Acapulco, tierra de Sinforina
La “deshonesta” cazadora de médicos “delincuentes”
21 de agosto de 2007
Parte I
Están en las calles de todas las colonias, de todos los barrios, de todas las ciudades, de todo el país. Y para tratar de frenar a la rabiosa jauría que se ayuda a sobrevivir gracias al envío de pacientes que requieran estudios o no a clínicas, laboratorios y hospitales, la Cámara de Diputados elaboró un proyecto que tras ser aprobado por los senadores quedó inscrito a manera de ley en la Ley General de Salud (LGS).
Qué curioso, una de las diputadas que con fervor impulsó los cambios a la LGS en ese 2005, pleno el ocaso del gobierno foxista de la transa, es poderosa empresaria en el ramo de los laboratorios clínicos con gabinete de diagnóstico por imagen. Se trata de Irma Sinforina Figueroa Romero, directora general de los Laboratorios Unidos del Sur, S.A., quien tras ver que las jugosas ganancias de su negocio bajaban una pizca luego de que los médicos de su entorno mercantil enviaban a otros laboratorios sus pacientes a cambio del pago de una comisión, arremetió contra los médicos: porque Sinforina quería el mercado nomás para ella.
A Sinforina, teniente de fragata de la Secretaría de Marina y Armada de México le gusta rodearse y vivir inmersa en la hight society, acapulqueña como es, disfruta del ámbito deportivo en el Club Britania y en el Club de Golf, ambos de Acapulco, Guerrero. Faltaba más, para no tener tiempos de ocio, Sinforina realiza “labor social” en el Club Rotario, también de Acapulco.
En Acapulco se sabe que la exdiputada Sinforina emergió al mundo de la política siguiendo la ‘regla dorada’ del fallecido político mexiquense Carlos Hank González, “político pobre es un pobre político”, y que una vez que asumió la diputación, comenzó a recibir millones de pesos vía la adjudicación de contratos de subrogación de servicios médicos con Pemex, IMSS, ISSSTE, Banobras y Nafinsa, entre otras dependencias federales.
El respaldo político principal para alcanzar la diputación por el Distrito 10 de Guerrero, lo obtuvo del entonces alcalde Alberto López Rosas, quien tras ser acusado por seguidores de su propio partido -el PRD- de inclinar la balanza a favor de Sinforina, salió victorioso e impuso a su candidata en uno de los procesos políticos más oscuros e impunes en la historia del perredismo en esa entidad.
Una vez “posicionada” políticamente e inmersa en la “Industria de la Salud”, a Sinforina le cayeron como del cielo racimos de créditos bancarios y hasta del Fondo de Apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (PYME) del estado de Guerrero, y todos, enfocados hacia hacer “crecer” su negocio. Así, diabla vestida de santa, enfocó sus baterías hacia los médicos, a los que no necesita en su negocio y a los que tacha de “delincuentes” por recibir una comisión a cambio del envío de pacientes a laboratorios que no sean los “Unidos del Sur”.