El Hospital General de México: La decadencia
Del esplendor a un paso hacia la muerte

Jaime Velázquez
25 de enero de 2001

 

En junio de 1977, nació la niña Celis Torres en el Hospital General. A los pocos días, falleció debido al mal funcionamiento de la incubadora que le asignaron, y sin comunicárselo a sus padres, la cremaron.

Otros sucesos tienen un sentido anecdótico, como el caso –del cual los médicos no recuerdan los datos exactos–, en el que se le entregó a una familia la pierna de un adulto dentro del ataúd, en el que debería encontrarse el cadaver del niño fallecido en el hospital.

Para muchos de los pacientes y usuarios del Hospital General de México es "una auténtica burla" la Cruzada Nacional por la Calidad de los Servicios de la Salud que inició en la Ciudad de México el presidente Vicente Fox el pasado 22 de enero, quien en la fiesta, se hizo acompañar de los responsables de este sector en su gabinete.

Tal es el caso de Liborio Corres Cortés, con rasgos y acento indígenas, moreno, curtido por el sol, con sombrero de palma en la cabeza, quien suplica a la recepcionista que otorga el acceso al Hospital General: "Mi esposa está sola en la cama seis del pabellón 303. Por favor, déjeme pasar".

La respuesta de la encargada del acceso es fría y déspota: "Dígale a alguien que vaya para su misma área y que ya tenga un pase, que entre y luego salga a avisarle si no hay nadie con ella para dejarlo entrar a Usted". Leyendo una revista y masticando un chicle, ni siquiera voltea a mirarlo.

Los ojos del solicitante se llenan de angustia y se atreve a insistir: "¿Pero cómo voy a saber quien va para allá? ¿Y quién va a estar con ella si venimos solos de Tlaxcala?"

La empleada por fin se digna a mirarlo de arriba a abajo, endurece la mandíbula, y espeta: "Es la única forma de autorizarle la entrada". Se inclina para mirar al de atrás e indica: "¡El que sigue!".

Más angustiado, Liborio Corres se quita de la ventanilla del módulo de recepción y en voz alta, para sí mismo, comenta: "Se alivió de un parto, pero tuvo complicaciones y está sola". Cinco guardias de seguridad que bloquean el acceso, de los 115 que vigilan todo el inmueble, apenas lo miran de reojo con indiferencia.

LAS PENURIAS

Como Liborio, muchos inician el recorrido en un día cualquiera por el Hospital General de México, uno de los pocos centros en nuestro país con 32 especialidades de tercer nivel médico, en otro tiempo, orgullo de presidentes y ejemplo de sus supuestos triunfos en su política de salud.

Adentro, las paredes descascaradas color melón, el olor a comida que se cuela desde los puestos de fritangas del exterior, rodeados por la basura, donde pasean con libertad las ratas, se mezclan con el aroma a medicamentos y contribuyen a generar depresión en muchos pacientes que no tienen dinero suficiente para iniciar o continuar los tratamientos médicos.

Así lo reflejan sus rostros y sus declaraciones a Imagen Médica, mientras aguardan sentados en los pasillos, en las sillas frente a los consultorios médicos y sobre todo, frente a las cajas de pago, donde acuden a pagar las "cuotas de recuperación" de los servicios recibidos, según el nivel socioeconómico que les hayan asignado las trabajadoras sociales.

Curiosamente la principal oposición al actual sistema de atención del hospital proviene del propio personal médico que ahí labora.

La enfermera del área de Ginecología, Lilia Martínez Herrera; el jefe de Hematología de Laboratorios Centrales, Rodolfo Cruz Mejía y los médicos especialistas Javier García Estrada, José de la Garza Navarro y Dimas Hernández Atén, entre muchos otros, denunciaron al reportero que este centro de salud se ha convertido en un verdadero "foco rojo de infecciones" y "un paso hacia la muerte".

"En muchas áreas no se cuenta ni con lavabos -asegura Martínez Herrera-. Sin embargo, el director general Francisco Higuera Ramírez acaba de mandar pintar el mural Toda una vida al cuidado de la vida en las oficinas centrales del hospital, con un costo de más de 500 mil pesos".

Otro motivo de inconformidad de los médicos entrevistados consiste en que la dirección del hospital inhabilitó una de las áreas de Infectología donde se atendía a enfermos altamente contagiosos -a quienes ahora se atiende en los quirófanos generales, junto a pacientes de parto- para instalar un área de investigación en Farmacología, la cual coincidentemente está a cargo de la esposa del director y jefa de Infectología, Hilda Hidalgo Loperena.

EL FEUDO DE HIGUERA RAMIREZ

La tensión dentro del Hospital General ha ido en aumento por las violaciones al Reglamento Interno en las que el director Higuera Ramírez ha incurrido.

Y es que la Carrera Hospitalaria fue implementada desde 1937 por Ignacio Chávez cuando fue director de ese nosocomio y con la intención de "acabar de golpe con la práctica viciada de cubrir las plazas con nombramientos arbitrarios, dictados por la política y el amiguismo".

Así, se establecieron mecanismos para que los médicos fueran escalando los distintos niveles de mando a través de su antigüedad, experiencia y presentando exámenes de oposición, siempre dentro del propio hospital.

Los expresidentes Miguel de la Madrid -el 7 de abril de1986- y Ernesto Zedillo -el 11 de mayo de 1995- ratificaron este reglamento en los mismos actos en que desconcentraron y descentralizaron las actividades del hospital, mediante sendos decretos publicados en el Diario Oficial.

A pesar del reglamento que establece en uno de sus artículos que para ser jefe de servicios de alguna área se requiere un promedio de 20 años, después de haber ocupado otras posiciones dentro de la estructura hospitalaria y de aplicar los exámenes de oposición correspondientes, Higuera Ramírez ha nombrado cinco jefes de servicios -Consulta Externa, Oncología, Otorrinolaringología, Oftalmología y Ginecología- sin que ninguno de ellos tenga la Carrera Hospitalaria y sin tener ni tres años laborando en el hospital. Desde la óptica de los médicos, su virtud es "ser incondicionales del director".

Estos nombramientos, entre otras inconformidades, provocaron la formación de un Comité de Defensa de la Carrera Hospitalaria y de una Coalición de Médicos al Servicios del Hospital General de México, integrado por varios especialistas, quienes han protestado a través de múltiples oficios dirigidos al director Higuera, a los secretarios de Salud, de Gobernación, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y los han difundido en distintos medios de comunicación.

Hasta ahora, nadie les ha respondido a sus denuncias de violación al Reglamento Interno, excepto el director del hospital con la elaboración y puesta en funciones de un nuevo reglamento que permite, principalmente, el nombramiento de personal sin necesidad de que tengan la Carrera Hospitalaria.

En la nueva normatividad basta con realizar un examen de admisión a la plaza y ser designado por el titular del hospital. De un plumazo, Higuera Ramírez contravino 63 años de reglamentación y dos decretos presidenciales que respaldaban el Reglamento Interno anterior.

La Coalición demandó al hospital el pasado 12 de diciembre ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje con la finalidad de que el reglamento de Higuera Ramírez sea declarado nulo de pleno derecho, entre otras cosas, porque no ha sido aprobado por la H. Junta del Hospital General de México, encabezada por el secretario de Salud.

Más aún, la dirección del hospital nombró a José Castor Mora Flores, Julieta Alejandra Ortega, Eduardo Ugalde González, Olga Margarita Bonilla Medina, Beatriz Álvarez Lara y María Dolores Canseco García como técnicos laboratoristas en una categorización de cargos que les incrementó el salario, sin que cumplieran con los requisitos de especialización que establece la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, pues no tenían los estudios correspondientes.

Ante la queja presentada por los médicos ante la Contraloría Interna del Hospital por esta irregularidad, el director de Recursos Humanos del hospital, Rodolfo Pandal Hernández, respondió mediante el oficio 30231/DRH/734/99 dirigido al titular del Área de Responsabilidades de la Contraloría Interna, José Martín García Olguín, que la recategorización a la baja de las siete personas mencionadas por no cubrir el perfil"no es procedente toda vez que la acción se encuentra prescrita. Asimismo, los trabajadores cumplen con la aptitud, experiencia y conocimientos que se aplican y desarrollan dentro de los laboratorios".

Ninguno de los técnicos sin perfil académico ni laboral fue removido de su cargo y los médicos les llaman "egresados de la Universidad Pandal, reconocida por la Contraloría Interna y las autoridades del Hospital General de México".

Los médicos proporcionaron al reportero una lista de 22 personas que laboran en el Hospital General, quienes han solicitado licencias sin goce de sueldo e incluso se han dado de baja, pero han detectado que sus pagos siguen saliendo en la nómina.

Señalan de manera especial al exempleado de seguridad Manuel Trejo Madrid, identificado con la clave DK04NBD 1103 M 03006 009 000 20 TMM 440816 y asignado al área de Anatomía Patológica, cuyos pagos siguen apareciendo en la nómina del hospital a pesar de que se encuentra preso en Santa Marta Acatitla desde marzo de 1998.

OSCUROS ANTECEDENTES

Durante el sexenio de Ernesto Zedillo el Hospital General de México tuvo dos directores generales: José Luis Ramírez Arias y Francisco José Higuera Ramírez.

Ramírez Arias fue obligado a renunciar en febrero de 1999 por acusaciones de malversación de fondos presentadas en junio de 1997 por el Frente Nacional de Trabajadores de la Salud (FNTS), quienes habían solicitado al presidente Zedillo que se realizara una auditoría externa para investigar irregularidades detectadas por ellos.

La oficina de la Presidencia de la República remitió esa solicitud a la Secretaría de Salud -de Juan Ramón de la Fuente- mediante el oficio 189386-30. En octubre de 1997 y enero de 1998, el contralor interno de la Secretaría de Salud, Alfredo Adam Adam, le solicitó por escrito a la contralora interna del Hospital General, Eloísa Martínez Bermúdez, que se realizara la auditoría y se le informara de su avance. Lo único que sucedió fue que Ramírez Arias presentó su renuncia y se nombró nuevo director a Francisco Higuera Ramírez en marzo de 1999.

El FNTS insistió con la auditoría ante la injustificada escasez de medicamentos durante todo 1998 y por el cierre de 10 quirófanos centrales el 23 de noviembre de ese año, supuestamente por falta de presupuesto, lo que provocó la suspensión de 250 cirugías que ya se tenían programadas.

Higuera Ramírez fue designado por Juan Ramón de la Fuente cuando éste era secretario de Salud fue ratificado por los subsecuentes José Antonio González Fernández y Julio Frenk Mora.

El padre de Higuera Ramírez, Francisco Higuera Ballesteros, también fue director del Hospital General durante el sexenio de José López Portillo y fue protagonista desde 1978 de conflictos con el personal médico.

En esa época, Leopoldo Camacho y Jesús Nequiz González, empleados del hospital, conformaron "un bloque amplio" para defenderse de su propio líder sindical, que ya era desde ese entonces como ahora, Joel Ayala. Ese mismo año, Marco Antonio Rocha Romero y José Antonio Vital, dirigentes de la Sección 14 del sindicato del hospital, denunciaron al director general -Higuera Ballesteros, padre del actual director- por utilizar un grupo de choque denominado "Themis" en contra de los trabajadores disidentes. Denunciaron también la existencia de cárceles privadas habilitadas en los sótanos del hospital para ejercer represión.

Años después, a causa del sismo de 1985 en la Ciudad de México, el edificio 501 de Cirujía Plástica y Cardiovascular quedó dañado en su estructura por el siniestro. Sin embargo, a decir de los médicos del SITS, el inmueble servía para los planes de reducción de los servicios del hospital que inició José Luis Soberón en tiempos de López Portillo y que continuó De la Fuente.

Así, el ahora rector de la UNAM destinó seis millones de pesos para la remodelación del edificio dañado e integrarlo al nuevo proyecto. Ya avanzada la obra, el edificio se colapsó en forma peligrosa y quedó totalmente inutilizable.

La versión de Higuera Ramírez es que él recibió el edificio con un avance del 40% de obra y "probablemente no está inservible", aunque reconoce también que "existen versiones de inseguridad por daños estructurales". Explica que detuvo la obra para "poder invertirle a otras áreas con mayor prioridad, como el servicio de Neumología y el de Cardiología". Sin embargo, esas adecuaciones tampoco están terminadas.

"A lo mejor el edificio ya se dañó con los sismos recientes -abunda el director-, pero eso lo determinarán expertos en mecánica de suelos". Por lo pronto, la obra está totalmente suspendida.

Un reclamo más de los médicos inconformes es el uso que se le da al estacionamiento del hospital. este espacio cuenta con 900 cajones que se destinan en tres turnos. A cada turno, una mesa directiva que depende de la dirección general, le cobra una cuota de 500 pesos anuales, lo cual arroja una cantidad de un millón 350 mil pesos anuales a disposición discrecional de las autoridades hospitalarias.

CONFLICTOS PRESENTES

Hoy el Hospital General tiene dos sindicatos: la tradicional Sección 14 encabezada por Quirino Sánchez Arroyo y controlada por el dirigente nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud y de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, Joel Ayala; y el Sindicato Independiente de Trabajadores de Salud (SITS), conformado por más de 300 médicos y encabezado por, Antonio Sánchez Arriaga.

El SITS se ha rebelado contra el director Higuera Ramírez y ha denunciado a través de varios desplegados periodísticos y cartas a las instancias federales las irregularidades que se comenten en el Hospital General. Casi nada ha sido investigado ni resuelto.

La única que ha respondido es la dirección general del hospital. El pasado 13 de marzo, Higuera Ramírez circuló entre el personal a su cargo y mandó pegar en los pasillos del hospital un oficio firmado por él, que dice en una de sus partes: "Hay una partida de cobardes que nunca han dado la cara, pero yo sí los veo en los pasillos y andadores como bajan la cabeza sin responder como hombres, pues no lo son. Se reúnen en una cafetería para planear cómo atacar por la espalda ¡Sigamos adelante por el verdadero rescate del Hospital General de México!".

Para el dirigente del SITS, Sánchez Arraiga, el rescate de Higuera Ramírez consiste en aplicar un proyecto de mayor cobro de los servicios a costa de lo que sea: "Se ha deteriorado intencionalmente la calidad de los servicios para desalentar a los pacientes y bajar las estadísticas de demanda de servicios. También se ha incrementado las cuotas hasta en un 300 y 500 por ciento", subraya.

Algunos ejemplos de estos incrementos son: consulta externa de 11 a 30 pesos; parto normal de 488 a 1649 pesos; extracción de cálculos biliares de 2 mil 500 a 7 mil pesos. Existen seis niveles de cuotas, entre los cuales el nivel 1 es el de exentos de pago por su condición de pobreza.

A partir de los incrementos, la orden de los directores de área a las trabajadoras sociales que aplican los estudios socioeconómicos para asignarle un nivel al paciente fue "no exentar a nadie". Así lo expresaron al reportero los especialistas Noe Vargas Tantori y Angel León Mendoza: "Desde hace varios años hay un intento de reducir el hospital de mil ocho camas con que cuenta actualmente, a sólo 350 camas", coinciden ambos especialistas.

La estadística de 1999 refleja que el Hospital General atendió un promedio de 650 mil pacientes provenientes de varios estados, sobre todo del sureste de México como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Puebla y Veracruz entre otros. De estos, sólo exentaron 70 mil; es decir, 580 mil personas que acudieron a consultas, operaciones, laboratorios, hospitalización y terapias pagaron por cada uno de esos servicios, en una institución que tiene sus funciones establecidas en el decreto presidencial del jueves 11 de mayo de 1995, dentro de las cuales establece en el Artículo 2o Sección II : "Prestar servicios de hospitalización en los servicios de especialidades con que cuenta, con criterios de gratuidad fundada en las condiciones socioeconómicas de los usuarios, sin que las cuotas de recuperación desvirtúen la función social del Hospital General de México".

Y es que los pagos son acumulativos: primero se paga la consulta externa; luego hay que sumarle las placas y/o los análisis; después se paga la consulta con el especialista, la operación, la hospitalización, el tratamiento, y a últimas fechas "hasta las batas de hospitalización tienen que comprar".

Para el director Higuera Ramírez "sale más caro mantener lo que no se usa, que no tener el servicio". Entrevistado por el reportero, se defiende con el dato de que en 1999 se incrementaron las acciones médicas para 75 mil pacientes más que en 1998, "a pesar de los incrementos en las cuotas de recuperación". Sin embargo, eludió responder por qué ante este evidente incremento en la demanda de servicios, se promueve la reducción de éstos.

Reveló que durante el año pasado tuvieron un presupuesto de 978 millones de pesos, de los cuales el gobierno federal les otorgó 898 millones de pesos y el resto lo recabarían a través de las cuotas de recuperación. Es decir, el gobierno pagará el 92% del gasto total del hospital, pero el director determinó proporcionar sólo un promedio de 10% de gratuidad en los servicios.

El oncólogo Dimas Hernández Atén expone que es cierto el incremento en el número de pacientes que acuden al Hospital General, pero un gran número abandonan los tratamientos porque ya no pueden seguir pagando. Según datos del SITS, muchos de los pacientes atendidos por ellos optaron posteriormente por la herbolaria, la homeopatía y otras formas de medicina alternativa más económica. "Y lo que es peor -concluyen- se van a morir a sus casas por falta de dinero".

El dirigente sindical Sánchez Arriaga asegura que es tan importante recolectar dinero en el hospital que a pesar de ya contar con una plantilla laboral de seis mil empleados que absorben el 60% del presupuesto total, el director general ha contratado administradores de las áreas médicas, cuya función principal es supervisar los cobros de las cuotas de recuperación, "función por la que perciben un salario mensual de 30 mil pesos, mientras un médico especialista gana 12 mil pesos mensuales", señala.

El 14 de diciembre del año pasado, Higuera Ramírez envió un oficio circular al personal del hospital indicando que por instrucciones de la Dirección General de la Administración del Patrimonio de la Beneficencia Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público entraría en vigor un nuevo tabulador de las cuotas de recuperación a partir del 8 de enero de 2001.

Los médicos disidentes advierten que debe observarse con cuidado este nuevo tabulador, pues es resultado de una negociación que ellos hicieron con José Narro Robles cuando éste era subsecretario de Salud. En una grabación que proporcionaron al reportero de Imagen Médica se escucha que el ahora coordinador para la Reforma Universitaria de la UNAM reconoce que "se les pasó la mano" a los del hospital con el incremento de cuotas y se compromete a tramitar una reducción.

Sin embargo y a pesar de que es evidente que hasta fechas recientes se concedió esa reducción reflejada en el nuevo tabulador enviado por Higuera Ramírez, existe el temor en los médicos de que se busquen nuevas formas de mantener cobros onerosos.

El mismo oficio del director del hospital establece en unos de sus párrafos: "Es conveniente comentar que este tabulador contempla cambios sustanciales, por lo que a partir de la fecha de implantación se deberán cobrar por separado los estudios, exámenes y procedimientos que el paciente requiere durante la hospitalización".

MAS DE LO MISMO

Desde Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo hasta Vicente Fox en el discurso han establecido como una prioridad del Estado la salud de su población, aunque en los hechos las cosas son distintas.

Carlos Salinas presumió durante la Semana de Solidaridad en septiembre de 1991 que en el Hospital General de México "se sintetiza el éxito de su plan de gobierno con cinco millones de compatriotas que no tenían acceso a los servicios de salud, y lo lograron en 30 meses".

Ernesto Zedillo declaró ante 94 delegaciones de todo el mundo en la V Conferencia Mundial de Promoción a la Salud -realizada del 5 al 9 de junio de 2000 en la Ciudad de México- que al terminar el año 2000 "99 de cada 100 mexicanos tendrán acceso a por lo menos los servicios esenciales de salud"

Ante la directora de la Organización Mundial de la Salud, Gro Harlem Brundtland, y el director de la Organización Panamericana de la Salud, George Alleyne, el exmandatario afirmó que gracias al Progresa, dos millones 600 mil familias de bajos recursos están mejorando sus hábitos de salud".

Incluso se forjó un lema derivado de la "Declaración de México" de esa V Conferencia, que dice: "Promoción de la Salud hacia una mayor equidad".

Por su parte, Vicente Fox Quesada afirmó en la sede de la Secretaría de Salud el pasado 22 de enero al iniciar la Cruzada Nacional por la Calidad de los Servicios de Salud que espera una mejoría notable en la atención a los pacientes que acudan a consultas en entidades públicas y privadas.

El mensaje publicitario de la Cruzada dice: "Sonría. Sonreír es saludable y contagioso". Algunos de los conceptos principales establecen que dentro de los servicios de salud, el trato digno que deberá ofrecerse se reflejará en el"respeto a los derechos humanos y a las características individuales de la persona: infromación completa, veraz, oportuna y susceptible de ser entendida por el paciente o por quienes lo acompañan; y amabilidad por parte de los prestadores de servicio".

En tanto, el Hospital General de México continúa esperando que lleguen a sus instalaciones las mejoras que tanto anuncian los gobernantes de México.

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