra virtualmente “privado” para enfrentar el bioterrorismo que lo azota vía el ántrax. Para decirlo con Chomsky: la intervención estatal sólo puede ser para ciertos “intereses especiales” porque, en realidad, “gobiernan quienes son dueños del país”.
Afortunadamente, la posición de los secretarios de las Comisiones de Seguridad Social de ambas cámaras es otra. Miguel Ángel Navarro Quintero, senador priísta advierte: “no vamos a legislar al vapor una iniciativa de tal trascendencia”. Por su parte, el también diputado priísta, Francisco López señala que: “buscamos destinar al IMSS 30 mil millones de pesos adicionales para mejorar el servicio, poner en marcha 40 unidades ya construidas y 12 mil 500 empleados para ellas. Con este monto podremos acabar con el rumor de la privatización”  
Frente al amago panista, el Senado debe tener muy presente el desaseado proceso parlamentario que, teniendo a la cabeza al entonces senador y actual diputado priísta Samuel Aguilar Solís, en la Legislatura LXVII engendró la figura de las Instituciones de Seguros Especializadas en Salud (ISES), que la propia Dirección General de Protección Financiera de la SSA aprecia como “un negocio de flujo de efectivo”.
         Ante las Iniciativas Fox-Levy y la del panista Hamdán, el Senado de la República no puede sino salir al paso de estos “regalos a intereses especiales”. Para ello, podría beneficiarse del principio parlamentario, según el cual, las reglas de múltiples ganadores “distribuyen la satisfacción más ampliamente entre los diferentes grupos de la sociedad y tienden a producir decisiones más consensuales y estables y mayor utilidad social que la reglas de un solo ganador”.
No hay duda que el presidente Fox parece desconocer ese principio cuando, ocho meses después de haber activado su antipopular reformón, insiste en la bárbara propuesta de aplicar IVA a los medicamentos reiterando que: “con esa medida que parecía y que parece dolorosa, nos daba la oportunidad de tener hospitales especializados para cada una de las enfermedades de hoy. Queremos ser responsables”. ¿Responsables, Sr. Presidente? ¿Recursos y hospitales que entregará a los “hombres tuertos, barbudos y cojos”, a Santiago Levy y su deshumanizada Iniciativa financiera que, sin consultar absolutamente a nadie y con las maniobras del priísta Jorge Estefan (tan cercano al FOBAPROA, hoy IPAB), pretende reformar y adicionar la Ley del Seguro Social?

4.7.- Votando un juicio básicamente tecnócrata7

Independientemente de la muy discutible calidad del proceso parlamentario que aprobó en el Senado las varias Iniciativas de reforma y adición de la Ley del Seguro Social y que hoy votará la H. Cámara de Diputados -calidad parlamentaria que, sin duda alguna, quedará como una mancha histórica de la Legislatura LXVIII-, es evidente que este proceso de aprobación descubre un ángulo aún más indigente.
         Después de 71 años de dominación unipartidaria en México; después de que el 2 de julio del año 2000 una enorme mayoría depositara en las manos del Presidente Vicente Fox Quesada un claro mandato de cambio para que se diera un golpe de timón sobre las penosas políticas de salud y seguridad social de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, ese primer gobierno de la “alternancia” regaló a la tecnocracia zedillista que representa Santiago Levy (también por empeño de Fox, actual director del IMSS), el entero diseño y operación de una Iniciativa que perpetúa y profundiza las impopulares reformas sectoriales que han asumido, desde las recomendaciones del Banco Mundial y la Fundación Mexicana para la Salud del Dr. Guillermo Soberón Acevedo, los últimos tres sexenios priístas.
         Mientras la mancha parlamentaria de la Legislatura LXVIII quedará en los anales de los casos “perfectamente-imperfectos”: el caso insólito de un gobierno masivamente votado para el cambio, el de Vicente Fox Quesada, que, sin embargo, obsequió la “defensa” de aquello que le encomendaron sus electores a los que fueron derrotados en la contienda electoral; a aquellos que forman parte de lo viejo y podrido; de lo que, no en balde y por más de un motivo fue justamente reducido a la condición de oposición; el caso “perfectamente imperfecto” de un “cambio” que entrega sus “acciones hoy, para el México del mañana” a un puñado de viciados y viciosos operadores del más ignomioso pasado clientelar; mientras esa mancha se extiende sobre la Legislatura LXVIII, sobre Fox pesará además y para siempre haber evitado la posibilidad de que, por primera vez en la historia del México reciente, los mexicanos pudieran expresarse sobre el sistema de salud y seguridad social de su apetencia: aquél que podría haberles ofrecido un auténtico y verdadero gobierno del “cambio”.
La prisa mercadotécnica de Fox junto con su magra visión de Estado cancelaron de tajo una oportunidad histórica: la de permitir un consenso nacional no priísta y no tecnocrático sobre la salud y seguridad social de los mexicanos. Como en los tiempos priístas, con la Iniciativa que le diseñara Santiago Levy, Fox volvió a usurpar la opinión ciudadana e impuso la receta Banco Mundial- Funsalud que, lamentablemente para él, en muy poco tiempo lo obligará a reconocer que:

  1. El estatuto del IMSS como Organismo Fiscal Autónomo constituye el primer paso hacia operación del Fondo Nacional de Salud que “comprará” atención médica a las Áreas Médicas de Gestión Desconcentrada, tal y como le recomendara el Banco Mundial y Funsalud;

  2. el fortalecimiento de las funciones del Consejo Técnico se traducirá de inmediato en el desmantelamiento de las actuales estructuras de cobertura geográfica del Instituto para dejar las decisiones “estratégicas” en un grupo de yuppies nombrados por Levy y pagados con salarios iguales o superiores al que ya disfruta él hoy día:

  3. esas decisiones “estratégicas favorecerán la implantación de la medicina administrada y el pluralismo estructurado desde el nivel de Medicina Familiar tal y como le recomendara el Banco Mundial y Funsalud.

En una palabra, muy pronto Vicente Fox Quesada tendrá que reconocer que, con la Iniciativa que hoy vota el Honorable Congreso de la Unión, su gobierno del “cambio” no sólo fue incapaz de operar cambio alguno, sino que lo traicionó inmediatamente.
También tendrá que asumir que el pretendido “humanismo” de su gobierno y, supuestamente, del partido que lo llevó al poder, en materia de salud y seguridad social sencillamente no existe.
Por el contenido de las Iniciativas aprobadas por el Senado, puede afirmarse que Fox y Levy sólo son un par de financieros. No conocen, ni les importa conocer a los seres humanos de carne y hueso que tocan a la puerta del sistema de salud. Con todo, habrá pues que atribuirles un solo aunque vergonzoso mérito: el de haber patentado el “humanismo financiero”. Salud!

 

2002: Levy y la situación “apocalíptica” del IMSS

4.8.- ¿Todos ganan?8

         La urgencia para ampliar el debate público sobre la reelección de nuestros legisladores es evidente. ¿Cómo y por quién “deciden”? ¿A quién rinden cuenta de sus procederes y maneras? La “transición democrática” iniciada con el reciente proceso electoral, debe aún expresarse en la naturaleza de las decisiones tomadas por las Cámaras del Congreso de la Unión. Con toda su indiscutible novedad, la calidad de las tareas del Poder Legislativo sigue siendo uno de los pendientes fundamentales en el proceso de la modernización política de México.
         Después del 2 de julio del año 2000, el tratamiento legislativo de la Reforma constitucional en materia indígena constituyó un decepcionante primer aviso sobre la capacidad y entendimiento histórico de los senadores “realmente existentes”, particularmente de Fernández de Cevallos, Barttlet y del morriñoso perredista Jesús Ortega.
Igualmente, el muy desaseado proceso que aprobó reformar y adicionar la Ley del Seguro Social el pasado 14 de diciembre, confirma que, frente al tenebroso senador panista Fauzi Hamdan, al ubicuo priísta Genaro Borrego Estrada o el diputado madracista Samuel Aguilar Solís –a quién los mexicanos debemos la existencia de las Instituciones de Seguros Especializados en Salud (ISES)-, el electorado del año 2000 no dispone absolutamente de recursos para “controlar” los intereses que representan los legisladores.
         A pesar del claro mandato puesto en manos de la Alianza por el Cambio el 2 julio, el Presidente Vicente Fox Quesada entregó la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a Santiago Levy, insigne representante de la tecnocracia zedillista, quien apoyado en su Coordinador de Asesores, el priísta Jorge Estefan, aprovechó los sobrecargados tiempos legislativos que discutían el derrotado reformón foxista y el escuálido Presupuesto de Egresos 2002, para introducir al Senado -el 2 de octubre- una deshumanizada Iniciativa de reformas esencialmente financieras del IMSS. Esta iniciativa firmada por el propio Fox, atropellaba 4 Minutas previamente aprobadas por la Cámara de Diputados de la  LVII Legislatura, relativas a pensionados, riesgos de trabajo, discapacitados y candados frente a la subrogación de servicios.
¿Por qué el Jurídico de la Presidencia de la República no remitió esta Iniciativa a la Cámara de Diputados, su Cámara de “origen” sino al Senado? Dada su naturaleza básicamente fiscal  ¿contaba el Senado con las facultades del caso? 
         A la Iniciativa Fox/Levy le “brotaron” de inmediato ¡otras 3 Iniciativas más!: una, la Iniciativa Hamdan firmada por 11 senadores panistas y 3 priístas; otra, la Iniciativa Madero firmada por 7 senadores panistas y una final del senador panista Samaniego. El Dictámen del Senado sobre las “diversas iniciativas de reformas” (estas 4 iniciativas y las Minutas de la LVII Legislatura) fue remitido en diciembre a la Cámara de Diputados.
         Una vez cursado el debate parlamentario entre diputados, fue preciso que el priísta Salvador Rocha recordara que constitucionalmente el Senado carece de competencias fiscales. Pero repartiendo al panismo lecciones de “alta” política, Jorge Stefan resolvió el reto con audacia: las Comisiones competentes de la Cámara de Diputados emitieron nuevas Iniciativas, las votaron fast-track y remitieron-turbo al Senado, quién las votó por unanimidad a las 6 de la tarde del día siguiente.
Aunque el tenebroso Fauzi Hamdam se apresuró a declarar que la Cámara de Diputados “hizo una interpretación muy discutible de las reformas que trabajó y aprobó el Senado”, la mañana siguiente el PAN desplegó una campaña de prensa -calificada por los priístas como auténtica “piratería parlamentaria”- en la que, montándose en la precaria situación de los jubilados, sostuvo que “con las reformas a la Ley del Seguro Social el gobierno del presidente Vicente Fox cumple su promesa de velar por los más desprotegidos”.
El Ejecutivo recibió la “nueva” Ley del IMSS ese mismo día para su consecuente promulgación: apareció en el Diario Oficial el 20 de diciembre. Horas después el Banco Mundial otorgó prestamos para financiar proyectos de salud, mientras, en desplegado, el Consejo Técnico del IMSS comunicaba que “con las reformas…TODOS GANAN”.  
En realidad lo que votaron los legisladores de ambas Cámaras al otorgarle al IMSS el estatuto de Organismo Fiscal Autónomo fue iniciar el Fondo Nacional de Salud (recomendado a Fox por el Banco Mundial y la Fundación Mexicana para la Salud de Guillermo Soberón), Fondo que “comprará” servicios a las Áreas Médicas de Gestión Desconcentrada así como “fortalecer” al Consejo Técnico del Instituto para que de cabida al “seguro popular” que publicita desesperadamente Julio Frenk, secretario de salud del foxismo.
         ¿Merecen estos partidos la reelección de esos legisladores, felices pasajeros de su inflada burbuja parlamentaria?

4.9.-¿Tecnócrata ahorrador?9

         Casi a la puerta del Día del Trabajo y mientras preparaba otra salida al exterior, el Presidente Fox arribó exultante a la clausura de la Nonagésima Asamblea General Ordinaria del IMSS. Ahí sostuvo que “estamos llevando a cabo una reforma trascendental” toda vez que con la nueva Ley “ponemos al Seguro Social al día y a la vanguardia”. Poco antes, visitando la fábrica Swissmex-Rapid en Jalisco, había señalado que su gobierno asegurará el cumplimiento de aquello que le fue “encargado el 2 de julio: sí hay trabajo, ingreso y cobertura total en materia de salud”.
         Lamentablemente este desbordado optimismo chocó de frente con el apocalíptico Informe rendido por el director general del Instituto: Santiago Levy, el tecnócrata zedillista que él mismo designó en diciembre del año 2000 para cumplir con el “encargo” del “cambio”.
         Para Levy -quién ciertamente no predica con el ejemplo, como bien demuestra el nivel salarial que recientemente se autoasignó-, la problemática del IMSS es en “extremo compleja” tanto por sus pasivos laborales (como patrón) cuanto por los pasivos contingentes de los ramos que administra (como asegurador). De ahí que su “crisis financiera”, dijo, afecte directamente las contrataciones de personal médico y de apoyo así como el pago de los gastos de mantenimiento y equipo. En el 2002 no se abrirán plazas nuevas por el reducido presupuesto autorizado, más los recortes que le han dirigido estratégicamente los economistas de la Secretaría de Hacienda.
Y todo ello a pesar del “Punto de Acuerdo” con que las Comisiones Unidas de Seguridad Social y Salud de la 58 Legislatura “exhortaron” al Titular del Ejecutivo, Vicente Fox, para que “procure preservar –tal cual- el monto de los presupuestos originalmente asignados al IMSS”.
         Por lo pronto, el Informe de Levy cuestiona el cacareado “potencial” de la “reforma” que, siguiendo al Banco Mundial, aplicara en 1995 al Instituto Ernesto Zedillo y quién entonces contó con la pluma del optimista Gabriel Martínez, actual director de Planeación y Finanzas, que estimó que “con la nueva Ley está asegurado el futuro del IMSS” (La Jornada, 25/1/96). 
         A pesar de que Levy aseveró que “la crisis financiera no afectará a los trabajadores que ya laboran en el IMSS”, sin empacho alguno agregó que “durante este año, la situación será más difícil”.Tanto así que en el año 2001, reconoció, se despidieron a 3 mil 400 trabajadores y se “redujeron” de 7 a 4 las direcciones regionales. O para decirlo en el lenguaje del priísta Jorge Estefan Chiriac, recientemente “premiado” como director regional -por sus manipulaciones en el Congreso para aprobar las modificaciones y adiciones a la “nueva” Ley del IMSS que tanto complace a Fox-: el Instituto inició un programa de reducción de personal de confianza que afectará a “unos mil trabajadores”, entre administrativos operativos y delegados estatales y regionales.
         Pero, esa reducción de direcciones regionales así como la compactación de delegaciones ¿representan realmente un “ahorro” o se ajusta, más bien, a la agenda de “reformas” recomendada por el Banco Mundial? Porque tan sólo el monto de liquidaciones, jubilaciones e incremento del gasto en viáticos que, para atender a los 32 estados requerirán los “nuevas” direcciones, podría hacer inexistente cualquier “ahorro”. Además, en términos operativos ¿con cuál gobernador trabajará, ahora, un delegado “compartido”? ¿Cómo unificará las visiones de dos gobernadores que “deciden” sobre entidades tan diferentes como Yucatán y Quintana Roo? ¿Cuánto tiempo estará en cada entidad? ¿Con qué frecuencia sesionarán los Consejos Consultivos de los estados “compactados”? ¿Cómo se evitará el rezago en los acuerdos que dictan?
         Por algo hasta Fernando Canales, gobernador de Nuevo León, se sumó a las quejas de los derechohabientes por la “tardanza en la atención” y exigió que se “destaque más personal a las clínicas de la entidad”.
         ¿Hasta dónde llegará la apocalipsis declarativa de los funcionarios designados por Fox? Hasta donde se los permitan médicos, enfermeras y profesiones aliadas que se encuentran efectivamente a cargo de los procesos de la atención. Porque mientras esos funcionarios siguen sin ofrecer una sola línea para la mejora de la acción clínica del IMSS, el Banco Interamericano de Desarrollo ya difunde su Working Paper 456 que sostiene que, frente a las “reformas” los sindicatos del sector salud se hacen “más resistentes al efecto moderador del riesgo de desempleo en relación a la militancia por los salarios”.
Hay que celebrar que los trabajadores puedan aún laborar en un clima de tal incertidumbre apocalíptica, fabricado por tecnócatas insensibles que se solazan “ahorrando” a costa de la atención a que tienen derecho los pacientes.

4.10.- ¿El elefante se come a pedacitos?10

         El artículo 273 de la Ley del Seguro Social -modificada en diciembre del 2001 por el tecnócrata ahorrador Santiago Levy gracias a las maniobras del actual Director de la Región Sur, el priísta Jorge Stefan Chiriac-, establece que el IMSS deberá presentar “un Informe dictaminado por auditor externo a más tardar el 30 de junio de cada año”.
         Y, en efecto, el que remitió Levy el 28 de julio al Congreso de la Unión y al Presidente Fox afirma sustentarse en los dictámenes de Hewitt Farell, Salles, Sáinz-Grant Thornton y el Departamento de Actuaría del Gobierno del Reino Unido no sorprende que, a sólo diez días de su publicación, la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados demandara a Levy una colección completa de esos dictámenes.
         Pero independientemente de que cumplan con esta solicitud, hay evidencia de que los dictámenes no coinciden con el cuadro apocalíptico que contiene el Informe ni tampoco con la campaña mercadotécnica que, para amedrentar a la opinión pública, han desplegado las autoridades institucionales del gobierno del “cambio”.
Por ejemplo, el despacho Salles-Sáinz comunica que la “normatividad no coincide con los principios de contabilidad generalmente aceptados en México”; que para “determinar el monto necesario de reservas se requiere de un estudio actuarial específico” y que las “bases utilizadas en el balance general, no fueron auditadas por nosotros y, en consecuencia, no expresamos opinión alguna”.
         Traicionando el mandato del cambio del 2 de julio del 2000, Vicente Fox nombró al zedillista Levy Director General del IMSS para que le resolviera tres asuntos que conoció en su campaña presidencial: el desabasto crónico de medicamentos, consolidar la terminación de la obras en proceso y enfrentar coherentemente el diferimiento en las intervenciones quirúrgicas. Además de su perfil “financiero”, sobre esta desafortunada decisión pesó, también, la inadecuada información de los head hunters y las deudas que el propio Fox acarreaba con el priísmo zedillista que simpatizó con la Alianza por el Cambio.
         Lamentablemente los retos del IMSS superan, con mucho, la dimensión “financiera” y tienen todo que ver con aquello que se aguardaba del gobierno del “cambio”: una auténtica mejora en el estado de salud y la atención de sus pacientes.
Era de esperarse que el gobierno foxista impulsara un uso estratégico de los recursos disponibles, para enfrentar ¡ya! los retos que plantea la adecuada atención a la enfermedad de los derechohabientes. No obstante, el “financiero” Levy prefiere escudarse en los pasivos (devengados y contingentes) del Instituto para atender mejor sus sordos combates con Francisco Gil y la SHCP, mientras sigue desgastando vertiginosamente su pobre “gerencia” a la “cabeza” del IMSS.
Tal vez era mucho pedir a un “financiero” que habita el mundo de tres coordenadas macroeconómicas. Pero algo es claro: desde el “entendimiento” de los pasivos del IMSS, Levy no va a corregir, ciertamente, la economía nacional, aunque ello le sirva ahora de pretexto para descuidar la tarea a la cual fue convocado: garantizar buena atención médica al pueblo.
         Con su apocalíptico Informe, Levy busca desesperadamente remontar ese desgaste y persuadir al foxismo de que es “capaz” de enfrentar la “delicada” situación del Instituto. Pero, como con su diseño de Progresa (hoy Oportunidades-Contigo), Levy se vuelve a equivocar. A pesar de los abultados salarios que, para su propio bolsillo, recargan la presionada nómina del IMSS y después de 18 meses de “gerencia” puramente “financiera”, Levy y su Director de Prestaciones Médicas, Onofre Muñoz, han sido incapaces de ofrecer a los pacientes del IMSS una sola alternativa clínica a la altura del gobierno del “cambio” que se esperaba.
         Es cierto que los pasivos del Régimen de Pensiones y Jubilaciones de los trabajadores del SNTSS deben ser ubicados en la perspectiva justa, nombrando a los responsables del no fondeo y proponer alternativas bilaterales políticamente viables. Aunque también es cierto, como apuntara Héctor Rangel Domene del Consejo Coordinador Empresarial: el “elefante se comió a pedacitos”.
         No cabe duda que con el nombramiento de Levy, Fox también se equivocó. Después de los resultados electorales en Nayarit, a un año de la elección intermedia del 2003 y frente a la sacudida de Atenco ¿estará esperando al tercer año de gobierno para iniciar el “cambio”? ¿podrá, finalmente, desechar el enfoque “financiero” de la atención a la salud, para iniciar verdaderas estrategias que privilegien las garantías a la atención médica?
¿Cuánto pueden confiar los mexicanos en los cálculos del Informe elaborado por Santiago Levy, que como subsecretario de Hacienda zedillista, firmó los pagarés del Fobaproa?

4.11.-¿Dos años “remendando”?11

Con un desabasto de medicamentos cercano a 40 por ciento y el dengue en franca propagación, poco antes de su segundo Informe, el presidente Fox declaró que “las pensiones no están en riesgo”. Por su parte, Santiago Levy continúa publicitando el apocalíptico informe que envió a Fox y al Congreso en el que sostiene, entre otras perlas, que la situación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es “en extremo delicada”. Su preocupación fundamental es fortalecer las finanzas institucionales, asunto que, en su opinión, es más “trascendente e importante que la reforma eléctrica”.
Su informe muestra, en efecto que, desde hace tiempo, el IMSS vive urgido de un auténtico cambio, que para este sexenio, lamentablemente, Fox impidió con el propio nombramiento de Levy. Pero mientras encuentra la salida a su cruzada financiera, ¿qué ha ocurrido con la atención médica?
Ahora empezamos a “saber” que en el primer nivel de atención el “portero falla”: el informe afirma que, en 2001, del gasto total en servicios de salud (78 mil millones de pesos) uno de cada dos pesos tuvo que gastarse en atención hospitalaria. Sencillo: la medicina familiar no atajó 85 por ciento de la resolutividad médica, como debería.
Y ello por la confusión estructural que -comenzada con Guillermo Soberón en 1982 y extendida hasta nuestros días por su “discípulo” Julio Frenk- anima las “políticas” sanitarias mexicanas. Prevenir “factores de riesgo” (salud comunitaria) es algo muy diferente que atender resolutivamente enfermedades (daños). En su folclórica campaña, Fox conoció directamente este sonoro fracaso de las políticas públicas de los últimos 18 años del tardopriísmo. Pero, ¿qué hizo?
En vez de reordenar las prioridades, empezando realmente a cumplir con la oferta de atención médica que se aguardaba del gobierno del “cambio”, designó al zedillista Santiago Levy, quien desde entonces se ha dedicado a hacer lo único que sabe: “conocer” los pasivos del IMSS para, con esta coartada, desentenderse de la tarea para la que fue nombrado: garantizar mejor atención médica a las mayorías.
Debieron pasar 20 meses del “nuevo” gobierno para que, desde la Dirección de Prestaciones Médicas, Onofre Muñoz y Gonzalo Gutiérrez Trujillo presentaran la primera acción institucional del “cambio”: los “nuevos” Programas Integrados de Salud. Teniendo como “objetivo” un “estratégico cambio de enfoque” desde la “prevención de enfermedades” hacia la “protección” de la salud, que constituyen la mayor vergüenza sanitaria en la entera historia del IMSS.
Aunque según Onofre Muñoz su puesta en marcha garantiza “resultados
transversales casi inmediatos”, al integrar sumisamente a sus “acciones” el preventivista Paquete Básico, en realidad estos programas expresan la capitulación del IMSS frente a las políticas recomendadas por el Banco Mundial, así como la adopción franca de la salud “macroeconómica” que promueven Frenk y la Organización Mundial de la Salud de la doctora Brundtland.
Además consolidan el “espíritu” del informe Levy. El mensaje a la población que votó por el cambio -sobre todo a los jóvenes- se resume en “premiar el autocuidado de la salud”. En el futuro casi no habrá seguridad social y tú, ciudadano, eres el responsable de tu propia salud. Pese a la interesada “filantropía” de Marta Sahagún y la fundación Vamos México, lo mejor que te puede pasar es que no te enfermes nunca, porque si lo haces, entonces tendrás que pagar. Justamente para ello, el gobierno del “cambio” diseñó desde la Secretaría de Salud el “innovador” Seguro Popular.
Pero en la recta final del llamado “primer tramo” de remiendos foxistas,
sorpresas que da la vida, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, parece
opinar justamente lo contrario cuando sostiene: “¿De qué nos sirve tener el derecho a decidir si solamente podemos optar por un camino? El derecho a la salud tiene poco valor si el individuo no puede procurársela o si el Estado no garantiza las condiciones para ella”. Y queriendo ir más lejos se imagina lo evidente afirmando que sólo con la “puesta en práctica de políticas sociales responsables e incluyentes se podrá revertir un sistema que hasta ahora no ha
estado basado en la justicia”.
Y con esta perspectiva también coincide Roberto Madrazo, quien opina que para 2003 México “necesita” un Congreso de “fuerte presencia demócrata social y crear el nuevo proyecto social que rescate a los pobres”.
¿Quién será el convocado a corregir los “remiendos” que cimientan el primer gobierno de la “alternancia”? Porque si Fox espera realmente cumplir la oferta del cambio que presentó cuando era candidato no tendrá otro camino que rediseñar, ahora como Presidente, su actual “política” de salud.

4.12.- Asalto mayor12

Cuando los “nuevos” tiempos obligan al PAN a templar -con tesis “más centristas”- sus principios doctrinarios de 1965, y los hospitales, clínicas, centros y casas de salud de la región istmeña de Oaxaca enfrentan el peor desabasto de medicamentos en los últimos años, Julio Frenk, secretario de Salud, insiste en el modelo de “nueva arquitectura financiera para la salud” que presentara, apenas en mayo pasado, ante algunos senadores del PRD.
Con él pretende persuadir al Congreso de la Unión (en 2002) sobre la “urgencia” de “actualizar” el marco jurídico de la Ley General de Salud, de IMSS y de ISSSTE para así forzar el establecimiento legal del -aún no evaluado- Seguro Popular, que depende de la capacidad de pago de las familias. Pero sus metas apuntan directamente hacia una reforma constitucional (para 2003), en la que se sancionaría la “obligación del Estado para brindar protección social”. Ella sería “rematada” (entre 2004 y 2006) con una Ley de Protección Social que “consolidaría” los tres seguros “públicos” de salud: IMSS, ISSSTE y Seguro Popular.

Por su parte, Santiago Levy, director “financiero” del IMSS, continúa su enfebrecida campaña para hacer “conciencia en la sociedad de la gravedad de la situación” que, estima, ya “documentó” en el apocalíptico informe que remitiera al Presidente y al Congreso, el 28 de junio. Levy declaró que dedicará los siguientes ¡dos años! a “elaborar una propuesta de reforma”. Cabe suponer que, mientras tanto, el doctor Onofre Muñoz, subdirector de prestaciones médicas, se encargará de mal parchar la hasta ahora incumplida “agenda” sanitaria del gobierno del “cambio” que Fox conoció directamente en su folklórica campaña.

Pero, después de 22 meses de “alternancia” y cuando en Ixhuatlán de Madero, Veracruz, las comunidades indígenas huastecas solicitan un hospital en Campo la Mata y a cambio reciben latas con gases lacrimógenos, huesos rotos, descalabrados y hasta un muerto; y a pesar de que Frenk, nuevamente
“acompañando” a Marta Sahagún en el primer Foro Internacional de Participación Social, se empeñe en sostener que el “blindaje” sanitario tendido en torno a los brotes de dengue “ha funcionado” -aunque en el sur y el sureste los casos vayan en aumento-, es claro que la “salud macroeconómica” que él y Levy representan apenas ha insinuado modelos financieros intermedios, totalmente desvinculados de la tarea final del sistema de salud: la mejora efectiva en los procesos de atención a los pacientes.
Hay que agregar el “caos estratégico” que divulga sistemáticamente el elbista director del ISSSTE, Benjamín González Roaro, según el cual su déficit financiero, tan sólo en materia de salud, alcanzará al finalizar el sexenio los 5 mil millones de pesos. Aunque también estima que la “situación en materia de pensiones es más grave que la referida a salud”.
Como recientemente señalara Chomsky: las “políticas poco populares de reducción de la carga tributaria” a las minorías coinciden con el “recorte de programas sociales: un asalto mayor contra las generaciones futuras”. El penoso repliegue de las responsabilidades sociales del Estado que resumen las acciones financieras de Levy, González Roaro y Frenk sintetiza impecablemente la revolución conservadora que trajo el “humanismo” de mercado foxista: el evangelio emergente que predica el culto por la “corresponsabilidad”, en la que cada uno “ponemos nuestra parte” y gracias al cual la “persona” adquiere “autoestima” y “dignidad”.
De tal suerte que todos aquellos que votaron por el “cambio” de Fox apenas han podido “recoger” del gobierno de la “alternancia” puros modelos financieros deshumanizados: la “reforma” a la Ley del IMSS de diciembre de 2001, el apocalíptico informe del tecnócrata ahorrador Santiago Levy, el “innovador” Seguro Popular del macroeconomista de la salud, Julio Frenk, y su fantástica Comisión Mexicana de Macroeconomía y Salud, así como el “caos estratégico” del ISSSTE propalado por Benjamín González Roaro.
Frente a un escenario en el que los extras para la salud sólo estarán destinados a fortalecer la meta intermedia del financiamiento, pero nunca a mejorar la atención efectiva del paciente y los médicos y enfermeras que lo asisten, y a pocos meses de la elección de 2003, hoy es absolutamente claro que el gobierno del “cambio” carece de políticas clínicas alternativas para las grandes mayorías, aunque pudiera contar con más recursos fiscales.
¿Qué puede hacer ahora el PAN? Para decirlo como Paulo VI: el desarrollo humano es el paso a condiciones de vida más humanas. Respecto a sus tesis doctrinarias de 1965, tal vez no tenga otra que aludir que “la respuesta debida ante el dolor evitable es la responsabilidad social”, pero ¿de quién?

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1 La Jornada, 3 de enero, 2001
2 La Jornada, 31 de marzo, 2001
3 La Jornada, 4 de julio, 2001
4 La Jornada, 25 de julio, 2001
5 La Jornada,  3 de noviembre, 2001
6 La Jornada,  17 de noviembre, 2001
7 Se publica por primera vez
8 La Jornada, 2 de enero, 2002
9 La Jornada, 10 de mayo, 2002
10 La Jornada, 6 de julio, 2002
11 La Jornada, 31 de agosto, 2002
12 La Jornada, 28 de septiembre, 2002

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